Restauran relicario extremadamente raro que contiene restos óseos, muela y sangre de San Fulgencio, niño mártir

México, presenta deterioro por el paso del tiempo; fue elaborada en una técnica complicada que no se repite en otros relicarios registrados por restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), quienes realizan la preservación de los huesos, así como la limpieza y conservación del estuche para devolverle su brillo dorado.

El relicario consiste de una caja de madera de 56 por 65 centímetros, en cuya parte superior tiene un retablo en miniatura de formas clásicas: columnas, entrecalles, nichos y tímpano, elementos hechos con cartón y forrados con papel de oro troquelado, que le da la apariencia de los altares de templos novohispanos.

En la parte baja de la caja se halla una urna cubierta con cristal, que contiene los restos óseos atribuidos al niño mártir san Fulgencio, a quien está dedicado el relicario; en el centro del pequeño retablo se observa la leyenda Corpus S. Fulgentis pueri martiris, y debajo una escultura en cera del mismo santo, mientras que en la parte superior central del  altar tiene pegadas varias reliquias, entre las que destaca una muela.

Así mismo, en las entrecalles del retablo hay 365 reliquias colocadas en hileras, consistentes en pequeños fragmentos de hueso de dos milímetros de longitud, que corresponden al santoral del año, cada una identificada por una pequeña papeleta con el nombre en letra manuscrita de la advocación respectiva.

La pieza colonial es atendida por restauradoras de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, quienes trabajan desde sus distintos campos de especialidad, luego de que previamente realizaran una investigación histórica para tener información sobre este tipo de relicarios, determinar su constitución y posibles alteraciones o faltantes.

Sin embargo, sólo se ubicaron relicarios similares a través de casas de subasta europeas, como es el caso de obras procedentes de Italia, algunas con el sello de “Escuela Romana 1805”, por lo que se infiere que se trata de una obra única o de las pocas que deben existir en México con estas características.

Las restauradoras explicaron que el relicario llegó a los talleres de la Coordinación Nacional de Conservación, en Churubusco, con desprendimientos del papel, aunque el daño más grave se presentaba en las reliquias de san Fulgencio, debido a que algunos huesos se tenían alto grado de deterioro, e incluso corrían el riesgo de pulverizarse con cualquier movimiento.

“El problema general de la pieza fue provocado por el exceso de acumulación de polvo, a pesar de tener una protección de vidrio, porque los sellos se desprendieron, lo que favoreció su introducción y opacó los papeles; así mismo, también presentaba indicios de ataque de insectos, por lo que tuvo que ser fumigada”, explicaron.

Luego de un proceso de limpieza, las partes doradas recuperaron su coloración original y brillo, en tanto que los forros rojos y naranjas fueron restituidos por nuevos ante el riesgo de desprendimiento.

En lo que se refiere al tratamiento de conservación de los huesos atribuidos al niño mártir, se les aplicó un tratamiento especial para evitar que se pulverizarán, mediante la aplicación de un remineralizante, preparado con base en una fórmula hecha con fluoruro de sodio, sustancia utilizada por dentistas para reforzar los dientes, y que en los tratamientos de restauración ayuda a devolverle consistencia a los huesos.

“Limpiamos los huesos y les quitamos los restos de cola que presentaban, a efecto de detener el proceso de degradación. Fue un trabajo laborioso porque se tuvieron que hacer ambos tratamientos a la vez: la limpieza y la remineralización; al quitar la cola, a veces también era necesario poner compresas al hueso para evitar que se fragmentara.

“Dentro de la urna encontramos una muela suelta que no sabíamos de donde provenía, pero comparando la pieza con los relicarios italianos vimos que justo en el centro del retablo tienen pegado un molar; al observar el relicario del Museo de El Carmen encontramos huellas de pegamento que coinciden con la pieza dental en la misma área, así que la reintegramos en la parte central superior del retablo miniatura”, abundaron las restauradoras del INAH.

Para mantener fijos los huesos a la urna, sin volver a aplicar un adhesivo que ocasione problemas posteriores, se colocó un soporte de plástico con perforaciones, forrado con tela roja igual al tono del fondo de la caja, al que se cosieron las piezas óseas con hilos de seda, algunas con amarre extra para evitar su desorden al momento de mover el relicario.

La urna también guarda una pequeña botella de vidrio que contiene restos de sangre del niño mártir san Fulgencio, de acuerdo con un texto escrito en un papel dorado, adosado al frasco.

Las especialistas comentaron que como parte de la restauración integral del relicario, aún falta rellenar pequeñas grietas en la madera de la caja y luego se procederá a sellar el vidrio protector para evitar nuevamente que el polvo deteriore la pieza.

Fuente: (INAH)

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