Francisco Javier Díaz García, joven escultor jalisciense promueve su obra en vecindario de Chicago

Frank Díaz, como firma sus obras, tiene una larga historia de migración que inició hace 10 años, cuando salió de su natal Guadalajara en busca de una mejoría económica para él y su familia, y se estableció en Chicago aceptando diversos empleos ajenos a sus inquietudes.

Hoy, él define sus esculturas como “juguetes visuales” que van surgiendo conforme trabaja el material, sin una idea o boceto previo. “Comienzo a jugar con la madera, el yeso, las pinturas, el lienzo, cualquier medio al alcance, hasta que es algo y existe por sí mismo”, explicó en entrevista con Notimex.

El artista, de 31 años de edad, comentó que su pasión por la escultura ha sido difícil de desarrollarla debido a que carece de tiempo, recursos propios y un apoyo familiar, por lo que ha tenido que emplearse sin paga en algunos sitios de interés a cambio de aprender algunas técnicas y utilizar las herramientas para sus obras.

De niño le gustaba coleccionar objetos y era un fanático de las caricaturas, lo que hacía que frecuentemente combinara la animación con la pintura y la escultura para crear sus propios juguetes. Cuando cumplió 18 años descubrió que no sólo era un gusto sino una obsesión modelar materiales.

Díaz, casado y padre de una hija pequeña, tiene su propio estudio en casa, donde además de la escultura experimenta con pintura y joyería. Frecuentemente busca exponer sus obras en las galerías del vecindario aprovechando la relación amistosa que ha desarrollado con los propietarios, aunque a veces lo hace en restaurantes y otro tipo de negocios.

“Tengo piezas exhibiéndose permanentemente hasta en negocios de un suburbio, pero es difícil vender porque ahorita lo que menos se necesita es arte en las casas, para muchos resulta un lujo”, expresó.

Sin embargo, eso no lo limita y lo mismo hace piezas pequeñas al alcance del bolsillo, que esculturas para exteriores, con las cuáles sólo tiene problemas cuando busca el permiso para exhibir en parques y hoteles.

“Hay mucha gente a la que le gusta lo que hago y me busca, eso me estimula, por lo que no tengo limitaciones en ningún proyecto, sólo me enfoco en mi imaginación”, dijo.

Frank Díaz vive y exhibe en el vecindario mexicano de Pilsen pero tiene la ilusión de, algún día, poder regresar a su estado natal con su obra y montar una exhibición itinerante.

Fuente: (Notimex)

 

Su trabajo formal es la carpintería en una empresa mueblera, donde le permiten y reconocen el diseño de las piezas que realiza, pero Francisco Javier Díaz García, un artista mexicano originario de Jalisco, disfruta su tiempo libre haciendo escultura en madera y otros materiales que periódicamente exhibe en el vecindario de Pilsen.

Frank Díaz, como firma sus obras, tiene una larga historia de migración que inició hace 10 años, cuando salió de su natal Guadalajara en busca de una mejoría económica para él y su familia, y se estableció en Chicago aceptando diversos empleos ajenos a sus inquietudes.

Hoy, él define sus esculturas como “juguetes visuales” que van surgiendo conforme trabaja el material, sin una idea o boceto previo. “Comienzo a jugar con la madera, el yeso, las pinturas, el lienzo, cualquier medio al alcance, hasta que es algo y existe por sí mismo”, explicó en entrevista con Notimex.

El artista, de 31 años de edad, comentó que su pasión por la escultura ha sido difícil de desarrollarla debido a que carece de tiempo, recursos propios y un apoyo familiar, por lo que ha tenido que emplearse sin paga en algunos sitios de interés a cambio de aprender algunas técnicas y utilizar las herramientas para sus obras.

De niño le gustaba coleccionar objetos y era un fanático de las caricaturas, lo que hacía que frecuentemente combinara la animación con la pintura y la escultura para crear sus propios juguetes. Cuando cumplió 18 años descubrió que no sólo era un gusto sino una obsesión modelar materiales.

Díaz, casado y padre de una hija pequeña, tiene su propio estudio en casa, donde además de la escultura experimenta con pintura y joyería. Frecuentemente busca exponer sus obras en las galerías del vecindario aprovechando la relación amistosa que ha desarrollado con los propietarios, aunque a veces lo hace en restaurantes y otro tipo de negocios.

“Tengo piezas exhibiéndose permanentemente hasta en negocios de un suburbio, pero es difícil vender porque ahorita lo que menos se necesita es arte en las casas, para muchos resulta un lujo”, expresó.

Sin embargo, eso no lo limita y lo mismo hace piezas pequeñas al alcance del bolsillo, que esculturas para exteriores, con las cuáles sólo tiene problemas cuando busca el permiso para exhibir en parques y hoteles.

“Hay mucha gente a la que le gusta lo que hago y me busca, eso me estimula, por lo que no tengo limitaciones en ningún proyecto, sólo me enfoco en mi imaginación”, dijo.

Frank Díaz vive y exhibe en el vecindario mexicano de Pilsen pero tiene la ilusión de, algún día, poder regresar a su estado natal con su obra y montar una exhibición itinerante.

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