Carlos Fuentes recobra la vitalidad de su literatura veinteañera con “Carolina Grau”

trabajos de este género escritos a lo largo de la vida de un escritor, mientras que la reciente entrega del autor de Aura y El espejo enterrado debe entenderse como una obra arquitectónica, de binomios, que se conecta por pasillos laberínticos donde el personaje, Grau, aparece y desaparece, es monstruo y es héroe.

“Es un libro paradójico, donde el cautiverio es, al parecer, nuestra única posibilidad de ser libres”, señaló Padilla, esta tarde, en la presentación del libro para el público de la 24 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a la que no pudo asistir el autor de la obra.

Fuentes estuvo presente sólo de manera virtual, a través de un video proyectado al inicio de la presentación, en el que el creador habló de su personaje como una mujer que está en todos lados: en un templo, en una aldea, a un lado del lector, detrás de la puerta y en los recuerdos.

El escritor de 81 años de edad volvió a la imagen de la mujer desdoblada que ya formaba parte de su literatura temprana, consideró Jorge F. Hernández, cuentista editado por Alfaguara e invitado a la presentación de Carolina Grau. “Hay una vitalidad sana”, infirió sobre el retorno de Fuentes al cuento y a una narrativa que lo conecta con sus primeros años en la literatura hispanoamericana.

En ese sentido, su compañero en la mesa dijo encontrar vínculos entre este libro y la novela Cumpleaños, publicada por Fuentes en 1969. En Carolina Grau también hay vínculos con la literatura de Borges y con el clásico de Alejandro Dumas, El conde de Montecristo, que el mexicano desarma y reconstruye por la vía del laberinto.

Hernández aclaró a la audiencia que esta novedad de Fuentes no es un “palomazo” escrito en los últimos meses, sino la consumación de un compromiso que ya estaba en la bitácora del autor.

Fuente: (CONACULTA)

 

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