
Eraclio Zepeda ofrece “De la Marimba al son”, historia chiapaneca en la que rinde homenaje a los negros de África
historia de Chiapas tomando como hilo conductor de los acontecimientos a la marimba, traída por los negros al país.
La guitarra del maestro Raúl Zambrano acompañó con una suite de Bach la voz de Zepeda que en su narración De la Marimba al son hizo un recorrido desde los años del mestizaje colonial hasta el México de la Revolución. “Todo basado en hechos reales de la historia, de los que me valí para hacer ficción”.
Combinación de música y anécdota, muestra en pantalla gigante una serie de fotografías históricas que quizá sirvieron de inspiración al escritor para aventurarse al final a contar un cuento improvisado, una historia sobre don Valentín Espinosa, “el hombre más culto que conozco”, al que le contaron el oficio de enfrascar almas.
“Epopeya cultural la de los negros en América: Aburrido continente resultaría el nuestro sin su presencia sonora, sin su potestad bailada… Gracias a los negros llegó el ritmo retumbando, el tambor vibrante, la danza desatada, la cintura breve y el nalgatorio exacto”, dijo Zepeda, mientras el suave sonido de la guitarra de Zambrano arrullaba su narración y el público comenzaba a lanzar las primeras carcajadas de la noche. Por que eso sí, al final el escritor admitió sentirse contento porque “vi a la gente que estaba satisfecha, el aplauso fue muy prolongado”.
De la Marimba al son no es solamente la sonora interpretación de la historia chiapaneca, sino también un homenaje a los negros que desde África trajeron este instrumento junto con otras manifestaciones culturales que “hoy siguen palpitando en nuestro corazón mestizo”.
Pero el cuento De la Marimba al son tiene pasajes para reír y asombrarse, como cuando habla de don Corazón Borrás, quien inventó la marimba de combate. Cuenta Zepeda que “en Chiapas todo llega tarde y ustedes lo acaban de ver, la guerra nos llega en tiempo de paz y mientras los mexicanos se están matando nosotros estamos tocando marimba y cuando los mexicanos empiezan a abrazarse nosotros nos empezamos a matar”.
No importa cuán extensa sea la historia, el público permanece atento en sus asientos siguiendo las palabras del maestro Eraclio, quien entreteje otra historia dentro de la historia que cuenta: “Cuando los papás de ustedes eran niños no había cine sonoro, el cine era mudo y se acostumbraba acompañarlo con piano. Pero en Chiapas, con esa falta de caminos, de cinco pianos que intentaban subir uno llegaba y llegaba ya desafinado, y ¿quién lo afinaba? En cambio la marimba la hacíamos nosotros, entonces en cada cine había una marimba y en Tuxtla tuvimos la suerte de tener a un hombre extraordinario; el maestro Ventura, que construyó una marimba chiquitita para ser tocada sentado por el solo”.
“El maestro Ventura usaba sombrero, entonces si se paraba tapaba la pantalla. Sentadito tocaba viendo la película e inventó todo un lenguaje; por ejemplo, tenía pieza para beso largo, pieza para beso corto, pieza para persecución de malos, pieza para triunfo de buenos, pieza de final feliz y otra pieza de se los llevó el diablo.
“Por desgracia llegó el cine hablado y nosotros salimos perdiendo, pero más el maestro Ventura, porque él perdió el empleo. Por fortuna alquiló un local a las afueras del pueblo y le llamó El cine de antes, en el que puso un letrero: ‘Entrada: cinco centavos, traiga su silla porque no hay’. Se sentaba uno viendo la pared y de pronto el maestro Ventura decía: ‘tercera llamada, empezará la función’. Apagaba la luz y comenzaba a tocar: pieza para beso largo, pieza para beso corto, pieza para persecución de malos, pieza para persecución de buenos y nosotros viendo la pared donde no se proyectaba nada porque no había cine, pero mirábamos la pared y con la música de la marimba empezábamos a imaginar cada uno de nosotros nuestra propia película y ésa fue la época de oro del cine chiapaneco”.
Una vez concluida De la Marimba al son, intervino el guitarrista Zambrano con la Sonata Romántica de Manuel M. Ponce, momento de esparcimiento que el público escuchó con atención.
Al final del espectáculo, Zambrano opinó: Zepeda es una gloria. No solamente es un gran narrador es un tipo muy lúcido y muy articulado. Es capaz de generar la ficción más maravillosa. Genera universos enteros sólo con sus palabras. Es un cuentero finalmente. Más que alguien que escribe cuentos, que lo hace muy bien, el es capaz de llegar y contarlo.
RGT