civilización”, explicaron hoy aquí los organizadores de la exposición durante la conferencia de prensa de presentación.
La exhibición se inaugurará esta noche en el museo con la presencia del embajador de México en Alemania, Francisco González Díaz; el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, Alfonso de Maria y Campos, y el director del centro cultural y museo Martin-Gropius-Bau, Gereon Sievernich.
Desde mañana y hasta el próximo 10 de octubre el público podrá admirar desde elementos arquitectónicos hasta vasijas y figuras de filigrana, lo mismo que valiosos trabajos en piedra, máscaras y estatuas de divinidades.
Muchos de esos objetos han sido descubiertos durante excavaciones recientes en la zona.
“Es un doble proyecto”, comentó el director del Martin-Gropius-Bau, Gereon Sievernich, respecto a esta exposición y a la de Frida Kahlo, ambas en el museo berlinés.
“La muestra se engloba dentro de los actos conmemorativos del bicentenario del inicio de la Independencia y del centenario del comienzo de la Revolución mexicana”, resaltó Sievernich.
Teotihuacan, recordó, era una “ciudad misteriosa, enigmática”, de la que “los numerosos trabajos de investigación han conseguido sacar a la luz objetos extraordinarios que han posibilitado la comprensión de las relaciones de los habitantes de la ciudad”.
“La ciudad desapareció sin dejar testigos. Todo lo que sabemos es por las investigaciones de los últimos 150 años de excavaciones”, resaltó.
La ciudad conocida como Teotihuacan se ubica en el Estado de México, aproximadamente a 40 kilómetros al noreste de la capital del país.
En la etapa comprendida entre el año 100 antes de Cristo hasta el 650 después de Cristo se convirtió en la mayor y más influyente metrópoli del continente americano.
Cuando los aztecas descubrieron las ruinas de la ciudad, en el siglo XIV, le dieron el nombre de Teotihuacan, que significa “el lugar donde los hombres se transforman en dioses”, debido a la grandiosidad de la abandonada ciudad que encontraron.
En su turno, el director general del INAH, Alfonso de María y Campos, explicó que se trataba de una ciudad teocrática, guerrera, de grandes dimensiones, con contacto con otras civilizaciones de la zona.
Teotihuacan fue la sede del poder de una de las sociedades mesoamericanas más influyentes en los ámbitos político, económico, comercial, religioso y cultural, cuyos rasgos marcaron permanentemente a los pueblos del altiplano mexicano.
La muestra refleja parte de esta influencia en otras culturas. “Por ejemplo, la máscara Malinaltepec, que se puede contemplar en la exposición, proviene del estado Guerrero, pero está hecha a la usanza de las máscaras teotihuacanas”, explicó de María y Campos.
Como parte central de la exposición se sitúan los murales, de los que por primera vez se autorizó a sacar de México 15 fragmentos de pinturas murales de gran tamaño.
“En realidad todo el trabajo de pintura mural en México preferimos dejarlo in situ. Sin embargo, cuando el mural empieza a sufrir mucho por factores externos, como el paso de una carretera por las cercanías, se le retira de ese lugar”, declaró el experto.
El INAH fundó en 2006 un museo en las proximidades de Teotihuacan dedicado a la pintura mural, con el cual ‘ya es posible poder traer este tipo de trabajos si están bien conservados’, comentó respecto a exponer los murales fuera de México.
De Maria y Campos dijo que es importante que los alemanes que acudan a ver al exposición en Berlín entiendan que “se trata del mundo clásico mexicano. Así como los europeos ven en Grecia y Roma lo clásico, para nosotros esto es lo clásico. Coincide con la época del Imperio Romano”.
En su opinión, los visitantes tienen que mentalizarse de que es el clásico mexicano. De aquí salen los nombres de los dioses, de aquí salen las primeras imágenes, de aquí salen las primeras representaciones de las divinidades dioses que luego llegan a los aztecas.
“Los alemanes tienen un gran interés en la cultura mexicana y van a devorar esta exposición”, sentenció el funcionario mexicano respecto a la acogida de la muestra en la capital alemana.
Con 22 kilómetros cuadrados de superficie, Teotihuacan también sufrió las inclemencias del cambio climático, que “convirtió una zona de ríos y valles en una región semidesértica”, recordó el director del INAH.
“Los recientes descubrimientos señalan que las grandes estructuras se sustentaban en una cueva. Las grandes construcciones piramidales se llevaban a cabo sobre cuevas’, explicó al anotar que, ‘incluso, llegó a pasar un río por debajo de las pirámides”, resaltó.
Con las investigaciones desarrolladas en la zona se descubrió también que para ubicar la ciudad se orientaron sus habitantes no sólo por el agua, sino también por la existencia de minas importantes para la producción de cuchillos, “muy importantes en la época”, anotó.
Teotihuacan, Patrimonio de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde 1987, es considerada como una ciudad de pirámides llenas de secretos, desde la perspectiva alemana.
Los objetos de la exposición de Berlín intentarán dar luz sobre la vida cotidiana de sus habitantes y el significado que tenían el arte, la ciencia y la religión en la influyente metrópoli mexicana.
“Era una sociedad muy sofisticada. Cada uno tenía un oficio y cooperaba con los demás”, explicó de Maria y Campos.
“Los espacios de la ciudad eran muy ordenados, casi parecidos a las ciudades holandesas. Estaba formada por pequeñas comunidades y espacios familiares, ordenados por culturas o trabajo, cuyas casas estaban decoradas con pintura mural”.
La ciudad otorgaba un gran respeto al culto religioso. “Era un estado religioso ilustrado que permitía otras manifestaciones en el ámbito privado, aunque no en el político”, indicó.
La ciudad prehispánica de Teotihuacan fue uno de los centros urbanos más grandes del mundo antiguo. En su momento de esplendor, entre el siglo III y el VI d.C. esta cultura logró una gran expansión territorial y demográfica para su época, llegando a tener alrededor de 160 mil habitantes.
“Era un pueblo guerrero por necesidad, no por sistema como los aztecas”, comentó el experto en relación a los objetos de guerra encontrados durante las excavaciones.
Para el director general del INAH, Teotihuacan era ‘un paraíso, lleno de lagos, de animales… con una vida bastante idílica, enriquecida por el contacto con otros pueblos del norte y del sur a través del comercio’.
La desaparición de una ciudad de tal envergadura sigue siendo aún un misterio de la historia. Según el funcionario existen diferentes teorías sobre el destino de los habitantes de Teotihuacan, que apuntan a una destrucción desde el interior de la propia metrópoli.
De acuerdo a las últimas investigaciones, la ciudad contaba con una estructura militar, por lo que “no era cien por cien idílica, ya que al haber comercio podía haber confrontación”, reconoció.
Insistió que parece que fue una destrucción desde dentro, “pudo deberse, por ejemplo, al rígido control social de la cúpula religiosa-militar, que pudo tambalearse durante una etapa de escasez”, comentó.
Los investigadores descubrieron durante sus estudios barrios quemados en la zona. Para el director del INAH, esto pudo deberse a un “conflicto social interno o a un enemigo de fuera cercano a ellos”.
No obstante, a pesar de todo, el experto quiso recordar que la desaparición de una ciudad es “algo normal en los anales de la historia. Las civilizaciones nacen, evolucionan y desaparecen. Se extinguen en sí mismas, sobre su propia base”, puntualizó.
La exposición se planeó originariamente para tres ciudades: París, Zurich y Berlín. “Sin embargo, en la actualidad se han sumado otras metrópolis interesadas en albergar la muestra mexicana, como Roma y algunas capitales de los países escandinavos”, reveló el director del INAH.
El 50 por ciento de las piezas de la muestra proceden de bodegas de excavaciones, donde se albergan objetos procedentes de salvamentos para evitar su destrucción por factores externos.
La exposición estuvo anteriormente en Monterrey y en el Museo de Antropología de Ciudad de México. De esta manera, todas las piezas de la muestra berlinesa ya han sido expuestas en México.
El promotor y el curador de esta exposición fue Felipe Solís Olguín, quien ya había llevado a Berlín las exposición “Aztecas” en 2003. El director del Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México, falleció en abril de 2009, pocas semanas antes de inaugurarse la exposición.
El director del INAH le dedicó unas palabras en la rueda de prensa y resaltó que “su esencia está presente en esta muestra”.
Teotihuacan es aún objeto de interés para investigadores de México y del mundo. Los vestigios arqueológicos de la antigua ciudad son visitados cada año por decenas de miles de personas, haciendo del sitio uno de los mayores centros de atracción turística del país.
El INAH se encarga de la conservación el patrimonio histórico de México. El Instituto cuenta, además, con una red de 100 museos, incluidos cinco nacionales.
El objetivo del organismo es proteger la riqueza cultural mexicana “no de manera estática, sino con colaboraciones con numerosos países para dar a conocer la riqueza de México”, explicó su director.