Indígenas migrantes de Puebla financian desde EU fiestas patronales de su lugar de origen, reforzando la permanencia de su cultura

totonacos, mazatecos, tepehuas y otomíes, son los grupos indígenas de esta entidad, que desde 1980 comenzaron a registrar importantes flujos migratorios, tanto al interior de México, como a los Estados Unidos. “Lo interesante de estos procesos de la salida de indígenas, es que han fortalecido sus tradiciones, contrario a lo que ha sucedido en otros estados como Hidalgo, donde se han desgastado sus costumbres originarias”.

Elio Masferrer, etnohistoriador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), informó lo anterior al detallar que estos y otros temas de actualidad son abordados en la publicación Los pueblos indígenas de Puebla. Atlas etnográfico, editado por el INAH y el Gobierno del Estado de Puebla, en el que se hace una revisión de la evolución y desarrollo económico, político, religioso, educativo, cultural y lingüístico de los siete pueblos indígenas que desde antes de la Conquista española han habitado el territorio poblano.

El coordinador del Atlas etnográfico destacó que en el caso de Puebla la etnicidad se ha visto reforzada, porque al estar lejos los indígenas migrantes revaloran sus raíces y regresan a sus comunidades para retomar sus tradiciones y costumbres. “De esta manera, el dinero que ganan los inmigrante en Estados Unidos es destinado para la construcción de sus casas en su lugar de origen, porque sólo emigran por temporadas, y después regresan a su comunidad”.

Así mismo, dijo, al tener mejores posibilidades económicas, también financian las festividades locales y vuelven a sus comunidades para estar presentes en las celebraciones patronales, como es el caso de las localidades de Huauchinango, Piaxtla y Tepexi de Rodríguez.

Elio Masferrer, investigador adscrito a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, del INAH, destacó que otro reflejo del fortalecimiento de las costumbres de las comunidades indígenas, a pesar de la migración, es el compromiso que adquieren a su regreso luego de una larga estadía en EU, y aceptan ocupar algún cargo dentro de su comunidad, “con lo cual demuestran que están comprometidos con su comunidad”.

Entre los estudios que integran el Atlas etnográfico de Puebla, destaca el realizado por la Sociedad de Ejidos Rurales del Sur, que revela que 60% de las familias de la Mixteca poblana tienen como mínimo un miembro viviendo en Estados Unidos, quienes en su mayoría se concentran en Nueva York.

A partir de 1980, se comenzaron a registrar grandes movimientos migratorios de indígenas poblanos, siendo la Mixteca poblana la región —de las seis que integran la entidad: Sierra Norte, Llanos de San Juan y San Andrés, Valle Poblano, Valle de Tehuacán  y Valles de Atlixco y Matamoros— que expulsa la mayor cantidad de migrantes, según revela Leigh Binford, en el capítulo Los paradigmas de la migración internacional entre Puebla y Estados Unidos, contenido en dicho libro.

Los pueblos indígenas de Puebla. Atlas etnográfico, fue presentado hace unos días en el Museo Nacional de Antropología e Historia, y forma parte del Proyecto Nacional de Etnografía de las Regiones Indígenas en México en el Nuevo Milenio, que impulsa el INAH, a  través de su Coordinación Nacional de Antropología, y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

La obra brinda un panorama de la situación actual de los 565 mil 509 indígenas que viven en la entidad, a través de las investigaciones de 85 colaboradores de diversas instituciones como: el INAH, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Iberoamericana del Golfo y la Universidad Autónoma de México, entre otras.

El Atlas, señaló, también aborda “la vitalidad de los pueblos originarios poblanos y su capacidad para manejarse en los nuevos tiempos. Están más vitales que nunca y día con día enriquecen sus culturas y tradiciones con la adopción de los avances tecnológicos y el desarrollo educativo, que  ha traído consigo la migración.

“Los indígenas desde su propia cultura tratan de ver cómo integrar los aportes científicos y tecnológicos en su vida cotidiana, por ejemplo, hoy en día hay varios cibercafés en la Sierra Norte de Puebla, y podemos ver a nahuas y totonacas chatear o haciendo investigaciones o tareas”.

Con la integración de los avances tecnológicos a los siete pueblos originarios, sus lenguas indígenas (náhuatl, otomí oriental, popoloca, tepehua, totonaca, mixteca y mazateca), se han transformado, “hay estudios que demuestran que la gente ha incorporado nuevo vocabulario, para poder operar en un contexto más contemporáneo, por ejemplo, han agregado palabras como computadora o Internet”.

El etnohistoriador lamentó que “hay mucha gente que nunca ha pisado una comunidad indígena y creen que viven como en la Edad de Piedra, pero eso sólo es parte del imaginario de aquellos que no los conocen, porque los indígenas están perfectamente articulados al mundo moderno como cualquier otro grupo social minoritario que habita en México”.

Estos grupos indígenas y minoritarios mantienen sus tradiciones y su etnicidad, pero al mismo tiempo usan las herramientas del mundo moderno como el radio, la televisión, el teléfono o la Internet, lo cual tampoco representa que se van a homogenizar con la cultura nacional predominante, finalizó Elio Masferrer.

El Atlas etnográfico de Puebla incluye también más de 200 fotografías provenientes tanto de la Fototeca Nacional del INAH, como de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, de algunas instancias gubernamentales de Puebla, fotógrafos particulares y de las propias comunidades.

Fuente:  (INAH)

 

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