inquieto. Creo que al final ha tomado esta decisión después de meditarlo mucho, y el hecho de haber toreado un novillo en un festival aquí en la plaza de San Miguel El Alto, le sirvió para dar ese paso que nosotros respetamos”, dijo Ramírez Montaño.
Desde que regresó de España, donde trabó amistad con flamencos y gitanos, Armando mostraba una actitud un tanto extraña:
“A mí me parecía que andaba un tanto contrariado y sin motivación. Primero me dijo que no iba a volver a torear en México sino hasta el año entrante, otra vez en España, en la cuadrilla de Arturo Macías. Después supe que le llamó al matador Sebastián Castella para decirle que ya no actuaría en su cuadrilla en plazas de México, en la campaña que está por comenzar. En fin, como que no lo tenía muy claro”, comentó su hermano.
Varios de sus amigos, como los matadores zacatecanos Jorge Delijorge y Antonio Romero, lo invitaron a entrenar con ellos. Se fue a la Feria de Zacatecas y toreó en sus cuadrillas. Más tarde se fue a torear la encerrona con Alejandro Amaya a Tijuana, que fue la última tarde que se vistió de luces, el pasado 3 de octubre.
A sus 21 años de edad, y salido de la primera promoción de Tauromagia Mexicana, Armando se perfilaba, por su afición y facultades, a ser uno de los grandes banderilleros de México. Inclusive, hubo un par de amagos con detutar como novillero, pero lo cierto es que siempre se sintió más cómodo en las filas de los toreros de plata.
“Me dijo que quiere encontrar su espiritualidad, y que por eso se iba un tiempo. No sabemos si esta decisión que tomó fue definitiva, pero un indicativo de que la cosa va en serio fue que regaló todas sus cosas de torear: vestidos, capotes, muletas y trajes cortos. Ahora sólo el tiempo dirá que pasará con él. De cualquier manera, es un hombre joven y entusiasta que puede hacer lo que quiera”, puntualizó Ramírez Montaño.
Fuente: (mundotoromexico.com)
