La magia de Franz Liszt se hizo presente en el “Teatro Degollado” de Guadalajara con las manos prodigiosas del pianista Gergely Bogányi

otro de los consentidos, Gergely Bogányi, quien cimbró hasta los gustos más exquisitos.

De Liszt dicen que su aportación a la historia de la música puede resumirse en dos aspectos fundamentales: por un lado amplió los recursos técnicos de la escritura y la interpretación pianísticas, y por otro lado dio un impulso concluyente a la música de programa, aquella que nace inspirada por un motivo extramusical, sea éste literario o pictórico. En pocas palabras, Liszt es el padre del poema sinfónico.

En cambio, de Bogányi se han dicho tantas cosas desde que el año pasado cautivó a los tapatíos en la pasada edición de Festival Cultural de Mayo, donde interpretó 10 recitales de Chopin. En ese momento se comprobó que él no era sólo un pianista, sino un artífice de sentimientos.

El recital de anoche fue de música romántica, donde queda claro que Bogányi ejecuta con la celeridad de un impulso, la presteza de un maestro y la seguridad de un consagrado. Sus dedos acarician las teclas del piano empotrado en el centro del escenario, pero su sonido es tan delicado que aquello más bien suena como un clavicordio combinado con un arpa. Cuando el sonido de Wiosna (Spring) abrió el espectáculo más de alguno imaginó que el cielo puede estar muy cerca de la Tierra. La magia de Liszt se hizo presente.

El programa, que incluyó piezas como Wiosna (Spring), Moja Pieszczotka (Mydarling), Liebeslied (Widmung), GuteNacht (Goodnight), Die Post (The post), además de los Sonettos del Petrarca 47, 104 y 123; son los retazos de una noche mágica. Habrá quien haya grabado el concierto en la memoria de alguna cámara fotográfica, pero podemos decir que los presentes se llevarán a su casa un recuerdo inigualable; el telón del Festival Cultural de Mayo se ha abierto y a este hombre le faltan dos conciertos donde seguirá demostrando el potencial de Franz Liszt.

Fuente: (Informador.com.mx)

 

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