“La ciudad del buen vivir y del buen beber”, recorrido por 15 cantinas del DF que ofrece todos los jueves el historiador y cronista Francisco Ibarlucea

“El programa consta de 15 cantinas y se divide en cinco rutas”, reveló anoche el experto, en entrevista con Notimex. Así, la primera que se visitó fue “El tío Pepe”, reducto del género masculino que data del año 1874 y de ahí, el grupo de parroquianos se trasladó a “La faena”, de 1954, “la más pintoresca de la ciudad”.

En cada una de esas cantinas, los visitantes pudieron conocer las minucias de los locales, sus orígenes, las bebidas que ahí se expenden y algunos datos históricos, curiosidades y gracejadas, que han acumulado a los largo de los años y que hoy permanecen a manera de espíritu al alcance de quien se aventura ingresar a ellas.

La primera es pequeña, acogedora y cálida. Quienes ahí departen tienen en “El tío Pepe” un rincón donde cada cual da rienda suelta a sus pensamientos, ideas e ideales, proyectos y planes, y halla en el de al lado al hermano que no tuvo, al padre que lo abandonó y al amigo-carnal que desde niño apeteció disfrutar.

En “La faena”, todos los noctámbulos quedaron asombrados con la decoración, a la más pura usanza de la Fiesta Brava. La cantina parece un museo, pues en su amplio salón, con pilares que sostienen la estructura del edificio, ostenta unos rancios aparadores donde se hallan vestimentas de toreros de abolengo antiguo.

La noche era joven cuando a bordo de una réplica de un tranvía del Siglo XIX, el guía anunció: “Vamos a dar una pequeña caminata por la calle de Regina, para ver la remodelación que recientemente se realizó ahí, y vamos a ir a una mezcalería, ‘El mexicano’ y de ahí, a ‘La bota’, un lugar de la época moderna”.

A pregunta expresa, el guía mencionó que en el caso de “La bota”, que además de ser cantina es un espacio donde se lleva a cabo intensa actividad cultural, “es visitada en este paseo porque entre sus particularidades está su ubicación, frente al Claustro de Sor Juana, por lo que les platico sobre la monja Juana de Asbaje”.

En consideración de Francisco Ibarlucea, todos los capitalinos y más aún, todos los mexicanos, deberían hacer este paseo cultural. ¿Por qué? “Porque es una excelente oportunidad de conocer los atractivos de la Ciudad de México desde otra óptica”. Advirtió, sin embargo, se debe ser mayor de 18 años de edad para poder hacerlo.

Sobre su formación profesional, el entrevistado dijo ser historiador amante de escribir sobre hechos y sucedidos en esta capital, por lo que desde el año 1995 se convirtió en cronista.

“Conocí al historiador, editor y narrador Germán Argueta, quien me invitó a publicar mis escritos en su revista ‘Crónicas y leyendas”.

Luego, dijo, incursionó en la narración oral y comenzó a ejercer ese noble oficio ante niños, a quienes fascinaba con sus leyendas. “También daba recorridos por la ciudad, de manera independiente, a quien así lo solicitaba”. Ya en 2002, el Fideicomiso del Centro Histórico lo vinculó al proyecto de sus paseos turísticos.

¿De qué se nutre un historiador, cronista y guía que conquista a quien lo escucha en sus historias, cuentos, leyendas y tradiciones? El entrevistado confiesa que de las obras de Artemio de Valle Arizpe (Saltillo, 1884-Ciudad de México, 1961) y de Luis González Obregón (Guanajuato, 1865-Ciudad de México, 1938).

“También de Salvador Novo (Ciudad de México, 1904-1974) Carlos Fuentes, (mexicano, 1928) y de la cultura y sabiduría popular alrededor de las cantinas iniciada por Armando Jiménez (Coahuila, 1917-Chiapas, 2010) con recorridos en los años del presidente Adolfo López Mateos”, concluyó el guía.

Fuente: (Notimex)

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