Mostrarán “El rostro de la mujer” en el Museo Nacional de San Carlos

Organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la muestra está integrada con obras de Jean Honoré Fragonard, Francisco de Zurbarán, El Tintoretto, Pelegrín Clavé, Pedro Ribera, Germán Gedovius, Joaquín Sorolla y Ángel Zárraga, entre otros, que pertenecen al acervo del Museo Nacional de San Carlos, así como piezas que provienen del Museo Nacional de Arte, Museo Nacional de Historia, Colección JAPS, Museo Nacional del Virreinato y Museo Franz Mayer y de colecciones estadounidenses del Museo de Arte de Houston y el Museo de Arte de Colombus, Ohio.

Asimismo, y con la finalidad de mostrar el quehacer plástico actual, se exhibirá En el aire, pieza de Teresa Margoles; el textil titulado Cascada, de Marta Palau, y dos instalaciones de Betsabeé Romero: Monjas coronadas y Globos de Cantoya.

Esta exhibición, que podrá apreciarse hasta septiembre, tiene la finalidad de mostrar cómo, además de la edad y la clase social, el género –entendido como cualidades de masculinidad o femineidad, tanto físicas como sociales– es un factor decisivo para entender la representación artística de un personaje en diversos lugares y épocas.

En los diferentes periodos históricos han ocurrido variaciones en lo que se consideraba apropiado para la conducta tanto de hombres como de mujeres; dichas variaciones tienen un impacto en el arte y en las estrategias de representación, que en la mayoría de las veces se sustentan en las políticas de género de su tiempo.

En el arte no debe pensarse que hay una diferencia total y fundamental entre la representación masculina y femenina, no obstante es posible discernir las diferencias atribuibles a la representación genérica, toda vez que hay constantes y expectativas sobre el modo de plasmación de lo propio de lo masculino y lo femenino en cada época y las implicaciones de ello en las sociedades que crearon dichas imágenes.

Las mujeres se representan en roles característicos: diosas, como Juno o Hebe; figuras históricas o religiosas, como María Magdalena; musas, como Euterpe o Talía, o como la encarnación de alegorías como “la pintura” o “la belleza”. Tales desviaciones entre la representación de la mujer y la encarnación de abstracciones han sido interpretadas como la negación a la mujer del tipo de carácter y rol público, muchas veces enfatizado en el retrato masculino. Como dice Felicity Edholm, quien ve en los roles femeninos en el retrato una señal negativa de su represión social en el pasado:

“Detrás de muchos retratos… se asume una biografía, una historia conocida o que se puede conocer, para los hombres en particular una historia de potencial cuando jóvenes y una de logro en la madurez. Las vidas de las mujeres y sus rostros no pueden contar la misma historia… en términos de representación, es la belleza o, si no eso, debido a la modestia y gracia, cuando jóvenes, y la pérdida de belleza, cuando viejas”.

Sin embargo, la gran variedad de alegorías y representaciones y sus usos creativos por parte de los artistas también puede abrir la puerta a la posibilidad de ver a la mujer fuera de las ataduras o restricciones de su vida doméstica y rol social.

Con el transcurrir de los años, los valores y cualidades femeninas se transformaron significativamente y los retratistas comenzaron a representarlas ya no como santas o religiosas, sino de forma más mundana: sirvienta o dama de sociedad, en la juerga o departiendo en un salón de té, donde la sensualidad, el romanticismo y la coquetería desborda en las pinturas, esculturas o en las instalaciones actuales.

La exposición temporal El rostro de la mujer. Un recorrido del siglo XIV al siglo XX se inaugurará el jueves 5 de julio a las 19:00 horas en el Museo Nacional de San Carlos, ubicado en Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.

Fuente: (CONACULTA)

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