Se fue una época

Manolo Mejía, Valente Arellano y Ernesto Belmont perdurarán en la memoria de los aficionados como lo hacen los Tres Mosqueteros y Paco Ortiz o Ángel Majano, César Pastor y El Pana.

Para muestra un botón, la ganadería de Felipe González se presentó en la capital el 7 de noviembre de 1982, hace 30 años, con una novillada para Valente Arellano, Manolo Mejía y Ernesto Belmont, con un lleno esplendoroso en La México.

Los novillos resultaron extraordinarios, con Pelotero el quinto compartieron el tercio de banderillas los tres y causaron tal euforia en los tendidos que el público los obligó a dar la vuelta al ruedo; en el recorrido Pelotero les embistió, Valente y Manolito se dieron cuenta y saltaron al callejón para salvar la piel, sin embargo y así surgen los momentos inolvidables en el toreo. Ernesto Belmont no se percató del burel sino hasta que lo tenía encima y en un momento lleno de torería tomó el sombrero charro negro  del Teniente, que lo había arrojado segundos antes  al ruedo, lo tomo y le dio un pase de pecho al codicioso novillo de don Felipe y causó la locura en la plaza. Valente que no se dejaba ganar las palmas por nadie, obtuvo las dos orejas y el rabo.

El 16 de enero de 1983 se despidió Manolo de novillero alternando en mano a mano con Ernesto Belmont. Al novillo Bravío de la ganadería de su maestro Manolo Martínez quinto de la tarde, le cuajó una gran faena para obtener las orejas y el rabo del codicioso astado para dar una vuelta triunfal al lado del regiomontano (primera de su vida como ganadero en La México) y cerrar una brillante carrera novilleril que tenía como antecedente haber empezado desde niño como becerrista.

Tras casi 30 años de haber tomado la alternativa en León, Guanajuato, el 22 de enero de 1983, con Eloy Cavazos como padrino y ante un ejemplar de la ganadería San Martín de nombre Pobretón en una memorable corrida en la que los testigos fueron Antonio Lomelín y Miguel Espinosa Armillita,  se retiró el domingo 2 de diciembre de 2012 en La México.

Recuerdo que la tarde de 7 de octubre de 1993 entre otros comimos en el ahora desaparecido restaurant Los Guajolotes con Don Javier Garfias, Manuel Capetillo padre, los hijos de Don Javier posterior al sorteo de una corrida nocturna,  un jueves de oportunidad, para el rejoneador Octavio Sánchez y los toreros de a pie Germán Garza, Manolo Mejia y Manuel Capetillo hijo.

Se rumoraba que el torero de Tacuba Manolo Mejia de no triunfar probablemente se dedicaría a subalterno o a encargarse de una ganadería por su gran conocimiento de  las labores de una dehesa y capacidad innata para tentar.

Don Javier no queriendo crear polémica con Manuel Capetillo padre quién afirmaba que su hijo iba a romper con el cuadro, al salir del restaurante en voz baja me dijo;” y vieras que pienso que Manolo Mejia será el triunfador de la noche” No se equivocó el inolvidable potosino, estuvo magistral; de Coronelo obtuvo una oreja y luego con Costurero  formó una faena de campeonato, pero falló con la espada (de no ser así el los máximos trofeos hubieran ido a su espuerta)  las tres vueltas al ruedo  recobraron para la posteridad a Manolo.

Después vinieron dos grandes faenas las del indulto a Zalamero de Manolo Martínez y luego la de orejas y rabo con Desvelado de la misma ganadería que le ubicaron en un sitio importante por aquellos años en la torería mexicana pocos días antes de Zalamero, gran faena a Miguelón de Xajay en 1994.

El 20 de agosto de 1995 en un mano a mano a beneficio de la Cruz Roja con toros de Javier Garfias estuvo por encima de Miguel Espinosa Armillita y como lo hiciera años antes en España, Luis Miguel Dominguín Manolo alzó el índice proclamándose número uno del toreo en México lo cual fue recibido entre gran división de opiniones.

El 2 de diciembre de 2012 que se retiró de los ruedos estos y muchos recuerdos más se me vinieron a la memoria por la última actuación de Manolo Mejía quién transitara con tranquilidad en el ambiente taurino al que ha dedicado toda su vida.

Su padre Don Pancho (que por cierto ejecutó el Tancredo cuando pasó por el callejón Cardenche de Marco Garfias después de brincarse las tablas, último toro que lidió su hijo), su hermano y sus retoños le quitaron el añadido mientras su esposa María José con lágrimas en los ojos en la berrera despedía la carrera de matador ahora en retiro de Manolo.

Así se va la vida con quienes acaban y quienes comienzan. Suerte Manolo en lo que emprendas y gracias por los momentos que nos hiciste vivir en las plazas de toros.

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