La mexicana Elisa Carrillo y el ruso Mikhael Kaninskin, primeros bailarines del “Ballet de la Ópera de Berlín”, se lucen en el “Teatro Degollado”

en sus país para demostrar por qué es prima ballerina del Ballet de la Ópera de Berlín.

Para este viaje vino acompañada de su esposo, el ruso Mikhael Kaninskin, quien también es su pareja de baile en la agrupación alemana. Sin embargo, él sabe que la noche y las ovaciones serán para Elisa.

El reloj aún no marca las 20:30 horas, pero la pareja ya está en el escenario. Los dos bailarines de la compañía alemana aprovechan para calentar los músculos, ejecutan algunos pasos, sonríen y se abrazan, incluso se toman el tiempo para posar ante la lente de un fotógrafo que registra cada uno de los movimientos de Elisa Carrillo.

La segunda llamada se escucha en el foro de la calle Belén e Hidalgo y la pareja se retira a su camerino sin ningún ritual, ahí espera su turno para salir a escena, en tanto que los integrantes de la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco se toman de las manos y hacen un círculo en el centro del escenario para pedir una  noche de concentración y perfección.

La desesperanza

El nombre de Elisa Carrillo es garantía de un buen espectáculo y eso lo saben los aficionados a la danza que desde el viernes –21 de octubre– agotaron los boletos para la función de Estampas Panamericanas. A diferencia de los estrenos teatrales –Calígula, Al filo del agua y Mariachi con tequila– del Programa Cultural Panamericano, esta noche, la del pasado martes, la fila de entrada es larga; pasa por la calle de Belén y dobla en la de Morelos.

Un hombre mayor vestido con un traje negro, recorre toda la fila para preguntar: “¿Le sobra un boleto?”. Lo mismo ha hecho Fabiola Morales, de 25 años, acompañada por sus amigas, quienes sí alcanzaron a comprar sus boletos.

La función se retrasa unos minutos para permitir el ingreso de la mayoría de las personas –casi mil– que han acudido a la función, donde los homenajes sorprenden a los asistentes, pues no estaban en el programa de mano. Los bailarines Irma Morales, Sandra Bárcenas, Slauka Ladewig, Raúl Hernández y Dalirys Valladares posan sobre el escenario con sus diplomas; Dalirys tiene dos, uno por su trabajo como bailarina en el Ballet de Monterrey y el otro como directora de la compañía jalisciense desde hace casi seis largos meses.

Folclor para empezar

El rumor del mar y el canto de los gallos se escuchan mientras seis mujeres de vestido rojo mueven sus cuerpos sobre el escenario, asemejando a las olas. Después un ritmo conocido: Huapango, de José Pablo Moncayo, y la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco lista para bailar. Pese al círculo de energía y la solicitud de concentración y perfección, la ejecución no es perfecta: un bailarín casi cae y se percibe que la sincronía no ha acompañado a los bailarines en la función.

Después llega  Amy Robyn, de la Dance Company Chicago, cuya elección para bailar se concentra en piezas contemporáneas. Sus movimientos fuertes y lentos provocan comentarios: “Se nota la diferencia, ¿verdad?”, dice una joven del palco primero.

Luego salen a escena los argentinos Analía Sosa y Julián Galván para interpretar La Cumparsita, un tango que conmueve a los espectadores; y si acaso no es suficiente ver cómo el ese ritmo se mezcla con el ballet, Hilda Vázquez y Jonhal Fernández demuestran la salsa también tiene lo suyo y puede sumarse a la delicadeza del clásico. Al terminar los ritmos latinos la estafeta llega a los invitados de honor de la noche.

Romance y perfección

El silencio es total en el Teatro Degollado, el público sabe que la pareja en escena es la de Elisa y Mikhael. Los bailarines están sentados mientras la música avanza. La prima ballerina luce un vestido rojo, casi tinto, y su pareja lleva camisa blanca, pantalón negro y tirantes.

La pareja se levanta para interpretar Caravaggio, del coreógrafo Mauro Bigonzetti. Con movimientos firmes y suaves, sus músculos se marcan por la intensidad, mientras sus rostros muestran melancolía. Suspiros llenan el teatro.

Para verlos con la siguiente pieza, Transparente, pasan varios minutos. El atuendo de Elisa ahora es otro, uno más ligero para interpretar la traición y la muerte. La fuerza es sin duda protagonista también de la pieza. La ejecución fue reconocida por el público, todos aplauden con entusiasmo a Elisa Carrillo; ella mira a su esposo, mientras éste retrocede unos pasos para dejar toda la luz en la bailarina nacida en Texcoco.

Para el tapatío Isaac Hernández y su pareja, Marcella de Paiva, ambos integrantes del San Francisco Ballet, también hay una gran ola de aplausos, pese a la caída de la joven bailarina su interpretación del pas de deux Don Quijote. Sin embargo, la gran reina de la noche es Elisa Carrillo.

Fuente: (informador.com.mx)

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