Restauran un relieve de Santa Clara y una talla de San Antonio de Padua del Ex-Convento de Santa Clara, en Atlixco, Puebla

deterioro provocado por humedad e insectos, a fin de devolverles su esplendor y que puedan volver al culto.

Este par de obras, que fueron creadas a principios del siglo XVII, se suman a los trabajos de restauración que expertos de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH realizan desde junio pasado a nueve óleos novohispanos de gran formato, y al tratamiento que dio el año pasado a 12 pinturas, que también pertenecen al mismo templo poblano.

El relieve Patrocinio de Santa Clara mide 1.5 metros de altura por 1.5 de ancho, y pesa 200 kilos; muestra en el centro a la fundadora de la orden de las clarisas —rama femenina de la orden franciscana y santa patrona de dicho ex convento—; está representada sobre una peana y con los brazos extendidos hacia el frente, su manto es sostenido por dos ángeles que vuelan a sus costados y bajo éste hay cuatro monjas de cada lado como si estuvieran protegidas por el.

A su vez, la escultura de San Antonio de Padua consta de 1.3 metros de altura y 68 centímetros de longitud, y se caracteriza por llevar como atributos la Biblia en una mano y el hábito franciscano.

Roxana Romero Castro, responsable de la atención de la imagen de Santa Clara, informó que la obra estaba colgada a cinco metros de altura, en el muro que se localiza frente a la entrada de la iglesia; es posible que tenga alrededor de 300 años de antigüedad, ya que su manufactura corresponde a la utilizada a principios del siglo XVII, época en que eran frecuentes las pinturas y relieves sobre madera.

La especialista del INAH señaló que según se observa en la técnica original, la obra se integra de seis tablones de madera verticales unidos con adhesivo y reforzados por la parte posterior con dos travesaños horizontales, mismos que fueron recubiertos con fibras de maguey o maíz.

Por su parte, la restauradora Martha Guajardo, quien se encarga de la restauración de la escultura de San Antonio de Padua, señaló que también se estima que ésta fue hecha a principios del siglo XVII, “tiene la particularidad de estar ahuecada, incluidos los ojos, que en siglos posteriores fueron remplazados por piezas de vidrio”. La talla está conformada por varias piezas unidas con pegamento y reforzadas en algunas partes con lienzos de tela encolados.

Ambas piezas (relieve y escultura) se caracterizan por su decoración estofada, que consiste en la aplicación de delgadas hojas de oro y de pigmentos al temple para hacer los diseños, en este caso, de flores. “En esta técnica primero se aplica el oro, luego sobre éste se ponen los pigmentos y finalmente se retira el color según los diseños elegidos, de manera que se deje al descubierto el mineral ya delineando ciertas figuras”, explicó Martha Guajardo.

Las especialistas del INAH refirieron que para la restauración de ambas obras novohispanas se usaran micas doradas, en lugar de hojas de oro, debido a que por la poca cantidad de los faltantes no es necesario emplear este material. Además, por las texturas tan diferentes entre el oro y la mica, se podrá identificar uno y de otro, a fin de hacer perceptible entre el trabajo del restaurador y del autor, “pues la intención no es falsificar la obra, sino conservarla respetando su antigüedad y técnica”.

El relieve Patrocinio de Santa Clara en general presenta un estado de conservación aceptable, no obstante ha sido necesario efectuar trabajos de limpieza, resane y fijado de fragmentos a punto de desprenderse, debido a algunos deterioros causados por humedad, exceso de polvo y deyecciones de palomas, así como ataque de insectos xilófagos (que roen madera) en algunas porciones de la tabla.

La restauradora Roxana Romero indicó que dichos factores en conjunto ocasionaron la fragmentación y agrietamiento del relieve, separación de tablones, además de disolución y desprendimiento de la capa pictórica.

“Como parte del proceso de restauración se hizo un registro exhaustivo tanto de la técnica con la que fue creada, como de los materiales y deterioro del relieve, con el fin de saber de qué manera intervenirlo. Posteriormente, fue fumigado durante una semana por el método de anoxia, que consistió en meter la pieza en un contenedor plástico al cual se le extrajo el oxígeno para provocar vacío, y se introdujo dióxido de carbono para que los insectos murieran por asfixia. Enseguida se le aplicó insecticida para erradicar las pocas larvas que hubieran quedado.

“Asimismo, abundó, la pieza se limpió de manera general por el frente y el reverso, y de manera simultánea se realizó la fijación de fragmentos vulnerables a desprenderse”, explicó la restauradora Roxana Romero, al comentar que con estas labores actualmente se ha logrado el  tratamiento de una tercera parte del relieve y se prevé terminar el proceso en mayo próximo.

“Aún se tendrá que resanar para darle homogeneidad a la superficie; posteriormente se integrará el color y se colocará un marco de madera alrededor, el cual sostendrá el relieve de manera adecuada”

A su vez, la restauradora Martha Guajardo comentó que la escultura de San Antonio de Padua, además del deterioro provocado por humedad, como el desprendimiento de la capa pictórica, y el ennegrecimiento por contacto con flamas de veladoras, tiene infinidad de fracturas a causa de un golpe fuerte que en algún momento recibió.

Asimismo, dijo, tiene resanes que le fueron hechos con adhesivos sintéticos, cemento y gran cantidad de clavos que se usaron para fijar la talla. Aunado a ello le hacen falta algunas zonas de soporte, y presenta el desfasamiento de algunas partes, quizá provocado en un intento no muy certero de embonarlas tras el golpe que le provocó diversas fracturas.

Guajardo indicó que una vez fumigada y desinfectada la escultura, se elaboró su “estudio clínico”, a partir del cual se estableció el modo en que sería atendida. Hasta el momento se han fijado tanto la capa pictórica y fragmentos a punto de desprenderse, y simultáneamente se ha hecho el retiro de algunos de los clavos, además de los adhesivos y resanes aplicados en intervenciones anteriores que le fueron hechas por gente inexperta.

La especialista del INAH prevé tomarse más de un año en la restauración de la talla de San Antonio de Padua, toda vez que al estar integrada por diversos bloques de madera pegados, hay que separarlos y volverlos a unir con adhesivos más adecuados a la obra, como si fuera rompecabezas. Concluida la consolidación de la escultura, se le harán resanes con injertos de madera y se le integrarán micas doradas y pigmentos a través de la técnica conocida como puntillismo.

Una vez concluidos los trabajos de conservación de ambas obras, éstas regresarán a su templo de origen en Atlixco, Puebla, donde la comunidad podrá nuevamente admirar su belleza, además de recuperar su importancia religiosa, histórica y artística.

Fuente:  (INAH)

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