“El árbol”, filme existencialista de Carlos Serrano Azcona, se exhibe en la Cineteca Nacional

extraño de su propia vida.
Santiago, un joven mexicano que radica en Madrid, se encuentra en el peor momento de su existencia, atraviesa por un divorcio que le impide, mientras se resuelve el caso, ver a sus hijos por un tiempo indefinido, situación que se vuelve más desesperada y dramática al quedarse sin trabajo. El protagonista, de pronto, verá cómo su mundo se desvanece frente a él, sin poder hacer nada. La presión llevada al límite por las circunstancias lo hará caer hasta el fondo y su vida se transformará en una espiral descendente sin rumbo donde perderá hasta la esperanza.
El protagonista, para seguir sobreviviendo, se emplea en un bar como camarero, y nuevamente será despedido por un recorte de personal. Entonces es testigo de cómo su otrora vida familiar no está más, su identidad individual se vuelve ajena, una existencia que siente se le escapa día tras día y sólo encontrará un breve respiro en el sinsentido del abandono, del alcohol, en el deambular por las calles madrileñas como medio para llevar a cuestas su lisérgica realidad.
“El árbol”, ópera prima de Carlos Serrano Azcona, que se exhibe este mes en la Cineteca Nacional, es una película de la oculta violencia que puede darse a partir de la pérdida de expectativas en el individuo, de cuando no se cuenta con los medios fundamentales para “ser una persona honorable” en nuestra sociedad: una familia y un trabajo. A pesar de que los hechos en el filme de C. Serrano son algo común en la sociedad, bajo la óptica del director nos dan un significado muy distinto, lacerante, recordándonos que no puede haber peor pesadilla que la realidad misma.
Cinta que nos transporta a ese infierno de perderlo todo, llevada de un modo impecable mediante los recursos del cine contemplativo (donde es oportuno señalar la indiscutible influencia de Carlos Reigadas a través de la coedición), que en este caso es el medio cinético ideal para prolongar el drama de la historia de este personaje abúlico, despojado de su personalidad y que todo esfuerzo se vuelve fatuo en el deseo de reencontrar el sentido a la vida y ahogar el dolor, tal como ocurre en una de las escenas más bellas, pero terriblemente dramáticas de Santiago abrazando a un árbol, la figura de un hombre derrotado.
La película de Carlos Serrano es fiel a su narración, sin concesiones donde no habrá final feliz ni tampoco un fin fiel al dogma trágico, aunque por un momento lo parezca; no obstante, como ha señalado la crítica “desde un mundo repentinamente concientizado por la tragedia o la conmiseración, también puede emerger la belleza”.
“El árbol” (México-España, 2009), dirección y guión: Carlos Serrano Azcona; edición: Manuel Muñoz, C. Serrano Azcona y Carlos Reigadas; fotografía en color: David Valdepérez; música: Ginferno; producción: Estar Ahí Cinema, C. Serrano Azcona, Jaime Rosales, Jaime Romadía y Carlos Reygadas; reparto: Bosco Sodi (Santiago), Ana Casado Boch (dealer), María Brunete (Marta), Mayte Cedeño (Lucía), Tito Ezeizabarrena (cura).

Comentarios a esta nota: benjamin.solis@azteca21.com

Foto: Una cinta donde todo parece carecer de sentido vital.
Cortesía: Cineteca Nacional.

 

Leave a Reply