Recordando a Salvador Díaz Mirón, poeta que construyó una estética y modo de describir la pasión por la vida

controversia y los ataques, sobre todo en el ámbito político, pero  su calidad literaria ha quedado refrendada con el paso de los años. Su vida se convirtió en una leyenda.

La figura de este poeta siempre estuvo en la mirada de sus contemporáneos, por su ideología, por sus enfrentamientos violentos o por lo hiriente de sus escritos.

La producción literaria de Salvador Díaz Mirón se enmarca en la corriente del Romanticismo, y a ella corresponden obras como Oda a Víctor Hugo, A Gloria, Voces interiores, Ojos verdes y Redemption, entre otras.

Esta etapa está marcada por el doble influjo de Gaspar Núñez de Arce y Víctor Hugo; famosa es su frase del poema A Gloria: Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan… ¡mi plumaje es de esos!

En 1874 fueron incluidas algunas de sus piezas literarias en la antología titulada El Parnaso Mexicano.

En la segunda mitad del siglo XIX,  el país se encuentra desangrado por las luchas entre liberales y conservadores. Antonio López de Santa Anna parece haberse beneficiado con éstas. Específicamente en 1853, obtuvo grandes triunfos.

Es en este año que nació Salvador Díaz Mirón, el 14 de diciembre, en la ciudad de Veracruz. Sus padres fueron el político, militar y poeta Manuel Díaz Mirón y Eufemia lbáñez.

Realizó los estudios primarios en su lugar de origen, más tarde cursó humanidades en el Seminario de Xalapa. Se casó con Genoveva Acea Remón el 5 de abril de 1882.

Fue director del Colegio Preparatorio de Xalapa de 1912 a 1913 y del Colegio Preparatorio del Puerto de Veracruz en 1927.

Salvador Díaz Mirón desde muy pequeño mostró interés por la literatura, pero también se sintió atraído por la política. Su vida tuvo, por lo menos, tres grandes pasiones: el periodismo, la política y la poesía.

A los 14 años de edad se inició en el periodismo. Fundó y dirigió diversos periódicos: El Veracruzano, segunda época en 1877, en 1900, en Xalapa, El Semanario, El Orden, y El Imparcial, periódico del gobierno durante la dictadura de Victoriano Huerta, de 1913 a 1914.

Como político, compartió las ideas de Porfirio Díaz y luego las de Victoriano Huerta. Al caer este último, se exilió en Santander, España; más tarde viajó a La Habana, Cuba, donde dio clases y tuvo como alumno a quien después sería el destacado escritor cubano  Alejo Carpentier.

En varias ocasiones fue diputado al Congreso de la Unión. También practicó la oratoria con gran elocuencia e ironía. Por lo violento de su carácter, Díaz Mirón tuvo fuertes enfrentamientos; por ejemplo, en uno de ellos, debido a los disparos de su contrincante, le quedó inutilizado el brazo izquierdo.

La crítica literaria ha dividido su obra en dos épocas. En la primera, que va de 1874 a 1891, su poesía está impregnada de romanticismo, sigue los modelos de Víctor Hugo y Lord Byron.

Son poemas más cercanos al pueblo, con versos marcadamente antitéticos, donde se retratan, por ejemplo, la pureza contra la sordidez, o el hombre león para la lucha contra la mujer paloma para el nido. De esta época son los poemas A Gloria, Sursum y Ojos verdes.

La segunda época se inicia a partir de su ingreso a la cárcel en 1892 y finaliza a la muerte del poeta. Es una etapa de búsqueda por la perfección en la forma, por un verso depurado y sin mancha.

Es volver la mirada a los clásicos. Lascas es el libro representativo de esta época. De allí surgen poemas como A mis versos, Ejemplo e Idilio.

Salvador Díaz Mirón tuvo una vida tan precipitada como la época histórica de la que fue testigo. Vivió momentos culminantes para la historia mexicana como la llegada de Maximiliano de Habsburgo y el Segundo Imperio, la Guerra de Reforma, el Porfiriato y la Revolución, Murió el 12 de julio de 1928 en la misma ciudad que lo vio nacer: Veracruz.
JRA

Fuente: (CONACULTA)

Leave a Reply