Poesía mexicana: Entrevista con José María Espinasa (4)

1957 en el Distrito Federal y es poeta, crítico y ensayista. Algunos de sus libros son “El tiempo escrito”, retratos de escritores mexicanos de la generación de medio siglo, “Temor de Borges” (viaje sobre la poesía argentina del siglo XX) y “El cine de Margueritte Duras”, los tres en Ediciones Sin Nombre. Ha sido director de “La Orquesta”, “Nitrato de Plata” y “Ovaciones en la Cultura”; jefe de redacción de “Tierra Adentro”, “La Jornada Semanal” y “Casa del Tiempo”. Fue director de Publicaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana y actualmente es coordinador de Producción Editorial de El Colegio de México.

Chema, esta antología [“Piélago”] muestra la madurez creativa de un poeta, pero, dentro de tu producción, me gusta más “Al sesgo de tu vuelo”, no sé si por ser el libro más reciente o porque contiene poemarios que me parecen relevantes en tu obra poética…

Creo que uno va construyendo un espacio en el que quiere ser leído, esto tiene que ver con cuando uno tiene 15, 16 años y escribe poesía por ganas de expresarse, por tener un medio de expresión, a esa edad, uno no se da cuenta de que muchas veces repite lo que otros poetas han escrito. Entonces, para mí, el poeta está hecho de sus vivencias esenciales, un poeta que no tiene vida propia, vida interior ni experiencias no puede escribir poesía porque lo que va a hacer es retórica. Pero también es muy importante la lectura, uno empieza a leer en cierta manera buscando una voz, el timbre propio, el tono propio. Hace más de 30 años publiqué un librito que se llamó “Son de Cartón”, en una colección que impulsó Federico Campbell, La Máquina Eléctrica, no, ésta era otra editorial de la época, bueno, apareció en La Máquina de Escribir, en ésta publiqué ese librito, que ya no está recogido en “Piélago” porque consideré que eran, leídos retrospectivamente, un poco ejercicios para encontrar esa voz. Años después publiqué “Cuerpos”, que es el libro con el que se abre “Piélago”, donde ya, creo, hay un tono propio, un tono distinguible de otros poetas, independientemente de que puedas notar la influencia, el medio… De todas maneras, yo siento que, a partir de ese libro, ya había una voz propia identificable. Ese segundo librito tuvo bastante suerte, pues se publicó primero en una edición de cien ejemplares del Taller Martín Pescador, el propio Taller lo republicó un par de años después con más poemas, tal como está en “Piélago”, y tuvo incluso una tercera edición en Venezuela, en una colección que se llamaba Pequeña Venecia, y años después, pasados veinte años, lo volvió a publicar La Centena en su colección Poesía. Entonces es el único librito mío que tiene varias ediciones, de todas maneras, las ediciones del Taller Martín Pescador eran eso, tirajes de cien ejemplares cada uno, la edición venezolana no circuló en México. Por eso, cuando Aldus me propuso hacer una especie de poesía reunida, yo decidí empezar con “Cuerpos” porque me parecía que era el principio de esa búsqueda mía en relación a una imagen, a una manera de entender el fenómeno poético que se basaba en utilizar una imagen reconocible por el lector, pero que, con ligeras variantes, a veces irónicas, a veces lingüísticas, a veces formales, le daba al lector una nueva visión sobre esa figura. “Cuerpos” se puede considerar una serie de poemas con relación a la pareja amorosa, la poesía, pues… uno la va escribiendo, va publicando algunas cosas, otras se quedan en el cajón o esperando otro momento. Lo que fui publicando me parece que se ubicó dentro de esa línea. A finales de los años ochenta, principios de los noventa, publiqué un libro que se llamó “Piélago”, que es el segundo de esta recopilación, me lo publicó El Tucán de Virginia, era una edición más amplia, tuvo una cierta circulación, el libro se agotó, lo incluí dentro de esta recopilación, y seguía ya con poemas menos largos, con unas secuencias menos dilatadas, pero trabajando sobre la misma idea de una figura arquetípica. Ese “Piélago” tenía mucha presencia de las referencias de las artes plásticas, Marcel Duchamp, Picasso, la historia de la pintura, y me parecía que tenía una coherencia con lo que había intentado en “Cuerpos”, que se desarrolló en los libros siguientes. Cuando reuní los cuatro libros en “Piélago”, me di cuenta de que en cierta manera era el mismo libro que se había estado escribiendo por etapas a lo largo del tiempo. De hecho, en “Al sesgo de tu vuelo”, creo que continúo esa búsqueda, ya no alcanzó a entrar en la recopilación completa porque se terminó después de que había entregado a la editorial el libro y porque me gusta que los libros tengan su autonomía como tal, que “Cuerpos”, “Piélago”, “Escritos en un muro de aire” (sic), “El gesto disperso” –que se publicó en una colección de separatas que hacía la revista “Casa del Tiempo”– tuvieran su vida autónoma como libritos independientes y que después tuvieran su vida ensamblada en esta nueva edición de “Piélago”. Probablemente, si algún día vuelvo a publicar esto, le agregaría una quinta parte, “Al sesgo de su vuelo”. Para un poeta es muy difícil detectar cuándo alcanza la madurez porque la verdad es que uno está escribiendo en cada momento lo que quiere y lo considera lo mejor, pasa el tiempo y empieza a cambiar la relación con los libros, uno los mira más fríamente, incluso, aparte del libro “Son de Cartón”, dejé fuera otro cuadernito que publiqué en la UAM [Universidad Autónoma Metropolitana] porque me pareció que repetía cosas que ya estaban mejor conseguidas en los cuatro libros que se reunieron. Leídos en una sola secuencia los cuatro libros de “Piélago” y “Al sesgo de su vuelo”, me parece que dan un buen trazo de lo que he desarrollado en mi vocación de poeta. Tengo otro tipo de poesía que no he publicado, que no la he considerado lo suficientemente buena o lo suficientemente conseguida, que de pronto ha aparecido en algunas revistas, pero que nunca se ha dado en un libro. Puedo decir eso, que el libro está escrito en un solo trazo, que me parece parejo, cualitativamente, a lo largo de sus distintas etapas, pero eso quien lo tiene que decidir es el lector. Seguramente un lector escogerá unos poemas, otro escogerá otros, como tú lo haces con “Al sesgo de su vuelo”. Claro, éste me parece que tiene una cuestión más inmediatamente sorpresiva,  el lector, al leerlo, dice: “Ah, Chihuahua”, hay una reacción, “qué está diciendo aquí, qué es lo que nos está queriendo comunicar”, mientras que en los otros libros esa sorpresa se da de forma más evidente, no hay tanto enigma en qué significan los libros. Entonces, me parece que ésa puede ser la diferencia entre los libros reunidos en “Piélago” y lo que está en “Al sesgo de su vuelo”.

¿Cómo se llama el cuadernillo que salió en la UAM, que tampoco incluiste? Para citarlo y el lector curioso tenga la referencia precisa.

No recuerdo ahora. [Busca en sus libreros.] No, no tengo ejemplares.

Un aspecto que me parece importante, ahora que tenemos la antología, es que nos da una idea completa del José María Espinasa poeta; creo que es una de las virtudes de este libro. ¿Qué tantos años de trabajo poético hay ahí reunidos?

Pues, mira, el libro de “Cuerpos” se publicó por primera vez en 1981, así que cuéntale…

Más de 25 años…

Insisto, no es todo lo que lo que escribía, porque uno escribe mucho que no publica, esto fue lo publicado, y de lo publicado, lo que consideré que era mejor conseguido.

En tu obra poética no encontramos lo que muchos llaman poemas de largo aliento, como han hecho otros poetas mexicanos.

Fíjate que yo creo que la poesía mexicana tiene una tradición muy importante de poemas extensos, desde Manuel José Othón pasando por López Velarde y la “Suave Patria”, por Gorostiza y “Muerte sin fin”, el “Canto a un dios mineral” de Jorge Cuesta, el “Sueño” de Ortiz de Montellano, los “Esquemas para una oda tropical” de Pellicer, desde luego Paz con “Piedra de sol”, José Carlos Becerra –que era una retórica de la abundancia, una explosión metafórica–, con algunos poemas de Tomás Segovia, con “Cada cosa es Babel” de Lizalde, y los poetas de mi generación han trabajado el poema extenso, nos podemos encontrar con muy buenos textos de cierta extensión, con una tensión narrativa, metafórica, discursiva, visual. Pienso en “Origami para un día de lluvia” de Manuel Ulacia, en “Papel revolución” de Víctor Manuel Mendiola, en algunos de los poemas extensos de José Luis Rivas, como puede ser “Tierra nativa”, y otros que escribió posteriormente. Yo estoy haciendo poemas de extensión, pero no los he terminado. Una de las ventajas de la poesía es que uno no tiene prisa. Con los libros de poemas, uno no gana dinero; si tú tienes una novela, la quieres publicar porque alguien te puede pagar un adelanto, con la poesía no, con la poesía no te va a pagar nadie por publicarla, no vas a recibir dinero. Entonces puedes tenerla esperando, a lo mejor esperas tanto que nunca lo terminas, pero, bueno, será que ese poema no funcionaba. En esta dialéctica entre el poema breve y el poema extenso, esos mismos poetas que te he mencionado tienen también extraordinaria poesía breve, el caso de Gorostiza con “Canciones para cantar en las barcas”, algunos de los poemas breves de Paz, creo que ahí hay una dialéctica… me parece que lo decía José Joaquín Blanco, el poema extenso se nutre de esa capacidad de hacer la imagen y ponía el ejemplo de “Muerte sin fin”, que a él le gustaba más leído como una serie de poemas breves que como un poema extenso. Considero que esa lectura es válida, es una lectura que nos da una riqueza del panorama. Creo que en mi poesía no está escindida la idea del poema breve y el poema extenso, diría más bien que mi poesía está escrita en fragmentos, fragmentos de un enorme discurso, del cual hemos perdido partes, como cuando dices de Heráclito, que se conservan nada más fragmentos, o de la poesía griega en general, que muchas veces sólo tenemos noticias de textos que se han perdido, la tenemos como una cosa fragmentaria, y el fragmento mismo nos habla de otra manera que lo que llamamos totalidad o coherencia. Una cosa es el poema breve a la Tablada, de un haikú muy comenzado, y otra el poema breve, pero abierto a su secuencia. Creo que ahí hay una diferencia importante.

Continuará…

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: “Al sesgo de su vuelo” es el más reciente libro de poesía de José María Espinasa.
Cortesía Ediciones Sin Nombre.

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