Escuché el cántico de un rey.

Mi escudo, fortaleza mía.
Me libraste de violencia, tu nombre debe ser nombrado.
Cuando me rodearon ondas de muerte, torrentes de perversidad me atemorizaron y
cuando tendieron sobre mi sus lazos, en mi angustia te invoqué, clamé a ti y me escuchaste.
Se desató el resplandor de tu presencia, de tus saetas y se dispersaron quienes pretendían mi alma, lanzaste tus relámpagos y los destruiste.
No me he apartado de tus caminos.
Todos tus decretos estuvieron delante de mí.
Me guardaste de mi maldad.
Me recompensas conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos delante de tu vista.

Con el misericordioso te muestras misericordioso. Recto con el hombre íntegro.
Limpio con el limpio y rígido con el perverso. Porque tú salvas al pueblo afligido.
Abates a los altivos. Tú eres mi lámpara quien alumbra mis tinieblas.
Contigo lo puedo todo.
Perfecto es tu camino. Contigo asalto los muros. Eres escudo cuando en ti espero.
Eres quien me ciñe de fuerza, quien despeja mi camino y me hace estar firme en las alturas. Eres quien adiestra mis manos para la batalla de manera que se doble el arco de bronce en mis brazos. Me diste el escudo de salvación, tu benignidad me ha engrandecido.
Tú ensanchas mis pasos debajo de mí y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos y los destruiré de modo que no se levanten nunca más y caigan delante de mis pies. Me libras de varón violento, por lo tanto yo te confesaré entre las naciones, donde me  guardas para ser cabeza, pueblo que yo no conocía me servirá, al oír de mi obedecerán, yo cantaré a tu nombre.

Así cantó el rey David. “Cuando fue liberado para siempre de sus enemigos”
Tú me has salvado y usas tu misericordia para conmigo y toda mi descendencia para siempre. Tu espíritu ha hablado por mí, tu palabra ha estado en mi lengua, me hablaste.
Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios.
Será como la luz de la mañana. Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes. Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra, no es así mi casa para con Dios. Has hecho conmigo pacto perfecto en todas las cosas. Los impíos serán todos ellos como espinos arrancados no con la mano. ¡Me habló la roca de Israel!
Esto os ha compartido el Rey.

elmensajedelrey@hotmail.com

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