Plácido Domingo despide el año en Acapulco con concierto cuya recaudación apoyará a las orquestas infantiles del Estado de Guerrero

“Uno de los momentos más hermosos fue dirigirlos y escucharlos cantar”, aseguró entusiasmado el tenor durante una rueda de prensa posterior al concierto, refiriéndose a los 320 jóvenes y niños que participaron en el recital, procedentes de la Orquesta Renacimiento.

Este grupo musical, creado el pasado 30 de julio con niños de “Ciudad Renacimiento”, una zona marginada de Acapulco, gracias a un programa para la formación musical de jóvenes con escasos recursos económicos, es uno de los que serán apoyados con lo recaudado.

“Creo que esto es algo maravilloso, les va a dar una fuerza cultural, una fuerza moral, una fuerza de lo que es la amistad, la colaboración de estar en grupo, y de tener una vida por delante”, agregó el artista, firme defensor de la formación musical para promover la integración y prevenir la exclusión social.

Placido Domingo (Madrid, 1941) recordó que un “gran amigo” suyo, el maestro José Antonio Abreu, organizó hace 35 años en Venezuela un programa similar que tuvo importantes resultados, pues más de 350.000 jóvenes pasaron por sus aulas y salieron de las calles.

“Los niños siempre te sorprenden y la admiración más grande que deberemos tener y el apoyo más importante es a esas criaturas”, indicó el artista durante una rueda de prensa celebrada a los pies del escenario en Playa Tamarindos, en la bahía de Acapulco.

Durante algo más de dos horas y media, el tenor protagonizó un concierto a la orilla del mar repleto de sorpresas, en el que apareció al comienzo del espectáculo para dirigir la obra “Va Pensiero”, de Giussepe Verdi, interpretada por los jóvenes.

Vestido de traje blanco, estuvo acompañado por la Orquesta Filarmónica de Acapulco, el director Eugene Kohn y la soprano puertorriqueña Ana María Martínez, con quien protagonizó un baile espontáneo durante una de las obras que provocó los aplausos entusiastas de los asistentes.

Además, sorprendió la aparición de su hijo, Plácido Domingo Junior, quien deseó “feliz año por adelantado” al público y agradeció a su padre la “oportunidad” de estar en ese privilegiado escenario, donde cantó junto a su progenitor “What a wonderful world”, y, ya en solitario, el bolero “Sabor a mí”.

Para no decepcionar a sus seguidores en México, país al que el artista siempre consideró su segunda patria por haberse criado en él, se enfundó el traje de charro y con acompañamiento de mariachis entonó algunas de las canciones más populares del lugar como “María Bonita”, “Acuérdate de Acapulco” y “Ometepec”.

Plácido Domingo se crió en México desde los 8 hasta los 21 años, y aún guarda estrechos vínculos, especialmente, con la ciudad de Acapulco, donde disfrutó de su luna de miel.

Además, siempre se le recuerda que fue uno de los miles de voluntarios que en septiembre de 1985 participaron en las tareas de rescate de las víctimas del terremoto que azotó a la Ciudad de México, y realizó un concierto para recaudar fondos tras el paso del huracán Paulina en 1997.

Tras el concierto de anoche, Domingo indicó que ahora no se quedará “con los brazos cruzados” y que participará activamente en el programa de formación musical para jóvenes en riesgo de exclusión de Acapulco poniendo todo su “empeño”, “ya sea trayendo profesores” o poniéndose de acuerdo para “enviar instrumentos”.

El artista madrileño firmó este año un contrato en exclusiva con la discográfica Sony Classical y quiso estrenarse en el sello con algo diferente, y producto de ello es el disco que publicó, llamado “Songs”, en el que canta música ligera a dúo con interpretes como la británica Susan Boyle o la francesa Zaz.

Preguntado por un posible retiro, respondió sin perder la sonrisa que “ya llegará” y “cuando llegue, ni modo”, dijo utilizando una expresión mexicana que indica que algo ya no tiene remedio.

“La verdad es que me sigo sintiendo bien, de vez en cuando algún catarrito, sigo teniendo un repertorio que hago con alegría y pues Dios dirá”, aseveró Domingo, quien desveló que antes de cada concierto tiene algunas manías.

Además de llevar consigo las fotos de sus seres queridos, confesó que siempre le reza a dos santos, a Santa Cecilia, patrona de los músicos, y a San Blas, patrón de la garganta, y en cada función que ha hecho a lo largo de su extensa carrera, “cerca de 3.700 funciones”, no ha habido una sola vez donde no le haya funcionado.

Fuente: (Agencias)

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