Tlaloque I, carro robot del INAH capta primeras imágenes de túnel teotihuacano

hito en la historia de las excavaciones arqueológicas en México y en el continente americano.

Es la primera vez en la historia de la arqueología mexicana –y segunda en el mundo-que un robot participa en una investigación arqueológica (hace diez años se usó un dispositivo similar en Egipto, en la exploración de una tumba).

Tlaloque I, así llamado en alusión a los seres mitológicos ayudantes del dios Tláloc, recorrió los primeros tramos de un túnel por el que nadie había transitado desde hace por lo menos mil 800 años. Las imágenes que registró constatan estabilidad y hacen factible que en poco tiempo los investigadores entren al conducto prehispánico, construido hace más de dos mil años por los antiguos teotihuacanos para representar el inframundo.

Durante la presentación de las tomas del pasaje subterráneo a los medios de comunicación, con la presencia de Salvador Guilliem, coordinador nacional de Arqueología del INAH, se detalló que este equipo de robótica se suma a la serie de tecnologías a las que han recurrido los arqueólogos para esta investigación. Hace varias semanas, con el uso de un georradar se determinó con precisión que el túnel conduce a tres cámaras, donde eventualmente podrían reposar los restos de personajes importantes de la también llamada Ciudad de los Dioses.

El arqueólogo Sergio Gómez Chávez, director del Proyecto Tlalocan: Camino bajo la tierra, informó que esta es la primera vez que se utiliza en México un aparato con estas características para la exploración arqueológica. “Al parecer antes se había utilizado en Egipto, y nosotros, como investigadores del INAH, somos los primeros en desarrollarlo y usarlo en nuestro país”.

El robot Tlaloque I es un vehículo de cuatro ruedas, con tracción independiente cada una. Está equipado con dos cámaras de video, una colocada en la parte posterior y otra al frente, que pueden hacer giros de 360 grados y que son manipuladas a control remoto. El aparato tiene 30 centímetros de ancho, 50 cm de longitud y 20 cm de altura; cuenta con su propia fuente de iluminación y transmite las imágenes a un monitor de computadora en el exterior.

Gómez Chávez indicó que hace tres meses se planeó el uso de un equipo cuyas características de diseño hicieran factible que pudiera ingresar al túnel y proporcionara imágenes del interior del conducto. Esto se hizo con el fin de que los arqueólogos pudieran evaluar la viabilidad de acceder físicamente sin riesgo, luego de que el túnel ha permanecido cerrado por miles de años, sin que nadie haya ingresado desde entonces.

“El robot fue diseñado y construido especialmente para esta exploración por el ingeniero Hugo Armando Guerra Calva, egresado de la carrera de Ingeniería en Robótica Industrial, del Instituto Politécnico Nacional. Hace 15 días empezamos a hacer las primeras pruebas, funcionó bien, pero notamos que era necesario reducir la altura del mismo, pues de otra manera era imposible que hiciera el recorrido, además de que tuviera mayor iluminación.

“En la primera prueba, el robot avanzó algunos metros al interior del túnel sin ningún problema, a través de un reducido espacio entre la bóveda y el relleno colocado por los teotihuacanos. Las imágenes que captamos fueron muy importantes para conocer las condiciones en las que se encuentra el interior del túnel luego de que ha permanecido cerrado por cerca de mil 800 años”.

El arqueólogo del INAH comentó que las primeras imágenes constatan que el túnel fue rellenado de manera intencional. “Todo el conducto —de más de 100 metros de longitud— está excavado en la roca de manera perfecta, en algunas partes se ven las marcas de las herramientas con las que los teotihuacanos lo hicieron, el techo del túnel es abovedado y al menos la parte que recorrió el robot se observa estable, lo que nos da muchas posibilidades de que en las próximas semanas podamos entrar físicamente para explorarlo”.

Aunque el túnel está rellenado con tierra y piedras, el robot pudo recorrer algunos metros a través de un espacio reducido de apenas 25 centímetros de altura, que se halla entre el techo y la parte azolvada.

Añadió que con base en estas imágenes se ha evaluado la posibilidad de entrar físicamente al conducto, aunque para ello se tendrán que hacer algunas excavaciones para despejar la entrada. “Estamos calculando que para finales de este mes o principios de diciembre habremos quitado una parte de la tierra que está bloqueando el acceso y entonces ya podamos entrar”.

Gómez Chávez señaló que también con la ayuda del Tlaloque I se pudo observar con mayor detalle las grandes piedras labradas que hay en el interior del túnel, “al parecer se trata de esculturas o rocas perfectamente talladas, de grandes dimensiones y peso, que fueron introducidas por los teotihuacanos para cerrar el acceso entre 200 y 250 d.C., es decir, hace aproximadamente mil 800 años”.

Abundó que la superficie por donde va a caminar el robot está cubierta de un polvo muy fino y arena acumulada durante miles de años, lo que provocó que en las primeras pruebas las ruedas se patinaran. Por ello, se decidió incrementar la potencia de los cuatro motores para tener mayor tracción.

Luego de dos meses de trabajo, desde que el INAH dio a conocer la noticia de este importante hallazgo, los arqueólogos han logrado despejar completamente la entrada del pasaje prehispánico. Al llegar al piso del túnel se corroboró que tiene una altura de casi 2.50 metros, 4 m de ancho y 100 de longitud, según la información que aportó el georradar, otra de las tecnologías utilizadas en esta exploración arqueológica.

“Con el georradar, cuyos estudios han sido realizados por el doctor Víctor Manuel Velasco, del Instituto de Geofísica de la UNAM, se han detectado tres cámaras en las que pudieran localizarse los restos de personajes importantes de la antigua ciudad, pero esto lo comprobaremos hasta que entremos”.

El túnel fue descubierto a finales de 2003 por los arqueólogos Sergio Gómez y Julie Gazzola, pero su exploración ha requerido de varios años de planeación y de gestión de recursos, con el fin de poder utilizar la más alta tecnología. En la investigación, también se ha utilizado el escáner láser, dispositivo de gran resolución facilitado por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, que permite hacer el registro tridimensional de los hallazgos arqueológicos.

Las investigaciones —que se enmarcan dentro de las conmemoraciones por los primeros 100 años de exploraciones arqueológicas ininterrumpidas y de apertura al público de Teotihuacan— han permitido corroborar que el túnel precede a la construcción del Templo de la Serpiente Emplumada, así como de La Ciudadela, puntos que fueron el magno escenario donde debieron realizarse rituales vinculados con los mitos de la creación original, en tanto que el pasaje subterráneo debió estar vinculado con la concepción del inframundo.

Fuente: (INAH)

 

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