Recordando al polifacético “Dr. Atl”, vulcanólogo, paisajista e ideólogo del movimiento muralista en México

novelas Un hombre más allá del universo (1935), El padre eterno, Satanás y Juanito García (1938) y Gentes profanas en el convento, así como de cuentos y poesías. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes lo recuerda este 3 de octubre, al conmemorarse 136 años de su nacimiento.

“Atl —dijo en una ocasión Diego Rivera— es uno de los personajes más curiosos que han nacido en la modernidad del continente americano. Tiene la historia más pintoresca de todos sus pintores. Imposible tratar de relatarla sin emplear varios tonos”.

Gerardo Murillo nació en Guadalajara el 3 de octubre de 1875. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Ciudad de México y en la Academia de San Carlos. En 1897, gracias a una beca que recibió de la Academia de San Carlos, estudió filosofía y leyes en la Universidad de Roma de donde egresó como doctor en filosofía y derecho en 1898.

Durante su estancia en Europa visitó la Exposición Universal de París de 1900. Tomó cursos con Henri Bergson y abrevó del arte universal europeo. Alfredo Cardona Peña lo consideraba el verdadero y primer fundador del muralismo pictórico mexicano: “Él coloca la primera piedra y abre un mundo de incalculables energías. Cuando regresó a México en 1903, traía consigo los secretos del impresionismo y las excelencias de la Escuela de París”.

El artista eligió el término Atl (que en náhuatl significa “agua”) como su sobrenombre cuando viajaba en barco rumbo a Europa. Al verse rodeado de agua surgió la idea. Pero tiempo después, Leopoldo Lugones, le agregó el “doctor”, por el  título que ostentaba el maestro.

Fue mentor de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. En 1912 fundó la Liga Internacional de Escritores y Artistas y el periódico Action dArt donde difundió sus teorías pictóricas y sociales.

Tomó parte activa en la política a favor de Venustiano Carranza y se unió al movimiento constitucionalista publicando el periódico La Vanguardia. Tras salir de prisión por su actividad política, se exilió en Los Ángeles, Estados Unidos.

A su regreso a México en 1920 fue nombrado director del Departamento de Bellas Artes y, desde 1926, realizó diversos paisajes con volcanes mexicanos, dedicando especial interés al Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Paricutín (de este último hizo una serie en 1943). Entre otras obras importantes destacan los retratos de la modelo Carmen Mondragón, bautizada por el propio maestro como Nahui Ollín.

En 1957, Murillo inició una nueva forma de mostrar el paisaje visto desde el aire “aeropaisaje”. Escritor y utopista, proyectó una ciudad cultural llamada Olinka en el cráter de un volcán cercano a Puebla. Tras su muerte acaecida en la Ciudad de México el 15 de agosto de 964, fue enterrado en La Rotonda de los Hombres Ilustres.
PRZ

Fuente: (CONACULTA)

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