Para ser reportero hay que abrir brecha y estar en medio del conflicto: Manuel Mejido

hoy, como dice, no termina. Ahora, esa experiencia la reúne en las páginas del libro Con la máquina al hombro, que narra la forma cómo él hizo periodismo para narrar guerras, realizar entrevistas o reportajes.

Su travesía lo llevó a conocer a muchas personalidades, entre ellas a Pablo Picasso, del que narra en su libro cómo le pintó su coche en 1958, un Citroën, el cual vendió en seis mil dólares y se mantuvo seis meses más en Europa.

Tras la entrevista que le hizo Mejido al artista español en Villa California –La fortaleza del ogro–, Picasso le dijo:

—Pinté en su automóvil las guirnaldas de la paz.

—Maravillosas. Pero no las firmó, maestro —contestó Mejido.

—¿Qué quieres, la pintura de Picasso o la firma de Picasso?

—Las dos hacen la mejor combinación, maestro.

La obra, relata en el artículo “El auto perdido de Picasso”, sirvió para bautizar en 2005 un modelo de esa marca con el nombre de Xsara Picasso. Hoy, se desconoce en qué manos está el automóvil.

PERIODISMO. Manuel Mejido nos recibe en su casa. Silenciosa y luminosa. Algunos cuadros, la televisión de plasma, además de fotos de sus hijos y nietos. Pero sobre todo, su Olivetti 33, con la que escribió este libro que publica Siglo XXI Editores.

“Este libro es el recuento de cómo hice periodismo”, acota. Recuerda que inició como reportero en la crónica taurina en Claridades y, después de año y medio, ingresó a Excélsior. En mi tiempo, dice, había grandes reporteros como Carlos Denegri, René Arteaga o Fernando Benítez.

“Ser reportero lo traía en la sangre y aunque estudié en la UNAM para químico metalúrgico, mi deseo era escribir”. Pero la universidad es una gran base, porque te enseña a pensar, a investigar y a obtener conocimientos. “Un reportero debe ser lo más culto posible”, agrega.

Su travesía lo llevó a cubrir la Guerra de los Seis Días, el conflicto entre Irak e Irán, los combates en Afganistán, el golpe de Estado en Chile o entrevistar al ex presidente de EU Ronald Reagan, al escritor Henry Miller o denunciar la pobreza de sitios como el Chamizal o Cartolandia en México.

Estos dos últimos reportajes, dice, son la descripción de sitios paupérrimos del país. “El Chamizal, que regresó a nuestro país después de un litigio con la Unión Americana, era el basurero de Ciudad Juárez. Mientras Cartolandia era el lugar donde los perros se peleaban la comida con los niños”.

Las denuncias hicieron que el entonces presidente Luis Echeverría destinara recursos para su transformación y ahora son sitios de primer nivel.

En mi carrera caminé por todo México, por todo el mundo. Hay que estar ahí, abrir brecha, agrega. Esa cruzada periodística se concreta en libros como México amargo, que ya tiene 16 ediciones, Esto pasó en Chile, Los amos del petróleo, entre otros.

OFICIO. Manuel Mejido dice que muchos libros enseñan cómo escribir una entrada. Hay que poner qué, cómo, cuándo dónde y por qué, pero ninguno explica cómo hacer periodismo.

Y aunque el mundo ha cambiado y las nuevas tecnologías avanzan, el periodismo sigue siendo el mismo: reportear.

Ahora con el internet, comenta, se camina, “no sé si para bien o para mal”, a copiar datos que no siempre son ciertos, y lo peor: que no transmiten nada. “Las notas no provocan sentimientos de alegría, tristeza, dolor  o llevan al asombro”.

Se dejó de reportear. “Lo que vende un periódico es eso: historias que traen los reporteros o las fotos”. Recuerda la famosa foto del carterista: cuando el torero Rafael Rodríguez sale en hombros de la Plaza México y un muchacho roba la cartera a quien lleva al matador. “Le hizo el dos de bastos con finura. Eso es lo que refleja la foto. Quedó para la posteridad”.

Explica que podrán venir las mejores tecnologías, pero si no hay reportero para investigar  y transmitir lo que pasa, nada sirven los adelantos. Por eso, asegura, no creo en el buen periodismo de antes. “Siempre lo hay bueno y malo, lo importante es diferenciarlos”.

Lo que pasa hoy, dice Mejido, es que  por no haber una diferencia, tenemos una uniformidad. Con las nuevas tecnologías se dice: gané la nota. Pero lo que ganó fue trasmitirla dos minutos antes que otros la difundieran. “Ganar una nota es cuando sale en el periódico y nadie la tiene. Nos son cuatro minutos antes”.

Con la máquina al hombro se presenta mañana las 19:00 horas en la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, con la presencia de Rafael Cardona, Miguel Reyes Razo y Jaime Labastida.

Fuente: (cronica.com.mx/Adrián Figueroa)

Foto: Cortesía Saúl Castillo

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