La estupidez

o el que luce galardones,
le apachurra sus razones
bajándolo de su cima,
y sin prejuicios lo arrima
donde existen los borrones.

La estupidez se les pega
al espurio y al  certero,
a los hombres con dinero
y con su conciencia  juega,
con parsimonia se entrega
al juego más especial,
el del error garrafal
que obstinado no se  acepta,
sobre la conciencia repta
caracol individual.

La estupidez es conducta
que deslustra al elegido,
le atolondra del sentido
y sobre  su mente eructa;
y la imagen “usufructa”
de la noble inteligencia,
luciente grandilocuencia
verborrea  con desparpajo,
llevándole cuesta abajo
sin la entendida decencia.

La estupidez es el arte
de Reyes y Gobernantes,
de Generales tunantes
que han deseado controlarte,
de quien debes escaparte
para que  nunca te reste,
te cueste lo que te cueste
siempre debes evadirla,
si se presenta rehuirla
como si fuese la peste.

Pues la estupidez se adhiere
cual pátina mal oliente,
ya que aturdiendo a la gente
al inocente prefiere;
y con sus tenazas hiere
la inteligencia más sana,
es un estrago que gana
adeptos al por mayor,
es soberano esplendor
de la conciencia más vana.

Es, la necia certidumbre
que se  vuelve cabal puente,
del reacio televidente
quien tatemado en la lumbre
se ha ubicado en la costumbre
muy cómodo y decidido,
apoltronado en su nido
solo ve la cruel pantalla,
lo que a su conciencia acalla
con su interminable ruido.

Es, el útil resultado
para el infame empresario,
a quien preocupa su erario
y solo ve lo ganado,
ya que aplica con cuidado
la formula más precisa,
y con cuidado barniza
sus tan velados mensajes,
disfrazando los ultrajes
a su clientela idiotiza.

La estupidez se resbala
penetrando por tu puerta,
siendo la cosa más cierta
con gran paciencia se instala;
dándote buena por mala
te ataranta y te disloca,
errores mil te provoca
dejándote mal parado,
y te tiene controlado
si tu inteligencia toca.

La estupidez se te pega
y se adhiere sin demora
la estupidez se desflora
y con tu criterio juega;
y tu perspectiva  ciega
llevándote por sus  brechas,
te clava sus rudas flechas
con precisión muy extraña,
ya que tiene tanta maña
busca las mente estrechas.

Evita  rodar su vía,
evita cruzar sus puentes,
soslayando sus corrientes
su testarudez enfría;
con la gentil osadía
de analizar lo que expresas,
evadiendo esas aviesas
ideas sin un fundamento,
evita siempre su encuentro
no te andes con sutilezas.
¡Esas!

 

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