La imposición de bovinos descastados por las figuras, fastidia al festejo

Sí… se dicen figuras, porque de acuerdo lo que a esta categoría se entiende, son aquellos toreros que por su convocatoria consiguen llenar todas las plazas de toros; y de acuerdo a lo que hemos visto, con tan modesta entrada este domingo en cuestión, el coso titular de México demostró que no son figuras, quizá toreros de cierta relevancia, pero hasta ahí. Que la campaña del año entrante para el señor Zotoluco no rebasará las 20 corridas, creemos que son muchas en su previsión, porque el público le ha hecho notar, entre otras situaciones, que es tiempo de partir, y buscar otras opciones. Veamos el caso que nos ocupa. Se lidian seis auténticos ejemplos del desfasamiento y la carencia de bravura, a la pregunta expresa que se hacían los aficionados en el tendido, con relación a ¿quién los impuso?, existió la respuesta inmediata… el señor de Atzcapotzalco, no es la primera vez, lo hizo en aquella temporada del 2006-2007, tras el glorioso serial TORISTA en donde jóvenes toreros enfrentaron la viva imagen del toro auténtico, y le pudieron. Así al comenzar la temporada grande en aquel noviembre del 2006, aparecieron seis inadmisibles pequeñajos de Marrón, y el público que iba ilusionado después de presenciar el magnífico serial meses antes, además de hacerle notoria la protesta a Eulalio, este último, consiguió que se volvieran a salir de la plaza. Bueno… dejó de venir varios años, y en lugar de fortalecer su imagen de buen torero, de torero poderoso, vuelve a escoger esta ganadería que ahora mismo ha exhibido -junto con los dos toreros llamados figuras-, las miserias de lo que no debe ser la Fiesta, pero que lamentablemente, ahí están los hechos que demuestran el poco respeto para todos. Decir que El Zotoluco estuvo heroico dejando hazañas inconmensurables en el redondel con esas dos masas inmersas en la mansedumbre y descastamiento, es mentir sin tasa ni medida. Algo tenia que hacer para sacar a flote un festejo que se había hundido por ese pésimo encierro y ante el desánimo causado, pero nada que esté ahora mismo escrito para beneficio de la Fiesta. La gente en medio de su fastidio aplaudió algo, que ahora mismo ya no se debe acordar. Pero… el bonachón del palco en turno, le regaló dos orejas que le fueron protestadas; como música de viento escucharía cuando los oficiosos costaleros que se contratan, le izaron en sus hombros para salir por la puerta grande. Del señor Manzanares chico, nada relevante se puede decir, que de pronto puso voluntad, sí… sí, pero no fue a raudales, fue más cumplidora que otra cosa, para con su segundo bovino, abreviar y no saber más. Que era peligroso, por favor, a quién pretenden engañar, cuando al de Alicante, le hemos visto luminoso con TOROS en España. Como exclamara la sabia conseja popular, “… ese hueso para otro perro“. O usted, lector amigo, creerá que el nacido en esa hermosa ciudad española que la baña el agua del Mediterráneo, no conoció la historia de este encierro de Marrón, además de agradable… resultaba cómodo, y por lo tanto se suponía que era tan dócil, que San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila y la Madre Teresa de Calcuta, parecerían una tercia de dictadores sin complacencia a comparación de ellos. No obstante, lo que apareció fue un lote que al no ser así de dócil, no quiso justificar a plenitud su grandeza torera, y eso ha sido una lástima. En todo esto, ha sido mejor que no regalara ese animalito del perdón, del que hacen tanto uso y abuso, y del que la realidad exclama que constituye una auténtica falta del torero para su propia dignidad como artista, por la ventaja inherente en el hecho. En este océano de vergüenza, ahí estaba Mario Aguilar, quien ha sabido comprender, por momentos, de los defectos de su ejemplar, y así acompañar amablemente al borreguno caminar del corderillo que le correspondió; por supuesto que esto no es torear con temple, ni parar el tiempo, ni nada de todas esas sutilezas que se usan los bien intencionados jefes de prensa, con el fin de justificar una faena inexistente, muy a pesar de la buena fe del torero, de su notoria entrega y voluntad estrellados contra la muralla infranqueable de la mansedumbre y la falta de casta. El temple, según se puede entender, como la capacidad técnica, en primera instancia, que tiene el torero al enfrentar al TORO BRAVO y ENCASTADO, el que tras ser sometido por el poder del artista a través de su aguante, permite a la inspiración conseguir que el tiempo y el espacio sean delimitados, consigan que el burel acuda en la lentitud que ordena el poder del sentimiento de quien consigue trazos suaves y aterciopelados. Y en el caso que relatamos… nunca apareció por ninguna parte ese toro bravo y encastado que acudiera con inagotable poderío al capote y muleta. Por lo que, resulta una vergüenza ver torear a un bovino INVÁLIDO, que necesariamente tiene que ir paso a paso, y no por el temple del torero. Al final, queda un halo de tristeza… de ENORME TRISTEZA, porque la GRANDEZA DEL AUTÉNTICO TORO HA SIDO MANCILLADA por todos esos pésimos ganaderos, que insisten en proveer a las figuras de un toro tonto, y eso sí que es una ofensa para el TORO BRAVO.

Fuente: torosenelmundo.com

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