Hechos absurdos son relatados por Antonio Garci en su libro “Pendejadas célebres en la Historia de México”

historiador, le llamaron la atención hechos poco conocidos en la historia de México que muestran aspectos ilógicos que despiertan la risa o la pena y, en ocasiones, rayan en la estupidez.

El libro subraya, desde la visión de un caricaturista, algunos sinsentidos o “pendejadas” que, en el contexto de lo que se ha llamado el surrealismo mexicano, “superan la imaginación de cualquier humorista o escritor de ficción”.

Entre los hechos recogidos por Garci destaca la historia de la cabeza de Pancho Villa (1877-1923).

Tras su asesinato, el jefe de la guarnición -el coronel Francisco Durazo- ordenó profanar la  tumba del revolucionario y decapitar su cadáver para vender su cabeza a los estadounidenses “ya que los gringos habían ofrecido mil dólares por la cabeza de Villa”.

Algunas versiones aseguran que la cabeza fue a dar a EU porque el general norteamericano John Pershing nunca le perdonó que invadiera Colombus (Nuevo México), en tanto que otros autores afirman que un millonario ofreció 50 mil dólares por ella y luego redujo su oferta a 10 mil, por lo que no se efectuó la operación.

Garci contó que, según diversos relatos periodísticos, un superior de Durazo lo reprendió y le ordenó deshacerse de la cabeza de Villa, que podría estar enterrada en algún rancho cercano a Parral -la ciudad donde murió- aunque este hecho no está confirmado.

La historia continúa cuando los Gobiernos posteriores ordenaron en la década de los 30 trasladar a la capital los restos de los revolucionarios, entre ellos los de Villa, para depositarlos en el Monumento a la Revolución, por lo que se exhumó una osamenta que resultó estar completa y que correspondía a una mujer que yacía junto a la tumba del llamado “Centauro del norte”.

“En cualquier caso, Villa nunca hubiera estado de acuerdo en que sus restos quedaran junto a sus enemigos Álvaro Obregón y Carranza” apuntó Garci.

Otra de las historias rescatadas por el humorista es la de la “guerra de las vírgenes” que tuvo lugar durante la lucha por la Independencia y cuyas protagonistas fueron la Virgen de Guadalupe de los insurgentes y de los Remedios de los realistas, a la cual el virrey Francisco Venegas otorgó el grado militar de “Generala”.

En cada plaza conquistada, cada uno de los bandos sometía a un juicio a todas las imágenes y figuras de yeso o madera de la virgen de sus adversarios, las cuales eran primero degradadas como jefas militares, sentenciadas a “muerte” por “traición” y finalmente las pasaban por un pelotón de fusilamiento.

Después de la derrota de las principales fuerzas insurgentes, el arzobispo de Ciudad de México organizó una procesión para pasear a “la generala” por delante del templo de la Guadalupana para mostrar su supremacía y someterla a humillación.

Una anécdota más recordada por Garci en su libro fue cuando el Gobierno de Manuel González (1833-1893) declaró delito “no cobrar las deudas” e impuso multas y castigos.

González, quien había perdido un brazo en una batalla y de quien su hijo afirmaba que por ese motivo solo podía robar la mitad que otros gobernantes, había decretado una reforma monetaria para sustituir las monedas de plata por papel moneda y de níquel.

El rechazo de la población y de numerosos sectores sociales, incluso de los políticos más abyectos a entregar sus monedas de plata provocaron un enorme descontento que estuvo a punto de convertirse en una revuelta.

“México se convirtió en el único país donde se castigaba a las personas no por no pagar sino por no cobrar las deudas”, dijo Garci.

Otra anécdota destacada por el humorista fue la llamada “huelga inquilinaria” de Veracruz en 1922, convocada por el Sindicato Revolucionario de Inquilinos encabezado por Herón Proal.

La mayor parte de los miembros de este sindicato eran las prostitutas de este puerto, quienes se negaron a pagar a los caseros y a los dueños de los hoteles, con el argumento de que estaban en huelga. Este movimiento fue disuelto por el Ejército después de varios meses.

Garci recuerda otras anécdotas históricas y actuales, como el misterio de la Isla Bermeja, que aparecía en los mapas antiguos en el Atlántico mexicano, pero no se ha podido encontrar todavía.

Dicha isla aparecía en mapas oficiales hasta hace una década y no se sabe si existe hoy, si existió y desapareció o si sólo es fruto de un error de los cartógrafos del siglo XVI.

Fuente: (Agencias)

 

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