Inician los festejos del Centenario del Natalicio de Jorge Negrete con la proyección de la cinta “Una carta de amor”

escenas de amor para irritar a sus protagonistas, e incluso que planeaba sus agenda como secretario de la ANDA, cual si se tratara de una operación militar.

Lo cierto es que a 100 años de su natalicio, el legendario “charro cantor” continúa siendo una de las figuras más emblemáticas de la cultura mexicana, así como uno de los contados artistas cuyo legado musical, cinematográfico y social se renueva con cada generación.

Nacido en Guanajuato el 30 de noviembre de 1911, Jorge Alberto Negrete Moreno fue hijo del militar David Negrete Fernández y de Emilia Moreno Anaya, quienes le inculcaron una educación clásica, rodeada de libros, música sinfónica y ópera, lo que despertaría su pasión por este último género.

Se cuenta que los primeros pininos de Jorge Negrete en la música fueron durante las reuniones familiares, donde solía entonar canciones mexicanas.

Por presiones de su padre, fue inscrito en el Colegio Militar siendo adolescente, pero gracias al apoyo de su madre logró abandonar aquella carrera y comenzó a estudiar ópera a principios de la década de lo 1930.

Gracias a las enseñanzas del profesor José Pierson, quien le confió algunos de sus secretos para expandir la voz y el registro sonoro, comenzó a realizar diversas presentaciones como cantante bajo el nombre de Alberto Moreno, ingresando al poco tiempo a los elencos de las radiodifusoras XERT y XEW.

En los cafés bohemios del Centro Histórico y en las fiestas de la famosa radiodifusora, conoce a Pedro Armendáriz, Antonio Badú, Emilio Tuero,  Gonzalo Curiel y Manuel Esperón, entre otros, conformando un grupo unido que más que competir se solidarizaban.

“Si a alguien le faltaba dinero o trabajo, siempre entraba en ayuda el compañero para informarnos de alguna presentación pagada en una fiesta o de audiciones”, recordaría Negrete años después, al frente de la Asociación Nacional de Actores.

Después de algunas desilusiones en el medio artístico mexicano, donde incluso fue abucheado en el Teatro Lírico por cantar piezas de ópera no comerciales, Jorge Negrete emprende el viaje hacia Estados Unidos, donde se presenta con un mediano éxito en la ciudad de Nueva York, haciendo dueto con Ramón Armengod.

A su regreso a México y después de sortear una fuerte hepatitis, Negrete es invitado a participar en la cinta La madrina del diablo, logrando una actuación memorable e iniciando con el pie derecho su carrera en el cine.

Entre los productores mexicanos comenzó a correr el rumor de que existía un joven que además de actuar bien, cantaba mejor que los cantantes más exitosos del momento.

Esa mezcla de talentos fue su carta de presentación para participar en varios filmes como Juntos, pero no revueltos, Caminos de ayer, Perjura, El cementerio de las águilas, El fanfarrón y La Valentina.

Más tarde, después de un breve matrimonio con Elisa Christy, a quien conoció en el rodaje de La Valentina, fue contratado para protagonizar uno de sus filmes más exitosos ¡Ay, Jalisco, no te rajes!, donde conoció a su segunda esposa, Gloria Marín, con quien viviría a lo largo de una década, hasta que iniciara una relación con Elsa Aguirre cuando filmaban juntos Lluvia roja.

A partir de entonces, Negrete logró la internacionalización, no sólo de su voz e imagen, sino de la cultura mexicana, dotando de una gran elegancia y gallardía a las tradiciones mexicanas y la idiosincrasia de nuestros compatriotas.

Se cuenta que las películas de Jorge Negrete como charro eran vistas en Europa, Estados Unidos e incluso Asia, conquistando a un numeroso público.

Los productores decidieron seguir explotando su veta de charro elegante y altivo en cintas como Así se quiere en Jalisco, Me he de comer esa tuna,  Hasta que perdió Jalisco, además de cintas con argumentos más serios como El Peñón de las ánimas, Historia de un gran amor, Tierra de pasiones, El jorobado, Canaima y En tiempos de la inquisición.

Durante aquellas filmaciones, Negrete se dio cuenta de que muchos extras e incluso actores veteranos de gran talento no contaban con las mínimas prestaciones sociales en cuanto a seguros médicos, planes de jubilación y retiro, etcétera.

¿Acaso el trabajo de actor no es como cualquier otro?, se preguntaba el “charro cantor” en 1944 al ser nombrado secretario general de la ANDA, donde supo lo que era entrar al juego de la política y combinar su trabajo artístico con mítines, reuniones gremiales y hasta protestas.

Tiempo después realizaría algunas de sus películas más populares, alternando con Pedro Armendáriz, Pedro Infante y Luis Aguilar en  Los tres alegres compadres, Dos tipos de cuidado y Tal para cual, respectivamente.

Su vida privada también se ventiló en público cuando se separó de Gloria Marín y las historias de infidelidades llegaron a las primeras planas, aspectos que se potenciaron poco después con su súbito matrimonio con la diva María Félix, con quien en principio tenía una relación de profunda antipatía, según testigos que participaron en el rodaje de El rapto.

Se cuenta que en los rodajes, Negrete comía cuatro dientes de ajo antes de las escenas de besos para hacer rabiar a la doña, hasta el día en que se cruzaron en un pasillo cercano a los camerinos y él le robó un beso fuera de cámaras, añadiendo: “Así se trata a las muchachas caprichosas como usted”, frase que María Félix recordaría como el cerillo que encendió la llama entre ambos.

Sin embargo, aquella relación que culminó en boda, difundiéndose como el “Matrimonio del Siglo” en los principales diarios de México, duraría poco, pues ese mismo año, por complicaciones del hígado, Jorge Negrete falleció en un hospital de Estados Unidos.

Este martes 29 de noviembre, a las 19:30 horas, en el Monumento a la Revolución se proyectará la cinta Una carta de amor, dirigida por Miguel Zacarías, con la cual dan comienzo los festejos preparados por el Instituto Mexicano de Cinematografía, la Cineteca Nacional, la Fonoteca Nacional y el Auditorio Nacional para conmemorar los cien años del “charro cantor”.

Fuente: (CONACULTA)

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