Reconocen a Alicia Reyes, por su cumpleaños número 70 y por su labor para proteger y difundir el legado de Alfonso Reyes

Conaculta hace un reconocimiento a su permanente labor que por casi 40 ha consistido en proteger y difundir el legado de Alfonso Reyes.
La Capilla Alfonsina cumple con varias tareas: resguarda parte de la biblioteca, manuscritos y fotografías, obras de arte y documentos del escritor y es también centro de estudios literarios donde se imparte un taller de creación y se investiga el trabajo creativo de Reyes.
“Hay que bajar a Alfonso Reyes de los pedestales, debemos tratarlo como el gran ser humano que fue”, comenta Alicia Reyes. Aclara que, además de la Capilla Alfonsina en la ciudad de México (Benjamín Hill 12, colonia Condesa), desde 1980 existe otra en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en Monterrey, donde se hallan muchos “de los libros queridos de la biblioteca de Reyes”, que contenía más de 40 mil volúmenes.
Alicia Reyes, conocida por sus amigos como Tikis, también es vocal de la Sociedad Alfonsina Internacional y jurado del Premio Internacional Alfonso Reyes, que otorgan la Capilla Alfonsina y el INBA-Conaculta, la Secretaría de Cultura del gobierno de Nuevo León, Siglo XXI, el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Autónoma de Nuevo León, entre otras instituciones. En 1977, el gobierno de Francia le otorgó la condecoración de Caballero de la Orden de Artes y Letras.
Los Diarios de Reyes
Lo que ya es un hecho, y se dará a conocer en breve, es la firma del contrato para la edición completa de los Diarios de Alfonso Reyes, en el Fondo de Cultura Económica (FCE). La directora de la Capilla Alfonsina adelantó que este trabajo, que culmina después de 10 años de investigación, ha sido posible gracias al esfuerzo de un grupo de estudiosos entre los que menciona al doctor Javier Garciadiego, director de El Colegio de México; Víctor Díaz Arciniegas, Alfonso Rangel Guerra, ex rector de la Universidad de Nuevo León y académico de la Lengua, Belem Clark, Fernando Curiel, Jorge Ruedas de la Serna y Adolfo Castañón, entre otros.
También participan en este proyecto el doctor Alberto Enríquez Perea, quien ha editado varios epistolarios de Reyes y publicó, recientemente, Alfonso Reyes en los albores del estado nuevo brasileño (1930-1936), editado por El Colegio Nacional.
La doctora Reyes recordó que ella publicó una parte de los Diarios de su abuelo, del periodo de 1911 a 1930, en la Universidad de Guanajuato, en 1969. Actualmente este libro es inconseguible. La nueva edición de los Diarios, de 1911 a 1959, se contempla en siete u ocho volúmenes, porque integra los estudios y referencias cruzadas, prólogos y anotaciones al pie de los investigadores.
La edición de los Diarios es fruto de más de una década de investigación y colaboración entre el FCE, la Capilla Alfonsina (INBA-Conaculta), la Academia Mexicana de la Lengua, el Colegio de México, El Colegio Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de Nuevo León y diversos institutos y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Las investigaciones no cesan —abunda Alicia Reyes—, se están editando sus epistolarios y sus Diarios, también hay muchas tesis sobre Alfonso Reyes. Constantemente estamos editando libros de y sobre mi abuelo, hasta las puertas de la Capilla Alfonsina llegan investigadores de Brasil, Argentina, Cuba, Venezuela, etcétera, para conocer la biblioteca y los documentos, “venimos a la casa de nuestro Alfonso”, me dicen. Una de las últimas tesis que recuerdo es de un colombiano, Sebastián Pineda, que aborda “La musa crítica en Alfonso Reyes”, la cual acaba de ser publicada por El Colegio de México.
Recuerdos del “regiomontano universal”
“¡Ni modo, yo te gané!, le dijo don Alfonso a su hijo, llamado Alfonso y médico de profesión, al constar la afición de su nieta Alicia por los libros y la literatura”, rememora la doctora Reyes que, aunque se graduó en microbiología en el Instituto Pasteur de Francia, también se dio tiempo para hacer estudios de letras en la Sorbona de París.
Además de publicar más de 20 títulos propios (poesía, cuento y novela policiaca), hacer traducciones y escribir muchos prólogos de las obras de su ilustre abuelo, Alicia Reyes imparte el taller de creación literaria y las sesiones de análisis de la obra de Alfonso Reyes en la Capilla Alfonsina.
—¿Cuál fue su trato con don Alfonso?
—Yo, de niña, vivía en la casa de junto (en el 124 de Benjamín Hill), la cual se comunicaba con la del abuelo (en el 122) por la terraza y el garaje; pero francamente yo me la vivía aquí en su biblioteca. Me escondía en el hueco de su escritorio para que nadie me encontrara. Sí, fui su consentida, y también de mi padre. Ellos son la razón de mi dedicación a este recinto.
—¿Cómo hizo su abuelo para despertar su gusto por los libros?
—Él supo cómo despertar en una niña el interés por las letras. Contaba una historia y esperaba a que preguntara: “dónde leíste eso”, y él con una sonrisa decía, “pues en la Odisea, dónde más”. Eran trampitas que él ponía también a los lectores de su obra. A mí me mandaba por un libro a los estantes, tenía una manera muy suya de organizar, primero por país y luego por orden alfabético de autores, hasta un niño podía encontrar el volumen solicitado. Así, pobló mi infancia de belleza.
Entre los libros de la doctora Reyes destaca la biografía del escritor titulada Genio y figura de Alfonso Reyes, publicada en Argentina por Eudeba en 1976 y reeditada en México en 2001 por el FCE. También es autora de la novela El Almacén de Coyoacán (Scripta, 2003); Sólo un perfume tenue (cuentos) y El cementerio marino (versión libre) (Scripta, 2005) y el poema América mía, publicado en edición de lujo por Scripta en 2010. Este poema será llevado a escena el próximo 28 de julio, a las 18:30 horas, en el Centro Cultural José Martí (Centro).
Ha prologado y colaborado en la edición de un sinnúmero de estudios de Alfonso Reyes, las antologías Cómo apreciar a Alfonso Reyes (1990) y Cuentos de Alfonso Reyes (2003) y en la edición de los epistolarios con Max Aub, Luis Cernuda, Jaime Torres Bodet y María Zambrano, entre otros.
Reyes y la Capilla
La primera piedra de la última morada de Reyes la puso en 1938 Manuel Toussaint. La casa fue construida por el arquitecto Carlos Rousseau. La biblioteca, de doble altura, se hizo con base en un dibujo de don Alfonso. En 1939, Reyes se retiró del servicio diplomático y regresó a México, junto con su esposa doña Manuela Mota y su único hijo, Alfonso; allí vivirá la pareja durante 20 años, hasta la muerte del escritor en 1959.
El mote de “Capilla Alfonsina” se lo puso Enrique Díez-Canedo, editor y escritor español, quien decía que en la biblioteca y espacio de trabajo del escritor se respiraba un ambiente de paz y tranquilidad, además de que era “un verdadero templo del saber”. En ese espacio Reyes recibía la visita de casi todos los intelectuales de su época, como Martín Luis Guzmán, José Gaos, Julio Torri, Gabriela Mistral y José Vasconcelos. También lo frecuentaron los entonces jóvenes escritores Octavio Paz, Carlos Fuentes, Ramón Xirau, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco.
“Estas son las líneas que escribo en mi casa, hecha con el esfuerzo de toda mi vida, para dar asilo conveniente a mis libros… ya está aquí el salón especial para recibirlos, de dos pisos con mezzanine. Arriba en un volado, estará mi escritorio. Tengo luz cenital, ventanitas alargadas en todos los nichos que dan a la calle, y una gran vidriera al lado de mi escritorio que recorre los dos pisos. No puedo creer a mis ojos”, escribió el autor de Ifigenia cruel.
A la muerte de Reyes, doña Manuelita y su hijo Alfonso se hicieron cargo de administrar la Capilla; hasta que en 1973 el gobierno se hizo cargo, nombrando a la Alicia Reyes, directora de la misma. Desde entonces, la Capilla forma parte de la Dirección de Literatura (hoy Coordinación Nacional de Literatura) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
La Sociedad Alfonsina Internacional otorgó el primer Premio Internacional Alfonso Reyes, en 1973, al escritor argentino Jorge Luís Borges, gran admirador y amigo de Reyes. Han recibido el galardón narradores, ensayistas y poetas de primer orden como Marcel Bataillon, Alejo Carpentier, André Malraux, Jorge Guillén, Carlos Fuentes, José Luis Martínez, Octavio Paz, Alí Chumacero, Ramón Xirau, Adolfo Bioy Casares, Joaquín Díez-Canedo, Juan José Arreola, Arturo Uslar Pietri, Miguel León-Portilla y Harold Bloom, entre otros. José Emilio Pacheco lo obtuvo en 2004.
JLB
Fuente: (CONACULTA)