Inauguran Museo de Sitio en Cantona, Puebla, con cerca de 600 objetos prehispánicos, recuperados en 20 años de investigaciones arqueológicas

Al presidir la apertura del nuevo espacio, Alfonso de Maria y Campos, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), indicó que la construcción de este espacio se inscribe dentro de un proyecto emprendido por la actual administración federal para renovar la red nacional de museos de la institución. La inversión destinada a la construcción y equipamiento de este museo de sitio ascendió a 13 millones de pesos, aportados por el INAH y el Gobierno del Estado de Puebla.

De Maria y Campos destacó que durante estos seis años el Instituto ha restaurado 73 recintos bajo su adscripción, y construido 16 nuevos espacios museográficos, entre los que destaca el Museo Maya de Cancún, próximo a inaugurarse.

Acompañado del gobernador del estado de Puebla, Rafael Moreno Valle, el titular del INAH expresó que la apertura de este museo constituye un homenaje al trabajo del arqueólogo Ángel García Cook, quien ha dedicado dos décadas de vida para conocer esta antigua ciudad edificada por los cantonenses.

El museo se construyó con lajas de cantera para no romper la visual del sitio precolombino. También se dotó de mobiliario, tecnología y diseño museográfico, y se edificó la Unidad de Servicios de la zona arqueológica, equipada con cafetería, taquilla, baños, tienda y estacionamiento.

Las 598 piezas prehispánicas, rescatadas durante dos décadas de exploraciones, están contextualizadas con información histórica, la recreación de un espacio habitacional y videos que ofrecen un panorama general de lo que fue esta ciudad, la más extensa de Mesoamérica con 14.4 km, y que representa además el sitio arqueológico con mayor número de canchas de juegos de pelota, donde suman 27 las registradas hasta el momento.

Artefactos de obsidiana, entre los que destacan cuchillos de sacrificio de 2,000 años de antigüedad —que al ser analizados en laboratorio se les encontró restos microscópicos de sangre y tejidos musculares humanos—, figurillas de barro, instrumentos musicales de caracol y cerámica, y una serie de esculturas fálicas que se encontraron en la escalinata de la pirámide central de la Plaza de la Fertilidad, son algunas de las piezas que el público ya puede admirar.

El Museo de Sitio de Cantona también da cuenta de la vida cotidiana de los antiguos habitantes del lugar y de su principal actividad, la explotación de la obsidiana, que fue equiparable a la que se dio en Teotihuacan.

El nuevo espacio museístico fue edificado con la intención de mostrar al visitante la importancia de este asentamiento habitado desde 600 a.C. hasta 1000 d.C.; tuvo su apogeo económico, social y cultural de 300 a 550-600 d.C., con la explotación de dicho mineral vítreo.

El recorrido por el museo está planeado en torno a tres temáticas. La primera, dedicada a La Ciudad; la segunda, a La explotación de la obsidiana, y la tercera, a La Cosmovisión.

La visita comienza con la escultura de Huehuetéotl, dios viejo o señor del fuego (50 al 600 d.C.), cuyo culto fue uno de los más antiguos en Mesoamérica, que se exhibe acompañada de un cráneo humano tal como se encontró en la Pirámide de la Fertilidad; en este espacio también se aprecia una urna que data de 100 a.C., hallada en el Juego de Pelota 5, que aún conserva los colores con que fue decorada y presenta elementos característicos de la cerámica de la región.

En esta sección, el visitante también puede conocer acerca de las características arquitectónicas sui-generis de Cantona, en tanto que sus rasgos constructivos la hacen distinta a otras ciudades contemporáneas, como Teotihuacan y Cholula.

Al respecto, el arqueólogo Ángel García Cook, autor del guión científico del nuevo recinto y director del Proyecto Arqueológico Cantona, explicó que “en el sitio hay una asimetría provocada. Tanto la planificación de la ciudad como de cada construcción carece de simetría y se adapta a la superficie natural del terreno, ya sea loma o ladera”.

El investigador abundó que al interior la ciudad estaba comunicada por una compleja red de calzadas cerradas, calles, pasillos y callejones privados, que suman alrededor de cuatro mil.

Entre las piezas que el público podrá apreciar en esta parte del recorrido se encuentran utensilios de cocina para preparar y servir alimentos, artefactos de hueso y obsidiana para la caza y producciones de pieles y figurillas de barro de la fase Cantona I (600 a.C. – 50 d.C.), que son de las pocas que se han encontrado con esa antigüedad. También se muestra una colección de instrumentos musicales, compuesta por silbatos, trompetas de caracol y tambores de cerámica.

La explotación de obsidiana
Cantona se ubica al oriente del Altiplano Central de México, dentro de los municipios de Cuyoaco y Tepeyahualco, en Puebla. A 9 kilómetros del sitio se localizan los yacimientos de obsidiana Oyameles-Zaragoza, que fueron los más importantes de Mesoamérica.

Los antiguos habitantes de Cantona explotaron esas vetas y convirtieron a la explotación de obsidiana en la actividad económica fundamental para su desarrollo, llegando a convertirse en el controlador total del mineral en el oriente del Altiplano. Los detalles de esta riqueza alcanzada se explican en la segunda sección del museo.

“El mineral se explotaba en pequeños talleres domésticos, localizados dentro de casas, de los cuales a la fecha se han descubierto cerca de 200”, destacó el arqueólogo Ángel García Cook.

“También —agregó— existían talleres controlados por el Estado; hasta el momento se han localizado más de 350”. La obsidiana de Cantona era de un color gris casi negro, utilizada para la fabricación de artefactos, mientras que la de Teotihuacan fue verde y exclusiva para la gente de elite de diversas ciudades mesoamericanas.

En esta sección se explica el proceso de manufactura de las herramientas hechas con este mineral, un video y la diversidad de herramientas como raspadores, navajas y cuchillos para uso doméstico, caza, rituales religiosos e incluso para la guerra.

El recorrido por el Museo de Sitio de Cantona termina con el módulo La Cosmovisión, que describe algunos rituales, como el autosacrificio con navajillas de obsidiana, de las cuales se puede apreciar una amplia colección junto con pequeños recipientes de cerámica en los que era guardada la sangre que se obtenía. En este apartado se exhiben los cuchillos de sacrifico en los que se detectaron componentes sanguíneos y microscópicos fragmentos de tejidos musculares humanos.

El arqueólogo García Cook puntualizó que en Cantona se realizaban importantes rituales agrícolas para la fertilización de la tierra; uno de los descubrimientos más importantes del sitio fue un conjunto de nueve esculturas fálicas, acomodadas sobre restos óseos humanos, colocados sobre un mascarón, al pie de la escalinata de la pirámide más grande. Es así que junto con el Juego de Pelota, el falo fue uno de los principales símbolos de veneración en Cantona.

A Cantona se llega por las autopistas México-Orizaba o México – Apizaco, en el primer caso hay que desviarse en la caseta de Amozoc con destino al pueblo de Oriental, y de ahí tomar la carretera a Tepeyahualco; en el segundo, al llegar a Apizaco dirigirse a Oriental.

Fuente: (INAH)

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