Escritores españoles recuerdan la vida y poesía del escritor chileno Gonzalo Rojas

93 años de edad en Chile, el poeta español y Premio Cervantes 2006, Antonio Gamoneda, afirmó que “es una negra noticia, penosa e incomprensible”.  

“Es también incomprensible ese otro accidente que consiste en vivir: ir de la inexistencia a la inexistencia. Un viaje que, finalmente, muestra su escaso sentido: no nos lleva a ninguna parte”, dijo en un artículo en El País.  

Aclaró que es un camino proveedor de causas que “ayudan a permanecer en la extrañeza y el sufrimiento: el amor, la amistad, la intensidad que nos procura la belleza terrestre, la que advertimos en la figura y el talante de algunos vivientes y la que se nos muestra en las creaciones estéticas”.  

“De las tres causas sabía mucho Gonzalo y las tres estaban -están- presentes en su poesía, extensa y continuamente pronunciada en su afirmación”, abundó.  

A su vez el poeta Juan Carlos Mestre calificó a Rojas de ser “la desobediencia de lo evidente, un permanente elogio de la niñez del mundo”, y de tener el lenguaje de los proscritos ante los discursos del orden.  

La obra del chileno era “una ironía continua contra el poder, era el último de los sublevados, y sinceramente creo que era algo más que un poeta, mucho más que un ciudadano, era el último ácrata, el último anarquista”, escribió en ABC.  

“Su poesía, su manera de instalarse en la patria madrastra del lenguaje, creo que ha dejado una gran huella. Junto con Nicanor Parra forma esa dualidad gigantesca de la poesía chilena, que es una de las poesías más bellas e importantes que se han escrito nunca en lengua castellana”, indicó.  

Por su parte el poeta Luis Muñoz explicó que a Rojas le gustaba el término “viejoven”, inventado por Vicente Huidobro, que se aplicó en sus últimos años en que “su poesía creció en sabiduría, versatilidad y frescura. Pero le dio algunas vueltas hasta encontrar uno que acertase con lo que le pasaba: reniñez”.  

Recalcó que al chileno no le gustaba hablar de poesía, al menos de manera teórica, pero sí hablar de poetas a los que había conocido en la vida y en la lectura, sin distinguir los vivos de los muertos, ni los imaginados de los que habían sido amigos suyos.  

“Su poesía es, en cierto modo, una conversación con los poetas que admiraba, desde San Juan de la Cruz a Neruda, sentados en un corro ilusorio”, apuntó en su colaboración para el diario ABC.

Fuente: (CONACULTA) (INAH) (Informador.com.mx) (Notimex) (Agencias)

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