Michael Nyman expone 59 fotografías y un video inspirados en las ruinas del otrora famoso “Cine Ópera”

arquitecto Félix T. Nuncio. Siete años después, el 11 de marzo de 1949, el edificio abrió sus puertas al público mexicano de mediados del siglo pasado con la proyección de Una familia de tantas, película protagonizada por Fernando Soler, David Silva y Martha Roth, bajo la dirección de Alejandro Galindo. Fue aquella época, aquel esplendor del art decó que deslumbraba en los pasillos, salas y vestíbulos del Cine Ópera, la que le dio fama al lugar como uno de los recintos culturales más modernos y elegantes de la época de oro del cine mexicano.

Más tarde, en los años 70, el decaimiento del cine nacional acompañó la decadencia paulatina del inmueble que, después de cerrar sus puertas durante más de diez años, fue reabierto en los 90 como escenario de conciertos de rock y, antes de su actual estado de abandono, abrió sus puertas por última vez en un concierto de Bauhaus –episodio tristemente célebre por el derrumbe parcial de una parte del techo.

Ahora, Michael Nyman trae de vuelta, desde la penumbra de la ruina, una serie de imágenes del interior y la fachada del recinto en su belleza más desastrosa.

La exposición está integrada por 59 fotografías, tomadas por el músico británico con una Lumix GH1 y una Panasonic DV, y un cortometraje de 20 minutos, musicalizado con “una nueva versión de la elegíaca String Quartet No. 3” e intitulado Cine Ópera, nombre que designa el resto de los sesenta cortometrajes que Nyman ha grabado en los últimos cinco años con el signo de lo espontáneo en la cotidianeidad.

Durante la conferencia de presentación, el también fotógrafo y cineasta hizo hincapié en la manera en que surgió esta exhibición. Sin expectativas en un principio, surgida entre el azar y el accidente, Nyman escuchó de un amigo, Ernesto Anaya, el relato de esplendor y decadencia del magno edificio de San Rafael y pudo observar, además, algunas de las fotografías que Anaya venía de tomar en el antiguo cine. Poco después, el mismo Nyman se encontraba al interior del coloso fotografiando las butacas, el vestíbulo, la escalinata y el techo del auditorio en ruinas. De inmediato, el músico se sintió atraído por el maravilloso desamparo de este escenario, por su historia y su estilo moderno hecho trizas, entre el polvo y el cascajo.

“La vida es una mezcla de accidente e intención”, dijo Michael Nyman para referirse a la visión que tuvo del Cine Ópera como “un muerto viviente”. Un espacio que en su despojo, en su magnánima inutilidad, continúa demostrando el gran sueño de concreto que representó en algún momento. En cierta ocasión, una en que regresaba al edificio para buscar nuevas tomas, Nyman se encontró con una gigantesca red negra colocada entre las butacas y el techo para proteger las cámaras de la filmación de un comercial. Entonces, la red se le apareció como la enorme mortaja negra de un velorio y, los rayos del sol que se filtraban por los grandísimos agujeros en el techo, como la carcajada irónica y sublime del destino que así hacia la “parodia de aquel haz de luz que no volverá a proyectar ninguna película jamás”.

De este modo, Cine Ópera se presenta como una exposición de corte dramático que hace la visita –tan socorrida hoy en día por el arte contemporáneo– de la modernidad vista en el revés de su ruina y su decadencia.

Cabe mencionar que durante la presentación, Nyman también anunció su próximo concierto en el Teatro de la Ciudad, The Piano Sings, donde ejecutará algunas de las piezas de las bandas sonoras que compuso para películas como The piano (Jane Campion, 1993), Gattaca (Andrew Niccol, 1997) y Man with a movie camera (Dziga Vértov, 1929). Ésta última dio origen a Nyman with a movie camera (2010), primer largometraje del compositor británico en el que recrea el filme de Vértov y que nutre gran parte de la mirada que Nyman dirige en esta ocasión al Cine Ópera.

Fuente: (cultura.unam.mx/Raúl Ulises Ontiveros)

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