Recuerdan al escritor guanajuatense Efrén Hernández, el cuentista “más extraño” de la literatura mexicana según Octavio Paz

creativo propio, escribió varios géneros: cuento, novela, poesía, teatro y crítica. Se dio a conocer en 1928 con su relato Tachas, considerado como uno de los mayores ejemplos de la cuentística mexicana.

En 2007 el Fondo de Cultura Económica presentó el primer volumen de la edición de las Obras completas de este autor. Esto contribuyó a establecer el volumen definitivo de su obra, así como su valía intelectual y crítica. El compilador de este trabajo, Alejandro Toledo, señaló que parte del olvido en que se encontraba la obra de Hernández se debió al propio escritor que fue un tanto “marginal”, parte de un grupo de autores discretos, casi subterráneos, que a pesar de ser reconocidos en los círculos literarios, han sido escasamente leídos.

Hernández llegó a México en 1925, pero pronto abandonó sus estudios de derecho “por haberme parecido vacío y sin meollo de sustancia verdadera lo que ahí se aprende”. Y se entregó al estudio autodidacta de la literatura, sobre todo de los poetas del Siglo de Oro. “En mi formación no cuento, pues, sino la preparatoria, y la escuela, a mi modo de ver, aún más importante, de la vida directa, del contacto con los hombres de carne y hueso, y con los libros buenos y el mundo”.

Es conocida su trayectoria como subdirector de la revista América, editada por el Departamento de Divulgación de la Secretaría de Educación Pública, dirigida por Marco Antonio Millán, entre 1942 y 1960. Bajo su supervisión editorial la revista dio a conocer autores que  más tarde serían figuras prominentes de las letras: Rosario Castellanos, Margarita Michelena, Dolores Castro, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Luisa Josefina Hernández, Jorge Ferretis y, claro, Juan Rulfo.

Efrén Hernández conoció a un entonces inédito autor de nombre Juan Rulfo en las oficinas de Migración. El olfato de editor de Hernández impulsó a Juan Rulfo a publicar en América sus primeros relatos. Rulfo lo recordó en un texto elaborado en 1985, con motivo de los 30 años de la publicación de Pedro Páramo. “Tuve la fortuna de que en Migración trabajara también Efrén Hernández, poeta, cuentista, autor de Tachas… Efrén se enteró, no sé cómo, de que me gustaba escribir en secreto y me animó a enseñarle mis páginas. A él le debo mi primera publicación: La vida no es muy seria en sus cosas.”

Rulfo añade en sus rememoraciones que Hernández logró “sacarle”, además los cuentos La cuesta de las comadres, Talpa y El llano en llamas, en 1950, y Diles que no me maten, en 1951, que fueron publicados en América y después, ya como libro, bajo el título de El llamo en llamas.

La obra de quien está considerado como “novelista extraordinario y ensayista mordaz”, fue publicada en su tiempo pero muy poco entendida, a lo que se suma una distribución deficiente. En ella destacan los siguientes títulos: Tachas, cuento publicado por la Secretaría de Educación en el año de 1928. El señor de palo (cuentos), Editorial “Acento”, 1932. Cuentos, Edición de la Universidad, 1941. (Aquí se incluyen los cuentos antes mencionados, y otros cuatro). Entre apagados muros (poesía). Edición de la Universidad Nacional de 1943. La paloma, el sótano y la torre (novela), 1949. Cerrazón sobre Nicómaco, ¿cuento largo; novela corta? Edición del autor, 1946. Y varios, incluyendo crítica, en diarios, libros hechos en colaboración como Ocho poetas mexicanos, y revistas.

En el Fondo de Cultura Económica se pueden hallar las Obras completas I (2007), y también la antología Obras (poesía, novela, cuentos; Colección Letras mexicanas; reimpresión, 2004), de Efrén Hernández.

Efrén Hernández no tuvo tiempo de ver la repercusión de su labor en la vida literaria mexicana. Murió el 28 de enero de 1958, en el Distrito Federal, a los 54 años.

Fuente: (CONACULTA)

 

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