El pianista chino Jue Wang deja sin aliento al público del “Auditorio de Minas”

las notas como una cascada vertiginosa se prodigaron hacia todo el espacio.

Carismático, pero ante todo admirable, el pianista chino mantuvo arrobada a la gente durante poco más de 80 minutos y en pocas ocasiones, como en ésta, la gente que acudió a escucharlo no tosió, no se movió, no agitó siquiera los programas porque un milagro estaba ocurriendo.

Con Jue Wang se comprueba que el piano se niega a quedar relegado como un instrumento del pasado. Su vigencia se hace patente cuando jóvenes pianistas como él dejan claro que tanto el instrumento como la vasta literatura escrita para él, tienen una actualidad impresionante.

El programa que el joven virtuoso chino ofreció en el 38 Festival Internacional Cervantino, que se realiza del 13 de octubre al 7 de noviembre, comprendió obras del romanticismo y el impresionismo que pusieron en marcha la sensibilidad y la imaginación del público.

La fugaz aparición de ‘La Marsellesa en el Carnaval de Viena’, de Schumann; la intensidad adusta de los ‘Intermezzi’, de Brahms, El pianista mantuvo cautiva a la audiencia durante más de 80 minutoso la plasticidad de los ‘Espejos’, de Ravel, hicieron sentir al público verdaderamente sobre ‘una barca en el océano’ de las sonoridades.

También la hermosa pirotecnia virtuosística de las obras de Liszt dio lugar al lucimiento pleno del joven artista de 24 años, quien visita México por primera vez.

Son muchas las transcripciones que Franz Liszt hizo de obras de compositores de su tiempo y su dificultad de ejecución determina que raramente figuren en los programas de concierto, por eso fue gratificante escuchar la fresca ‘Polonesa’ de la ópera de Tchaikovsky ‘Evgueny Oneguin’.

Como bien lo dijo el músico de manos arrebatadoramente prodigiosas y desbordantes de talento, la música es ‘un lenguaje. Siempre que interpreto me parece que estoy empleando un lenguaje similar al habla. Eso es la música para mí, una manera de comunicarme a través de sonidos y silencios’.

Todas las interpretaciones del músico originario de la República Popular de China fueron geniales, como las mismas obras y estilos, los matices y colores que desplegó fueron en la noche cervantina casi fantásticas.

Schumann y Chopin tienen un sentido peculiar hacia la música y una actitud muy romántica. Stravinsky y Prokofiev, en las manos de Wang, completaron otro de los milagros que ha tenido lugar en el 38 FIC.

Fuente: (Notimex)

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