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Buenas Noticias - September 19, 2010

Don Genaro Cobo López, panadero de profesión, es agasajado al cumplir un siglo de vida

dedicado al trabajo, es como lo definen sus ocho hijos, 25 nietos, 13 bisnietos y dos tataranietos, quienes este 19 de septiembre festejan tenerlo en pie a un centenario de su nacimiento.

A don Genaro la voz es lo único que le falla, porque su andar, mirada, salud y ganas de vivir siguen intactas y firmes, como la masa que le encanta preparar y mezclar para una buena pieza de pan.

La Revolución la vivió en carne propia. Su infancia se desarrolló entre una lucha armada, cuyo paisaje sólo dejaba pérdidas humanas. Las mismas que aún con asombro su mente dibuja a través de recuerdos de hombres asesinados que aparecían colgados de las ramas de los árboles.

‘Es un hombre de valores y de lucha’, dice su hija Esther Cobo del Río. La mujer de 60 años no deja de asombrarse por el grado de lucidez, fortaleza y amor de su padre.

Por ello agrega que ‘ahí como lo ve, es un compraamistades’. Sonriente, la séptima de los ocho vástagos presume el porte de su padre, quien a sus 100 años es tan coqueto como uno de 20.

Para don Genaro la vida ha sido una receta que tanto disfruta preparar, como el oficio que aprendió a los 16 años: ser panadero.

Durante 40 años don Genaro laboró en la panadería La Fuente, un establecimiento ubicado en un punto de la Avenida de los Insurgentes, donde, además de aprender el oficio, conoció a la mujer de su vida, Josefina del Río.

‘Iba a comprar el pan’, dice su octava hija, Luz, de 58 años, al relatar que su madre también traía consigo el acercamiento a mandatarios, pues era prima del ex presidente Lázaro Cárdenas del Río.

Con dolor, don Genaro recuerda que Josefina se le adelantó hace 20 años en el viaje de la muerte. Aún le duele y lo refleja en las lágrimas que nublan su mirada.

Como hombre de valores lo definen sus hijos Carlos y Genaro Cobo del Río, quienes aprendieron de él el oficio del pan y hoy se encargan del negocio familiar, que es la panadería La Reina de la Mora, ubicada en la colonia Olivar del Conde, en la delegación Alvaro Obregón.

El primero de ellos, de 66 años, no evita el llanto y silencio cuando habla de su padre. Con lágrimas agradece tener un amigo que en momentos difíciles, de debilidad, le tendió la mano y le enseñó a luchar por lo que se quiere.

A él se suma Genaro de 68 años, quien junto con su hermana Luz recuerda que en la infancia, pese a ser familia ‘grande’, su padre ‘nos dio todo’ y enseñó a ‘salir adelante’. Pasivo, don Genaro los escucha y sonríe a sus comentarios.

Este día, afuera de la Parroquia de San Jacinto, en la delegación Alvaro Obregón, sus ocho hijos, nietos, biznietos y tataranietos le ofrecieron una misa.

Es imposible no preguntar qué propicia su longevidad. Las risas entre unos y el intercambio de miradas entre otros llevan a deducciones de momento.

‘Creo que su alimentación, comer de todo, probar de todo, nutrirse’, dicen unos, mientras otros lo atañen al trabajo, pues ‘nunca se detuvo, todos los días que lleva con vida ha trabajado’.

Sin embargo, son los hermanos quienes sonrientes afirman sin temor a equivocarse que la razón son ‘sus ganas de vivir’.

Fuente:  (Notimex)

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