Calderón, seis años después

A los que gobiernan les cuesta demasiado desprenderse del poder,  perder el estatus quo, pasar del “señor presidente” al “licenciado”. Me parece que habrá quien no  se desacostumbra nunca y añora los aplausos, discursos de algodón y besamanos eterno.
Pero a todos llega. Felipe Calderón amanece en diciembre como un ciudadano más cargando a cuestas un balance de lo más negativo.
Pasamos de sexenio en sexenio a peor.  Después de los seis años de Carlos Salinas de Gortari, recordado por una administración corrupta; transitamos al de Ernesto Zedillo, el del Fobaproa, con un incremento sustancial en la deuda interna pública por el rescate bancario.
Con Vicente Fox se tiraron por la borda seis años imprescindibles para el cambio democrático y cumplir con las expectativas económicas y sociales de la población.
El sexenio de Calderón será remembrado  como el del genocidio y la barbarie con más de 80 mil civiles muertos, aumento desmedido del secuestro que victimizó a varias figuras clave como el secuestro de Eduardo García Valseca en San Miguel de Allende, Guanajuato; secuestro y asesinato de Hugo Wallace; secuestro y muerte de Silvia Vargas; plagio en Querétaro de Diego Fernández de Cevallos, ex candidato a la Presidencia y figura prominente política.
Otros hechos impunes como el asesinato de las activistas chihuahuenses Marisela Escobedo y Susana Chávez; en Sonora mataron a otro activista de nombre Nepomuceno Moreno.
Son muchos casos dolorosos como el de la paisana María Santos Gorrostieta Salazar, ex alcadesa de Tiquicheo, Michoacán, tras varios atentados lograron quitársela de en medio.
No podemos cerrar un balance que es más bien el de una enorme lista necrológica sobre de las espaldas de Calderón sin dejar de mencionar a los niños inocentes de la guardería ABC que salpica hasta la familia más cercana de la esposa de Calderón.
A COLACIÓN
Créanme que intenté un balance económico del sexenio de Calderón, mi mente me lleva primeramente de la mano de la inseguridad, violencia,  drama familiar, impunidad, exilio voluntario y miedo. Y una guerra de guerrillas entre los cárteles de droga y sus respectivos grupos de sicarios.
En resumen, un país sin autoridad, asfixiado en los recovecos de las salas del Ministerio Público, una lenta protección del Estado y el temor de la ciudadanía hacia la policía.
Un gobierno que no gobernó, de balas pérdidas afuera de universidades privadas,  centros comerciales, salas de cine. Una vía pública llena de problemas, comercios grandes, medianos y pequeños aterrorizados por quienes les extorsionan todos los días a cambio de protección.
Un país con territorios de nadie en Chihuahua, Coahuila, Tampico, Guerrero, Nuevo León y Michoacán. Varias decenas de alcaldes y ediles asesinados por el narco y la violencia organizada.
Otro puñado de gobernadores igualmente copado por el narcotráfico  y amenazado de muerte, cuyos rostros no logran ocultar el miedo que tienen de “gobernar” la entidad que les corresponde, al punto de trasladarse a vivir del otro lado de la frontera con Estados Unidos y visitando su oficina de gobierno únicamente en casos de mucha necesidad.

De verdad quiero hacer un balance económico de estos seis años, empero, no logro hilvanarlo porque tendría que ser repetitiva respecto del aumento del desempleo, ensanchamiento de la economía informal, caída del poder adquisitivo, pérdida de contratos formales con prestaciones de la ley;  jóvenes con sueldos castigados y contratos temporales; y una calidad de vida en deterioro para una clase media a la que le cuesta más todo.
Pretendo ser ecuánime, destacar algo positivo de esa funesta administración tejida a base de una embriaguez que como siempre  beneficia a la familia más cercana al poder,  a sus amigos, primos y compadres.
P.D. Mi twitter @claudialunapale. Le invito a que opine del tema en mi blog http//claudialunapalencia.blogspot.com

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