“Memorias de un huapanguero”: Son para Milo 2012, día 2

Siguieron los Hermanos Tavira, que siguen sonando muy bien e incorporando a los jóvenes Vadim y Poncho, el primero alternando en el violín y el contrabajo, el segundo en este último instrumento y, supongo, también de bailador. La lluvia hizo acto de presencia. Después subieron al escenario norte Los Pregoneritos de Hidalgo. Aproveché para mostrarle a Javier Tavira el libro sobre músicos huastecos que no recibió apoyo en una convocatoria reciente del CONACULTA y que, por lo mismo, pienso publicar pronto por mi cuenta y por la de aquellos amigos y familiares que contribuirán a la causa. Así que, si alguien quiere sumarse, adelante, se aceptan y necesitan donaciones y mecenas. Los donantes recibirán a cambio un libro o más ejemplares y aparecerán en un listado en el interior de aquél. Javier me cuestionó sobre por qué no he hecho uno sobre los de la Tierra Caliente; porque preparé éste para la convocatoria susodicha, le respondí, pero saliendo uno, iré por más, incluyendo, por supuesto, uno de músicos calentanos. A mi Dios le pido salud y tiempo, lo demás, por añadidura…

Volví a saludar a Ramón Sánchez, quien estaba con un hijo del músico Víctor Pichardo, de Sones de México, que también andaba por ahí. Vi a Pedro Ignacio, quien calentaba motores, nos fundimos en un abrazo mientras Los Hijos de la Matraca con su potencia sonora se escuchaban a lo lejos. Pedro me comentó de los cambios en su grupo, debido sobre todo a la edad de uno de sus integrantes, el guitarrero Benigno Julio, quien estaba enfermo y por eso no pudo venir. Hablé unos minutos con don Maximiliano Julio Crispín, ejecutante de la tamborita. Los dos hermanos Julio eran parte integrante del mismo conjunto regional cuando lo comandaba el padre de Pedro, Plutarco Ignacio (Q.E.P.D.).

Precisamente no pude hablar más con don Maximiliano porque fueron requeridos para actuar. Este Grupo Regional Calentano de Pedro Ignacio me parece muy bueno y con un sonido muy autóctono. Además, Pedro está realizando una labor loable al componer nuevos gustos, sobre todo, que presenta en el concurso que se efectúa en el marco de la Feria de Sombrero de Tlapehuala. Fueron “reforzados” por Cuauhtémoc Tavira en el violín. Llevaban un disco, se lo solicité a Javier Tavira, quien también tuvo que ver para que estos músicos tocaran en el Son para Milo. Ya no tenía, pero pude conseguir uno, del que posteriormente hablaremos aquí mismo. Se titula “Tradiciones”.

Posteriormente, tocó el turno al Trío Chicontepec, uno de los emblemáticos de este cónclave y más querido por los maestros y público asistentes. Para esos momentos, al filo de las 20 horas, había un gentío y la lluvia había cesado, dejando un ambiente festivo incomparable. Me daba vueltas por la zona comercial, que este año llegó hasta los pasillos del fondo, frente a la Cafetería de la BENM. Qué de gente, de veras. Por ahí vi a César y Germán Hernández Azuara hablando con Patricia Peñaloza; más tarde tocando con un músico, creo que Benjamín de Jesús, a quien he visto acompañar a Chucho Gil. También a Ulises Trejo Amador, quien me habló del próximo aniversario de El Rincón de la Décima, de lo que pronto abundaremos en estas “Memorias…”.

Fue una tarde excepcionalmente agradable, sonera, musicalmente extraordinaria. Entre los numerosos puestos estaban los de Ana Zarina, quien estaba acompañada del fotógrafo Antonio Castro, Discos Pentagrama, Discos Corasón, Son pa´los escuintles, Recorriendo la Huasteca del amigo potosino Arturo Hernández Ochoa, a la amable enfermera y bailadora que me atendió como un ángel en el Centro Médico Nacional “Siglo XXI” durante mi convalecencia… Además, claro, multitud de artesanías y de los de comida –prohibida para mí–: chocolate, toritos, instrumentos musicales, tlayudas, pollo a la leña, pozole, enchiladas, pemoles, rosquitas de azúcar, pan… Los baños de mujeres saturados, pero gracias a los organizadores, se mantenían razonablemente limpios. Una camioneta de Radio Mexiquense se mantenía al costado del entarimado grabando, lo mismo Anatolio Vázquez, quien transmitía por su estación Radio México vía Internet.

Fue una tarde en que pude saludar y charlar –ya no brindar– con “Gollo” Solano y Marcos Hernández, de Los Camperos de Valles, y al maestro Gerardo Méndez, integrante de El Lindero y en cuya casa moreliana pasé noches de tertulia musical inolvidable. Volví a escuchar en su puesto a los jóvenes de Chintete, a unos músicos jarochos haciendo el fandango en el interior del edificio derecho de la Normal. ¡Qué de jóvenes tocan jarana! Destacaba la leona colorida del músico chilango Francisco Romero. Quizás el son jarocho sea la rama del son mexicano que más cultivadores jóvenes tiene y de muchas regiones o partes del país…

Conocí al compositor Adalid Bahena, de Uruapan, a quien acompañaba su joven alumno Eduardo Zambrano Castillo, mientras admirábamos la manera de tocar de El Lindero, justo donde alguna vez estuvo la torre monumental que ideó el arquitecto Mario Pani en esa Benemérita Escuela, que alguna vez fue sede de sesiones de la UNESCO y donde José Clemente Orozco dejó muestras de su legado muralístico. ¡Qué de patrimonio cultural hay en México y cuánto se junta y magnifica durante el Son para Milo en la BENM! Saludé a Rubén, percusionista de Los Rastrillos, a los bailadores Juana y Teofilito, que fueron una de las parejas que bailaron en el Centro Nacional de las Artes cuando tocaron Los Camperos de Valles el 13 de mayo pasado; también a Marcelo Pedraza, a quien he visto como integrante de trío huasteco y mariachi, ahora tocó con Los Cocoteros de Colima. Saludé a los hermanos Salmerón, Rigo, Juan y Guadalupe, que se preparaban para tocar.

Me acerqué a escuchar a los integrantes de Gallina Negra, un grupo que ha hecho fusiones realmente interesantes a partir de música tradicional. Anunciaron que habían sacado un disco doble. Habrá que conseguirlo. Siguieron Los Salmerón, cuyo director, Rigoberto Salmerón, anunció que estaba en días por salir a la luz un nuevo disco. Felicidades, un grupo –dinastía, se nombran ellos mismos– familiar que persevera en mantener la música de sus ancestros. Continuaron Los Chiles, pero a las 22 horas ya no aguantaba mi morral ni los pies ni el hambre ni el cansancio. Mañana, el domingo 3, continuaría y concluiría el XI Encuentro de Música Tradicional Mexicana, una edición que, francamente, había llegado a una etapa de consolidación gracias a un equipo encabezado por los infatigables y admirables maestros del Taller de Danza Tezcatlipoca…

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: Los Salmerón pusieron a zapatear a los asistentes a ritmo calentano.
Azteca 21/Gregorio Martínez.

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