“Pobre Patria mía”, un relato sobre los matices, logros y fracasos de un Porfirio Díaz patriota

domador de la bestia, México; y por el otro, como un “fósil desenterrado, paleolítico, inmemorial. Soy blanco y oscuro. Verde y transparente como el jade. Opaco y luminoso. Soy, para mi desgracia, eterno. Porque soy también un lamento, un rencor, una rabia negra y pegajosa, una bilis pestilente, una guerra que no termina”.

El título editado por Planeta no busca, según el autor, ser una novela que reivindique al mandatario que ostentó el poder por más de 30 años, sino sólo presentarlo y darle voz por primera para que el crítico sea el lector.

La Historia generalmente está presente en las novelas de Palou, quien ya ha dedicado su pluma a rescatar personajes como Emiliano Zapata y José María Morelos. Ahora mira a Porfirio Díaz, el exiliado, para relatar un fragmento del México de fines del siglo XIX y de principios del XX.

— ¿Por qué rescatar a Porfirio Díaz en el año del Centenario de la Revolución Mexicana?

— Es muy importante porque sólo revisamos a nuestros héroes, aquellos que son ya los incontrovertibles. Yo mismo lo he hecho ya con Zapata, Morelos y Cuauhtémoc; pero a la luz del Centenario de la Revolución hay que mirar a los personajes que la historia ha convertido en nuestros villanos, y quitar a Porfirio Díaz es querer borrar 40 años de la vida del México independiente.

— En su novela, Díaz presume sus logros, ¿cuáles ameritan recordarse?

— Primero hay que destacar su mérito militar. A los 32 años ya era general gracias a su enorme participación en la Guerra de Intervención Norteamericana, y para la Guerra de Reforma y durante la intervención francesa ya era un militar consumado. Él ganó una batalla que le limpió el camino a Benito Juárez y su entrada a la Ciudad de México, eso también explica el rencor que después le tendría a éste, que era su mentor. Otros logros se dieron en materia económica, en infraestructura y en la apertura del comercio y la inversión extranjera; fue el único momento en la Historia de México en el que nos la creímos y nos la creyeron.

— ¿El México como potencia de principios del siglo XX, era una ficción?

— Obviamente hubo un costo social, había un sector de la población que no veía las mieles del desarrollo, pero éste fue absoluto y lo señalan los historiadores de la económica de México. El único tema es que cierto sector de la hacienda y la industria no veía en los trabajadores ni en los campesinos estas mieles, incluso no es gratuito que este grupo haya sido la carne de cañón de los generales revolucionarios.

— En las primeras páginas del libro se describe a un hombre contradictorio que va de la tristeza a la aceptación, ¿era inevitable ese transito?

— Esos últimos cuatro años de su vida fueron de una profunda nostalgia por su país que se estaba deshaciendo, al que llamó ‘esa pobre patria mía’. Esa tristeza está paleada un poco por momentos simbólicos como cuando visitó la tumba de Napoleón o las recepciones del rey de España. Díaz consideró increíble que México le fuera tan ingrato y que el mundo no lo reconociera.

—  ¿México fue ingrato con Porfirio Díaz?

— Tristemente los grandes biógrafos de Díaz son extranjeros, los mexicanos no hemos volteado a ver esta figura porque la Revolución Mexicana nos construyó el discurso de que él era el villano central del país. En estas celebraciones de 2010, Díaz es el gran ausente.

— ¿Cambió su percepción del mandatario con esta investigación y con la escritura de la novela?

Claro. Me di cuenta que había un Díaz patriota, y eso no es poca cosa, porque murió con la palabra México en la boca y dio su vida para la construcción del país. También encontré a un Díaz honesto, y vale la pena rescatarlo hoy que nuestros gobernantes entran tres años a un puesto y salen millonarios. Después de 34 años en el poder, Díaz sólo pudo vivir menos de un año y fue mantenido por las familias poderosas de mexicanos que lo acogieron en París y en España. Además, era un creyente fiel de que México podía estar a la altura de cualquier país. Sin embargo, su gran error fue no creer que los mexicanos ya éramos mayores de edad en política.

¿La permanencia en el poder es la única crítica al personaje?

La política, incluida la excesiva mano dura, no creo que esté justificado ningún crimen de Estado. Esta novela es una reivindicación porque no es el papel del biógrafo o del novelista, lo que hago es presentar nuevamente a Díaz y dejarlo hablar para que el lector realice su juicio histórico, objetivo y desapasionado porque estamos ávidos de contarnos de nuevo la historia de México. 

“Esta novela es una reivindicación porque no es el papel del biógrafo o del novelista, lo que hago es presentar nuevamente a Díaz”
Pedro Ángel Palou, escritor

PERFIL
Pedro Ángel Palou nació en Puebla en 1966. Es doctor en Ciencias Sociales, escritor de una gran cantidad de títulos y un apasionado de la historia. Fue rector de la Universidad de las Américas y ha sido periodista, promotor cultural y conductor de televisión. Entre sus obras destacan En la alcoba de un mundo, Paraíso clausurado, Malheridos, El dinero del diablo, entre otros.  Además ha recibido varios premios por sus trabajos como el Xavier Villaurrutia y el Jorge Ibargüengoitia.

Fuente: (El Informador)

 

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