La agonía del capitalismo

contundente: con más de la mitad de los seres humanos del globo terráqueo sumidos en alguna condición de atraso, pobreza, marginación, exclusión o discriminación no hay forma de contar con una viabilidad ni económica, ni siquiera con sistemas políticos dotados de paz civil.

Con tales desequilibrios tenemos que buscar en el presente respuestas para un futuro económico donde permearán grandes cambios demográficos en el ámbito mundial.
Hoy por hoy el desafío es encontrar las llaves para que funcionen las relaciones económicas entre los seres humanos, cambiar el enfoque de producción por uno verdaderamente sustentable; modificar el compromiso laboral y la participación del homo economicus y reconocer que muchas de las relaciones entre los seres humanos tienen un carácter informal de manera intrínseca, porque el origen más primitivo de la economía es tan simple como el intercambio de mercancías por otras o por un medio de pago.

¿Desfallece el capitalismo? Sí, porque no es posible que una pequeña elite sea la beneficiaria de lo que produce y carece una gran mayoría, por que los excesos de unos son los padecimientos de millones.

Porque hasta las economías más defensoras a ultranza del capitalismo están heridas de muerte como Estados Unidos economía asfixiada por los déficit gemelos (en cuenta corriente y presupuestal) que  a pesar de ejercer una economía de guerra no logra salir avante ni darle estabilidad a su ciclo económico.     Ni qué decir de Gran Bretaña, Alemania, Italia, España o Grecia.

A COLACIÓN
Como sociedad y como Humanidad tenemos que encontrar una respuesta coherente y fehaciente para tanta pobreza y marginación, no hay sistema en el mundo que pueda ufanarse de exitoso con tales niveles de desequilibrios.
¿Tiene razón el capitalismo? ¿Tiene razón el socialismo? Ambos sistemas han demostrado sus deficiencias, todo dogma llevado a su máxima expresión provoca daño social y humano de generación en generación.

Friedrich A. Hakey enarboló la bandera contra el socialismo lo hizo  de manera teórica para desacreditarlo, el mejor ejemplo: “La fatal arrogancia”, libro que tengo entre mis manos y que en la página 33 señala que “nuestra civilización depende, tanto en sus orígenes como en su mantenimiento, de la existencia de lo que sólo con relativa precisión puede describirse como un amplio orden de cooperación humana, más conocido por el poco afortunado término capitalismo.”.

Así es que concebir que todas las respuestas las tiene el capitalismo es arrogante como lo es creer que el socialismo terminará con toda la problemática humana y social.
Ante todo debemos partir de diversas premisas evolucionistas: no somos iguales por el hecho de nacer dotados de diversas cualidades y aptitudes tanto genéticas como aquellas que irán desarrollándose a lo largo de la vida, lo que por ende indica que debe crease un sistema económico capaz para atender las necesidades de individuos con talentos  distintos.

La fatal arrogancia es creer que el capitalismo es la solución o el socialismo y casarse con un dogma sin aceptar que somos individuos con talentos diferentes.
¡Ya va siendo hora de reconocerlo por el bien de la Civilización presente y futura!

Por que reconocer y partir que somos individuos con capacidades diferentes y distintas capacidades para los temas económicos permitirá hacer la diferencia en políticas sociales y también en políticas financieras.

Yo creo que nuestro mundo puede ser mucho, mucho mejor si dejamos de casarnos con dogmas y empezamos a reconocer que somos seres dotados con distintas capacidades y habilidades independientemente de la cuna en la que nazcamos y esa es una precondición realmente importante para concebir un sistema económico  basado en diferencias humanas.
P.D. Encuéntrenme en Facebook. Les invito a que opinen del tema en mi blog http//claudialunapalencia.blogspot.com.

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