Presenta el MUNAL una de las obras fundamentales del siglo XX: “Max Ernst. Una semana de bondad”

Nacional de Arte (Munal) del Instituto Nacional de Bellas Artes (Conaculta-INBA), del 12 de agosto y hasta el 17 de octubre de 2010.

Esta exposición, realizada con la colaboración de la Fundación Mapfre, fue curada por el especialista Werner Spies y reúne los 184 collages originales realizados por Max Ernst en 1933 y que conforman un auténtico manifiesto del surrealismo.

Estas obras se expusieron una única vez tres años después de su creación, entre marzo y abril de 1936, en Madrid, y desde entonces habían permanecido como uno de los secretos mejor guardados de la historia del arte. Esta nueva exposición se realiza gracias al propietario de las obras, Daniel Filipacchi, quien ha decidido, tras guardar durante años este tesoro del arte, que vieran la luz de nuevo.

Entre 2008 y 2009, estos collages pudieron contemplarse en una itinerancia europea en el Museo Albertina en Viena, el Museo Max Ernst en Brühl, la Kunsthalle en Hamburgo, Fundación Mapfre en Madrid, y Musée D’Orsay en París. Asimismo, la exposición pudo visitarse en el Museo de Arte de São Paulo (MASP) y terminarán su breve periplo latinoamericano en la ciudad de México, en el Munal.

Los collages que conforman Una semana de bondad son una de las principales obras sobre papel realizadas en la década de los 30 del Siglo XX y con ellos el surrealismo alcanzó uno de sus puntos culminantes. La capacidad de Max Ernst de crear un universo y una mirada propia, distinta y singular, lo convierte en uno de los artistas de referencia en el Siglo XX, y también en uno de los más complejos y cambiantes a lo largo de toda su trayectoria.

Max Ernst es probablemente uno de los pocos artistas del que podemos decir que se reinventó a sí mismo a lo largo de toda su vida. Al igual que Picasso, formó parte de algunos de los grupos y movimientos de vanguardia más importantes del siglo XX. Pero lo que ha caracterizado en todo momento su trayectoria ha sido su capacidad para ir por delante siempre, a la cabeza de estos movimientos, convirtiéndose así en un referente e influencia no sólo para sus contemporáneos, sino para los artistas actuales.

Durante un recorrido para presentar la exposición a los medios informativos, Miguel Fernández Félix, director del Munal, aseguró que es una de las muestras más importantes que presenta ese recinto durante este año. “Para nosotros, traer a México a uno de los grandes artistas contemporáneos del Siglo XX, un artista vinculado con el surrealismo desde los inicios –no hay que olvidar que este artista tuvo una relación muy directa con el surrealismo alemán, que tuvo nacionalidad americana y al final francesa–, un hombre cosmopolita, un hombre errante que al final dejó una huella no sólo por sus obras, sino por lo que innovó, porque era un gran innovador y un hombre de rupturas”.

Con Una semana de bondad Max Ernst rompe las fronteras entre géneros y técnicas y la convierte en una de las cumbres del movimiento que abandera, pero ataca soterradamente a aquellos que consideraban entonces el surrealismo como un movimiento esencialmente literario. Armado con unas tijeras, Ernst, recorta, utiliza y desmenuza las populares novelas folletinescas del siglo XIX y convierte lo que era entretenimiento en subversión.

El surrealista denuncia el poder cruel de la autoridad establecida y los estamentos que la encarnan, muestra la superioridad de la naturaleza en la fuerza del agua que invade y arrasa con cascadas y corrientes; denuncia un infierno burgués adornado, lujoso y acomodado donde viven los reptiles, y usa máscaras impertérritas en escenas que recuerdan los instintos atávicos del ser humano.

Max Ernst crea un imaginario paralelo desasosegante, inquieto e inquietante basado en la reiteración en el uso de diferentes motivos como el león, el agua, el mito de Edipo –encarnado en un hombre pájaro– o los lazos y las alas de dragones y ángeles que se superponen a las damas y caballeros burgueses interpretándose a sí mismos.

Pablo Jiménez Burillo, director general del Instituto de Cultura de Fundación Mapfre, explicó que entre la irreverencia, el sentido del humor y la voluntad de jugar con elementos cargados de trascendencia, Max Ernst estructuró su Semana de bondad siguiendo el orden de los días de la semana, de domingo a sábado, y estableciendo una liturgia de colores que, relacionados con un tema determinado, desafiaban a todo tipo de poder y a las convenciones sociales de la época.

“Este juego de libertades empieza al elegir el universo gráfico con el que expresarse, las imágenes con las que construir su obra. Max Ernst no juega con las del día, con las que definían su actualidad; no utiliza, por ejemplo, periódicos o revistas, como tampoco recurre a las prestigiosas imágenes del pasado. Trabaja, en cambio, con humildes grabados pensados para ilustrar novelas de gran consumo.

“Grabados que se mueven y utilizan los clichés y los estereotipos de la representación decimonónica. Son imágenes que se inscriben en un momento concreto de la ilustración gráfica, sintetizando los lugares comunes y los puntos de vista de la pintura del siglo XIX. Una manera de representar la realidad, o un tipo de realidad, que, por natural, Max Ernst emplea como un lenguaje básico con el que componer su nuevo imaginario”, señaló Jiménez Burillo.

En opinión del especialista, Ernst fue un personaje fantástico y brillante que había participado en la Primera Guerra Mundial y quiso contribuir a tener un mundo diferente en el que no hubiera totalitarismos. “Él defendía que todos debíamos ser artistas en la medida en que nos sentíamos ofendidos por la realidad. Lo que él hace es utilizar el azar y mezclar las cosas que se encuentra diciéndonos que no hay una sola manera de ver la realidad, sino muchas posibles.

“Marx Ernst quería que viéramos las cosas de una forma distinta porque al final los collages son como espejos, como si nos devolvieran la mirada hacia dentro de nosotros mismo donde están nuestros traumas, donde están las cosas que nos dan miedo, lo que nos atrae, esa es la lección que quería darnos Ernst, que debemos aprender a mirar el mundo y la realidad de forma completamente distinta. Esta exposición demuestra que esa lección y los collages están completamente vigentes”, señaló Jiménez Burillo.

La exposición Max Ernst. Una semana de bondad –Los collages originales–, estará acompañada de una serie de actividades lúdicas dirigidas a todo tipo de público, que llevan a vivenciar la forma como Ernst realizó los collages surrealistas que se presentan en la exposición, así como un ciclo de cine del género surrealista y una sala de lectura con libros especializados en las corrientes artísticas que aborda Max Ernst en su obra.

Con motivo de la exposición se editó un catálogo de carácter científico, bilingüe en español/inglés, que reproduce la totalidad de las obras expuestas. El catálogo incluye una serie de textos que analizan el proceso creativo de Una semana de bondad, y su influencia esencial en el arte posterior y en el lenguaje audiovisual. Los ensayos del gran experto en Max Ernst y comisario de la muestra, Werner Spies, y del director del museo dedicado al artista en Brühl, Jürgen Pech, se completan con un apéndice documental dedicado a la repercusión de la exposición de los collages en el Madrid de 1936, presentado por Juan Pérez de Ayala.
MAC     

Fuente: (CONACULTA)

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