“Tadeys”, de Osvaldo Lamborghini, una novela de un escritor de veras singular

publique o se escriba sin la pretensión de que sea publicado. Lo mismo podría decirse, en términos generales, de “Tadeys” (DGP/CONACULTA, México, 2009), novela del escritor argentino Osvaldo Lamborghini incluida en la colección “Singulares”, coordinada por Mario González Suárez.
Quizás valga la pena abundar en el aspecto fascinante de la relación escritura/lectura, pues en el caso de Lamborghini, como en el de casi todos los escritores, asumidos o no como tales, aquélla es evidente, perogrullescamente evidente. Incluso podría añadir que vomita, abjura, reniega, despotrica contra cierto tipo de escritura, es decir, contra cierto tipo de escritores; al escribir, crea o recrea, destruye una representación de la realidad e inventa otra, propia, forzosamente más terrible, igualmente dotada de poder estético. No obstante, también cabría mencionar que el que escribe así cumple con una necesidad, con un deseo vital, con una impostergable misión, con un ineluctable destino: el del artista. Esto nuevamente se aplica de manera cabal en el caso del escritor argentino: es un artista que, aparentemente, no soporta la realidad, quizás ni la vida, y lanza un grito, un aullido, una blasfemia contra la literatura imperante, hasta contra sí mismo. Lamborghini construye en “Tadeys”, entre otras posibilidades de lectura o de interpretación, el abominable retrato del hombre, la sociedad y el país argentinos de su tiempo.
He adoptado el término novela para referirme al libro en comento. Quizás no haya encontrado otro más aproximado, tal vez no lo haya. También puede ser un relato largo y sus variaciones imbricadas; así, un ensayo. De lo que no queda duda es de que estamos ante literatura en su máxima expresión, ante un escritor dotado del poder de la imaginación, de la invención, de la crítica despiadada, pero, sobre todo, del dominio del lenguaje, del manejo magistral de la escritura. ¿Qué es un tadey? Nada y todo, o simplemente un personaje inventado por Lamborghini. Pero “Tadeys” no es una obra literaria fácil ni complaciente, todo lo contrario, es difícil y radical, pero preñada de esa belleza terrible que sólo son capaces de transmitir los artistas verdaderos.
Además, esta edición siguió a la publicada en Buenos Aires en 2005 bajo la dirección de César Aira, amigo íntimo y albacea de Lamborghini; la novela está numerada “I”, “II” y “III”, para mí con eso bastaba, pero se incluyeron dos apartados más: “Borradores y reescrituras” y “Textos complementarios”, buenos para especialistas o investigadores, pesados para el lector común. También se incluyó al final una bibliografía de y sobre Lamborghini y se utilizó para ilustrar la portada un aguafuerte, “La crítica”, del genial artista mexicano Julio Ruelas, muerto en París hace más de cien años.
Osvaldo Lamborghini constituyó una revelación para mí a partir de “Tadeys”. Ahora sé que nació en Buenos Aires el 12 de abril de 1940 y murió en Barcelona, España, el 18 de noviembre de 1985. Publicó tres libros antes de morir: “El fiord” (1969) –que lo catapultó a la categoría de escritor de culto para algunos; pero también, para y por otros, a la denostación y estigmatización–, “Sebregondi retrocede” (1973) y “Poemas” (1980). Además del reseñado aquí, después aparecieron “Las hijas de Hegel”, “Novelas y cuentos” y “Teatro proletario de cámara”.
Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com
Foto: Un libro que se sale de los escaparates de la clasificación y se inscribe en la de textos “Singulares”.
Cortesía: DGP/CONACULTA.