Recordando al filósofo Antonio Caso que fue miembro del Ateneo de la Juventud y rector de la UNAM

Pedro Henríquez Ureña, guía y maestro de los escritores del llamado Ateneo de la Juventud, entre los que se encontraban Alfonso Reyes, José Vasconcelos y Julio Torri.

En el verano de 1909, Caso presentó sus críticas al positivismo en un ciclo de conferencias recogidas más tarde en la tercera edición de Conferencias del Ateneo de la Juventud.

Caso rechazaba la tesis de Gabino Barreda, y del primer Justo Sierra, que sostenía que el porvenir de México debía construirse fundamentalmente sobre las bases de una doctrina científica. En el ensayo “Catolicismo, Jacobinismo y Positivismo”, incluido en el libro Discursos a la nación mexicana, profundiza su crítica a dos de las ideologías hegemónicas a finales del siglo XIX: el jacobinismo (o liberalismo extremo) y el positivismo.

Caso fue pionero de la filosofía de lo mexicano que desarrollarían más tarde Samuel Ramos, Leopoldo Zea y Octavio Paz, entre otros. En su libro El problema de México y la ideología nacional, argumenta que el problema más grave de México es su falta de unidad (racial, cultural y social).

Al final de su vida, bajo la influencia de las filosofías de Husserl, Scheler y Heidegger, escribió libros como El acto ideatorio, La persona humana y el estado totalitario y El peligro del hombre.

Caso fue “una de las figuras de más relieve, inspiración e influencia en la vida universitaria de su tiempo. Con Vasconcelos, el más grande pensador mexicano de este siglo. Caso orador más brillante, de cultura más organizada, más tradicional en las zonas de exposición de los problemas filosóficos; Vasconcelos más arbitrario y también más genial”, lo describe Antonio Castro Leal, en sus Semblanzas de Académicos.

“La doctrina estética de Antonio Caso es entendida, al mismo tiempo, como la existencia en tanto que desinterés. Procede de la existencia como economía o como egoísmo y antecede a la existencia como caridad. De un extremo a otro, la existencia se explica con una doble fórmula: la primera de éstas consiste en el mínimo de esfuerzo y el máximo de provecho; la segunda, en el máximo de esfuerzo y el mínimo de provecho. Entre una y otra, el arte y la visión artística del mundo rompen la ley del menor esfuerzo y crean las condiciones para el cumplimiento del máximo esfuerzo: el darse por el darse, el sacrificio, la caridad” apunta Raúl Trejo Villalobos, en “Una introducción al pensamiento estético de Antonio Caso y José Vasconcelos”.

El autor explica que las tesis centrales de la doctrina estética de Caso constan básicamente de dos partes: “la teoría de la intuición creadora y la teoría del arte. En la primera de éstas se abordan una introducción cosmológica a la estética, mediante la idea de la demasía vital, misma que explica, a su vez, una teoría del juego y el arte. Se abordan, además, las teorías de la intuición creadora y de la empatía (Einfühlung o proyección sentimental) tanto en una fase contemplativa como en una expresiva. En la segunda de éstas, la teoría del arte, la axiología o los valores estéticos, la clasificación de las artes, la psicología del placer estético y el arte como fenómeno social”.

Caso y la educación

Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Nacional de Jurisprudencia, recibiéndose de abogado en 1908. La docencia fue una de sus más cercanas actividades, pues sostenía que la educación sería la impulsora del cambio social en México.

“Sangre de indio y sangre española es la mía. Pero soy un mexicano de pasiones serenas. Mi amor por la patria no me inspiró la profesión de político ni de soldado. Mi ideal fue el estudio, los libros, el arte, la filosofía”, escribió Caso.

En 1907 profesor de conferencias sobre geografía e historia en la Escuela Nacional de Artes y Oficios. Antes de recibirse de abogado, figuraba ya en la juventud intelectual que preparaba la renovación literaria e ideológica que vendría después, y que, fundara la revista Savia Moderna (1906), con los hermanos Max y Pedro Henríquez Ureña, entre otros y, posteriormente, el grupo de conferencias conocido como El Ateneo de la Juventud (1909). Formaban el grupo José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Ricardo Gómez Robelo, Alfonso Cravioto, Luis Castillo Ledón, Jesús T. Acevedo, Alfonso Reyes, Julio Torri y otros. Con los tres primeros compartía Caso su reacción contra el positivismo y su adhesión a las nuevas corrientes antiintelectualistas.

Al crearse en 1910 la nueva Escuela de Altos Estudios (después Facultad de Filosofía y Letras), fue su primer profesor de filosofía, y dio entonces sus inolvidables cursos sobre el intuicionismo de Bergson. En 1909 es profesor de Sociología en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y, al morir el doctor Porfirio Parra (1912), ocupa la cátedra de Lógica en la Escuela Nacional Preparatoria.

En plena Revolución, en 1914, publicó su famosa conferencia sobre La filosofía de la intuición. En 1915 aparecen sus Problemas filosóficos, cuyo más importante ensayo (“La perennidad del pensamiento metafísico y religioso”) es una tesis de su doctrina. Vienen después Filósofos y doctrinas morales (1915) y La existencia como economía, desinterés y caridad (1919), informa Antonio Castro Leal.

Fue director de la Facultad de Filosofía y Letras en varias ocasiones y rector de la Universidad Nacional de México (en mayo de1920, y de diciembre de 1921 a agosto de 1923). Viajó como embajador especial al Perú en 1921, sustenta conferencias en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, y regresa para el centenario de la batalla de Ayacucho (1924).

En diversas cátedras de la Universidad y en El Colegio Nacional (del que fue uno de sus fundadores en 1924) profesó la enseñanza de la filosofía. “Su talento oratorio, su vibrante temperamento y una especie de adivinación de actor, le permitían exponer, con impresionante vigor y fidelidad, las doctrinas del filósofo que en ese momento explicaba. Nunca un profesor en México se había consagrado totalmente al estudio de la filosofía ni, dentro de sus actividades, la cátedra había sido su expresión más personal y brillante”, describe Castro Leal.

Antonio Caso escribió algunos textos para apoyar sus clases Principios de estética (1925), Historia y antología del pensamiento filosófico (1926) y Sociología (1927). Abordó los problemas nacionales en Discursos a la nación mexicana (1922), El problema de México y la ideología nacional (1924) y Nuevos discursos a la nación mexicana (1934).

También Castro Leal sostiene que Caso llevó su afán polemista a los principales diarios de la capital donde, “con elocuencia, sólida doctrina, ironía y hábil estrategia”, se batió intelectualmente con “Francisco Bulnes sobre el porvenir de la América Latina, con Francisco Zamora y Vicente Lombardo Toledano sobre el marxismo, con Eduardo Pallares sobre el carácter espacial e inespacial de lo psíquico, con Alfonso Junco sobre la existencia de Dios y con Guillermo Héctor Rodríguez sobre neokantismo”. Sólo Lombardo Toledano y Samuel Ramos estuvieron a su altura.

En sus últimos años, escribió libros tales como La filosofía de Husserl (1934), Meyerson y la física moderna (1939), Positivismo, neopositivismo y fenomenología (1941). Sobre política universal publicó La filosofía de la cultura y el materialismo histórico (1936) y La persona humana y el estado totalitario (1941). Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo se cernía sobre la Europa ocupada.

Antonio Caso fue socio fundador de la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación y miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística. Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua en septiembre de 1915, y de Número en enero de 1921.

Pronunció su discurso de recepción sobre la Oda a la música, de fray Luis de León. En 1943 fue miembro fundador de El Colegio Nacional.

Sus Obras completas (1971), fueron publicadas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Rosa Krauze de Kolteniuk publicó La filosofía de Antonio Caso (Universidad Nacional Autónoma de México, 1990).
JLB
Fuente: (CONACULTA)

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