Vestigios Apaches: Descubren casas cónicas y una pintura mural en cañón de Chihuahua

refugiaron en este abrigo rocoso durante la persecución que sufrieron en Estados Unidos hacia 1850.

En este mismo lugar, considerado el sitio arqueológico más grande de la Sierra Madre Occidental, también se registró el hallazgo de gran cantidad de piezas de cerámica y cestería, así como herramientas de la cultura Paquimé, con una antigüedad de 900 a 1450 d.C., y ofrecen nuevas luces sobre esta extinta civilización.

Estos descubrimientos se originaron durante los trabajos de investigación arqueológica y conservación que llevan a cabo el INAH en el Cañón del Embudo, donde existen más de 20 cuevas en cuyo interior existen construcciones prehispánicas conocidas como “casas en acantilado”. Las labores se llevan a cabo con recursos aportados por la Fundación J.M. Kaplan, a través de la World Monuments Fund, y que ascienden a 75 mil dólares.

El arqueólogo Eduardo Gamboa, director del Centro Cultural Paquimé y responsable de los trabajos de investigación arqueológica en el Cañón del Embudo, informó que en la meseta de la montaña se localizaron vestigios de antiguos grupos apaches, entre los que resalta una aldea con restos de 20 tipis (casas apaches o tienda cónica), que fueron ocupadas de 1850 a principios del siglo XX, como refugio ante su persecución en EU.

“Llegaron a ocultarse en este sitio porque lo consideraban un lugar sagrado de sus ancestros, por eso durante su estancia no habitaron en las Casas en Acantilado, sino que construyeron sus tipis, en las viviendas prehispánicas que hay en las cuevas sólo hacían ceremonias y en ese contexto pintaron el mural que también encontramos”.

Dicho mural, dijo, está pintado en dos cuartos de uno de los conjuntos habitacionales que los arqueólogos han denominado Cueva de las Pinturas Apaches, donde estos grupos dejaron plasmadas escenas en las que aparecen montados a caballo; en él predomina el color negro porque fue elaborado con ceniza, a diferencia de las pinturas prehispánicas trabajadas con pigmentos de colores.

Detalló que al interior de otras cuevas también se encontraron artefactos de metal y gran cantidad de rastrojo, principalmente de caballos, lo que indica que esos espacios fueron usados por lo apaches para guardar animales.

Así mismo, Gamboa añadió que durante los trabajos de restauración que se realizan en la Cueva de Las Jarillas —donde se conserva uno de los conjuntos de “casas en acantilado” más grandes de toda la región— se localizó gran cantidad de objetos prehispánicos de la cultura Paquimé, entre los que destacan piezas de turquesa, concha, cerámica de la región de Madera, con imágenes que hacen referencia a la arquitectura y sus deidades totémicas como la del perico.

“También se ha hallado cestería, entre la que se encuentran mecapales, cuerdas y morrales, conservados por las características de las cuevas; objetos de adorno personal, como collares elaborados en concha y piedra, y herramientas, como hachas y metates, así como fragmentos de restos de animales como venado, jabalí, pescado y ratón, que formaban parte de la dieta de los grupos prehispánicos.

El arqueólogo del INAH comentó que además se halló otra pintura mural, ésta de la cultura Paquimé, en la que están plasmadas figuras de humanos con cabezas de animales y seres que combinan diversas partes de aves y peces.

Detalló que las piezas prehispánicas localizadas permiten advertir cómo vivió la cultura Paquimé en las “casas en acantilado”. Entre los avances más importantes, destacó, se confirma que Paquimé estuvo dividida en las regiones serrana, de los valles, del desierto y norte, y que las poblaciones cercanas a la antigua ciudad, como Cañón del Embudo, fueron colonias de la gran urbe de la cultura Casas Grandes que le servían para controlar los recursos de la Sierra Madre.

Gamboa añadió que estos trabajos arqueológicos también han permitido definir varios periodos de ocupación en las cuevas, que iniciaron con grupos que habitaron ahí de 600 al 900 d.C., antes de  existiera la arquitectura; continuaron con los grupos prehispánicos (900 a 1450 d.C.) que crearon viviendas al interior de las cavernas.

Posteriormente, de 1450 a 1475 se dio un periodo de violencia generalizada en la región que culminó con el abandono de estas cuevas; y hacia 1850 llegaron los grupos atapascanos o apaches.

El investigador comentó que los objetos encontrados han sido recolectados en los últimos cuatro meses, a la par que se continúa con las labores de conservación del conjunto habitacional de la Cueva de Las Jarillas, que consta de más de 30 cuartos.

“Por acciones del tiempo, el ganado, animales roedores y el hombre, el conjunto estaba muy deteriorado, principalmente con daños en la estructura de las casas, como fisuras en muros y polilla en las vigas de los entrepisos y dinteles de madera de las ventanas.

“Estos problemas se han atendido a través de la intervención de arquitectos y restauradores, y hasta el momento se tiene un avance de 50 por ciento en la consolidación del conjunto”.

De igual forma, Eduardo Gamboa indicó que además se ha logrado la elaboración de 50 por ciento de las fichas técnicas de las casas del sitio, con su correspondiente documentación histórica. Así mismo, se hizo un estudio de la geografía del área y se determinó su poligonal.

El arqueólogo destacó que El Cañón del Embudo es la “cereza del pastel” del proyecto Inventario de los Recursos Culturales y Naturales de la Región Madera, implementado por el INAH–Chihuahua desde 1996, y que a partir de 2002 ha contado con recursos de la World Monuments Fund.

“A través de este proyecto se han localizado más de 180 sitios con “casas en acantilado”, y se han excavado y consolidado los más importantes: Cuarenta Casas, Huápoca, Las Rancherías de Sírupa, Cueva de la Olla, Cueva Grande, y ahora Cañón del Embudo, el más significativo de todos”, concluyó.

Fuente: (INAH)

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