Una leche sin nata

Aquellos viejos tiempos en que la leche, al hervir, hacía una nata espesa y cremosa una especie de maná para los postres más exquisitos y los gustos más simplones como untarla sobre una concha, forman ahora un recuerdo que huele a niñez y que sabe a otra cosa muy distinta a lo que, desde hace años, está puesto en la mesa de los consumidores.

Cuando hablo de lo que era la leche, su consistencia, sabor, olor y su nata perfecta,  despierto la inquietud de mis hijos pequeños y de sus amiguitos que no saben si se perdieron de algo muy  bueno o de plano es una exageración personal.

No obstante, para los que sabemos de leche es mejor que  nadie nos venga a engañar, así como vamos terminaremos confundiendo “la horchata” con la leche  ante esas aguas tan clareadas.

Precisamente en España, país que presume de los pastos y el ganado favorables para el mejor líquido lácteo,  fue difundido un estudio que pone por los suelos la calidad de la leche en casi todas las marcas españolas.

Y vaya que ha levantado ampollas en un país donde además es tradición que los niños y jóvenes en edad de crecimiento beban hasta 6 vasos bien servidos de leche distribuidos en distintas horas del día y uno muy fundamental al momento del almuerzo, otro más en la merienda y de remate en la cena.

Hace algunos días atrás el periódico ABC preguntaba en un reportaje de Israel Viana: “¿Es la leche que compramos en el supermercado ese producto de calidad y nutritivo que suponemos?”

Para dar respuesta, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)  analizó 47 marcas cuya inspección formó parte de un documento que terminó en manos de un juez para avalar la certeza de la investigación y el resultado negativo para la calidad de la leche.

“El informe destaca que de las 47 marcas inspeccionadas, una mayoría no aportan el contenido mínimo de grasa, son más pobres en calcio que hace 20 años, han sufrido tratamientos térmicos muy agresivos que pueden degradar las vitaminas y proteínas y algunas más han utilizado leches demasiados viejas”.

En una escala de 1 a 100 establecida por la OCU, la leche de mejor calidad es la Pascual con un 80 y la peor es Polesa con un 10.

A COLACIÓN
En México, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), también hace lo propio analizando las calidades de la leche, de hecho, lleva varios años con un proceso de seguimiento a los distintos estudios emitidos.

En el documento “No todo lo que parece leche lo es”, el organismo defensor de los consumidores, advierte de la confusión entre leche, fórmulas lácteas y productos lácteos, muchas veces derivada de la propia publicidad en las etiquetas.

Así una persona puede comprar una fórmula láctea creyendo además que tiene la misma calidad y contenido graso y proteínico que una leche.

Otros resultados tienen que ver con la línea light y los múltiples derivados de leche en tantas presentaciones con lactosa, sin lactosa, desnatada, descremada, etc; la mayoría, sobre todo las light no son tan ligeras en calorías como lo prometen.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2008, las familias gastan más en leche que en ninguna otra bebida: en 2006, las familias gastaron en promedio 233.66 pesos mensuales en leche, para 2008, 248.66 pesos.

En cuanto a bebidas alcohólicas y no alcohólicas, en 2006, el gasto mensual se situó en 198.33 pesos; mientras, en 2008, dicho gasto lo hizo en 187.33 pesos.

Mientras beber leche todavía le gana la carrera a la coca cola como preponderante en el hogar sobre todo por el calcio que aporta para el crecimiento de los niños y adultos de la tercera edad, se entiende la preocupación de la Profeco porque las empresas productoras de leche y productos lácteos y sus derivados cumplan cada vez más con mejores normas de calidad que garanticen, que efectivamente, el consumidor está bebiendo un vaso de leche en todo rigor.

Aquí además de la presencia del ombudsman es muy necesaria la participación de la Secretaría de Economía no únicamente en el tema del precio del lácteo y en dirimir los conflictos con los productores, la pretensión es ir más allá para obligar a las empresas a elevar sus estándares de calidad.

Todavía están presentes  en el ambiente los casos de leche contaminada importada desde Estados Unidos y otras toneladas de forma ilegal desde China. Si la leche es principalmente para bebés y niños en crecimiento pensemos entonces en ellos para darles calidad e higiene.
P.D. Le invito a que opine del tema en mi blog http//claudialunapalencia.blogspot.com

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