Obra de Monsiváis, un triunfo de la literatura mexicana: José Emilio Pacheco

1973, en la que un Monsiváis de sólo 19 años, se mostraba pesimista sobre el futuro de los mexicanos y de los aspirantes a escritores, como él mismo y Pacheco.

En el acto realizado en el Castillo de Chapultepec, el galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, dijo que ese era un tema que obsesionaba a Monsiváis (1938-2010) por aquella época, y es hoy cuando “compruebo cuánto se equivocó respecto a sí mismo. Lejos de ser un fracaso, su obra es uno de los triunfos más contundentes e inapelables de la literatura mexicana”.

El periodista Francisco Pérez Arce fue el encargado de dar voz al texto escrito por Pacheco y que envío para sumarse a los honores que in memoriam organizaron los colegas de Monsiváis, investigadores de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, aunque el carácter multifacético y generoso que caracterizó al cronista también atrajo a familiares y amigos suyos del mundo del arte y de la farándula.

Pacheco se dijo sorprendido por dos cosas. La primera, que no obstante sus temores, Monsiváis hubiera sido más fuerte que todo, convirtiéndose en un autor imprescindible del siglo XX mexicano; y la segunda, lo prolífico y variado de su obra que —en una aventurada aproximación— incluso podría compendiarse en 50 tomos.

Sin embargo —continuó Pacheco—, “no quiero sugerir unas obras completas de Carlos Monsiváis, bien sé que esto no le conviene a nadie. Sea como fuere, a casi un año de su muerte me afirmo en la certeza de cuando la mayoría de sus contemporáneos seamos polvo en el polvo, y olvido en el olvido, Carlos Monsiváis seguirá siendo autor vivo y el testigo más lúcido y más crítico de lo que fue México en la segunda mitad del siglo XX”.

Previo a la serie de discursos que intentaron aprehender lo inaprensible de un modo de ser y de una obra como la de Carlos Monsiváis, esfuerzo que recayó en Luis Barjau, historiador del INAH; el columnista Rolando Cordera, investigador de la UNAM, y Francisco Pérez Arce; el reconocido flautista Horacio Franco hiló su amistad con el padre de la crónica moderna a través de piezas de Georg Philipp Telemann y Daniel Catán.

“Más que un tributo, (Monsiváis) merece ser recordado siempre, ser leído, ser referido, ser querido, ser extrañado… por quienes lo amamos a él y a su obra, por quienes aprendimos de él y admiramos su enorme inteligencia; ser proclamado como uno de los bastiones del México moderno, liberado de sus estigmas y de sus vicios”, expresó Franco.

Mientras Rolando Cordera ponderaba la sapiencia de Carlos Monsiváis para integrar en sus textos la cultura nacional y la popular, una serie de fotografías del archivo familiar del ensayista, reiteraban esta idea. Uno a uno, se sucedían retratos suyos con los escritores Juan Rulfo y Jorge Luis Borges; con los cantantes Chavela Vargas y Juan Gabriel, o las integrantes del grupo Flans; con políticos y, claro está, con sus gatos.

Este aspecto sociable y a la vez hermético de Monsiváis revelado en imágenes, se mostrará a través de una exposición fotográfica que a partir del 4 de mayo y hasta el 3 junio, permanecerá en la sede de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, en la calle Allende 172, en el centro de la delegación Tlalpan.

Por su parte, el historiador Luis Barjau señaló que Carlos Monsiváis logró convertirse en una celebridad popular sin dejar de ser un escritor refinado, e hizo hincapié que es posible aproximarse a Monsiváis mediante la crítica literaria que realizó, reconociendo a sus escritores favoritos que incluyen lo mismo a Ramón López Velarde y a José Revueltas, que a Geoffrey Chaucer, el autor de Los Cuentos de Canterbury.

“Perdimos al compañero que dirigía su brillante seminario en la Dirección de Estudios Históricos del INAH, pero ganamos la distancia que permite sopesar la importancia de un autor imprescindible en la historia de las ideas de México”, estimó.

Para cerrar el homenaje, el periodista Francisco Pérez Arce leyó su texto al que acertadamente tituló: “Monsiváis me dijo un día”, para referirse al carácter omnipresente del narrador y bohemio, quien lo mismo regalaba sus reflexiones a personajes de la lucha libre, que a intelectuales o a la gente de a pie.

Destacó que la crítica implacable de Monsiváis nunca lo condujo al escepticismo, “por eso, en medio del desastre y sin negarlo, es optimista. No puede interpretarse de otro modo su visión de la sociedad civil.

“Murió demasiado pronto, nos harán falta la crónica de las fiestas del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Nos hace falta ahora, necesitado como está el país de miradas inteligentes para discernir los que sucede. Quizá por esa falta que hace, lo que vivimos el 19 de junio del año pasado, día que murió Carlos, fue la abrumadora sensación de pérdida por la desaparición de un gran escritor y una figura pública”, concluyó.

Fuente: (INAH)

 

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