Rafael Ramírez Heredia sostuvo siempre que en todo creador serio habitaba un periodista curioso

Así lo expresaba el escritor en una entrevista concedida en 2005, donde sostenía que el periodismo era una de las profesiones más antiguas del mundo y cuya influencia se extendía a todas las vertientes.

“Todo investigador, todo hombre que registra hechos y hallazgos. Es un periodista, qué hizo Moisés sino entrevistarse con Dios en la montaña, ¿qué hace un pintor cuando investiga las corrientes estéticas del pasado y presente, en qué se diferencia un músico de un reportero cuando escucha y analiza diversas sinfonías?”.

Desde su incursión en el mundo de las letras, Heredia siguió cabalmente la consigna del escritor William Faulkner, quien decía que para dedicarse a la literatura se necesita 99 % de talento, 99 % de trabajo y 99 % de disciplina.

Entre su familia y entre sus colegas se hicieron famosos sus encerrones durante el proceso de escritura de un libro, sus largas jornadas de trabajo, a veces hasta 15 horas sin descanso,  sólo con algunas pausas para comer.

Por consejo de sus padres, estudió para contador en el Instituto Politécnico Nacional, pero su verdadera pasión era leer novelas, aspecto que lo animó a probar suerte con su primer trabajo Camándula (1970), a la que seguiría Tiempo sin horas (1972) y cuatro años mas tarde, con un dominio depurado de las atmósferas y la narrativa presentaría En el lugar de los hechos (1976).

Lo primero que llamó la atención a los críticos fue el talento de Ramírez Heredia para lograr un gran realismo en cada historia, con base en el detalle de descripciones, de sicologías y pequeños detalles que volvían escalofriantemente verídicos a los personajes y situaciones.

A aquellos primeros libros siguieron Trampa de metal (1979), que en opinión de algunos críticos lo convirtió en el nuevo exponente nacional de la novela negra, logrando combinar la investigación, el suspenso y el delineamiento de personajes multidimensionales.

Para los años noventa, Heredia continuó ejerciendo el periodismo literario, presentando Con M de Marilyn, libro que se ocupa de la estancia en nuestro país de la  bella actriz durante dos semanas, a mediados de los años sesenta, dos años antes de su misteriosa muerte, narrando con gran estilo sus escapadas a los toros y al restaurante El Taquito.

Poco antes de su muerte, a Ramírez Heredia se le vio con una energía notable, concediendo entrevistas y abundando sobre los fenómenos sociales latinoamericanos que dieron lugar a diversos grupos delictivos.

Sus libros han sido traducidos al ruso, alemán, francés, inglés y búlgaro, y entre los reconocimientos que obtuvo en vida se cuentan el Premio Juan Rulfo de Cuento, otorgado por Radio Francia Internacional, en París, en 1984, el Premio Nacional de Teatro, el Premio Nacional de Cuento, el Premio Internacional de Letras de la Sociedad de Escritores de la Ex Unión Soviética, y el Premio Nacional de Literatura, del Consejo de Cultura de Nuevo León.

“A los reconocimientos se los lleva el viento, en cambio las palabras perduran, es ahí donde hay que poner el acento, hay que crear personajes en los que creamos totalmente, que contengan algo de nuestra propia alma, esa es la verdadera inmortalidad del escritor”, afirmaba el autor en una de sus última entrevistas, concedida en una cafetería de la calle de Hamburgo.

Rafael Ramírez Heredia falleció en la Ciudad de México el 24 de octubre de 2006, a consecuencia de un cáncer linfático.

Fuente: (CONACULTA)

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