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Por la Espiral - June 6, 2010

Crédito trampa

económica y aunque la política monetaria comprende en su expresión a distintas variables, la de la tasa de interés, es una a la que los agentes participantes de la actividad económica ponen especial énfasis dado que impacta a la derrama crediticia.
El crédito y el financiamiento bancario son el bálsamo para que las empresas y familias, como tomadores de apalancamiento en distintos grados de magnitud, lleven a cabo decisiones que tienen que ver con la expansión de su empresa; la compra de un automóvil a plazos; realizar la ilusión de adquirir un patrimonio o simplemente contar con un medio eficaz como la tarjeta de crédito para diferir pagos por compras de bienes y de servicios.
Debemos comprender que la tarjeta de crédito debe ser un instrumento que nos permita contar con un historial crediticio sano, que nos sirva de apoyo para una emergencia, para hacer alguna reservación en línea para un hotel o alguna agencia o también para aprovechar alguna buena oferta como la compra de un bien a doce meses sin intereses. El dinero de plástico debe ser usado como una herramienta de auxilio, de apoyo, no debe convertirse nunca en una trampa de asfixia para nuestras finanzas personales ni mucho menos familiares. Cuide su dinero y su nivel de endeudamiento. Los expertos recomiendan no comprometer más del 25% al 30% del ingreso mensual.
Es mejor detenernos a pensar qué forma de pago conviene más en cada momento que vamos a tomar una decisión de compra o de inversión. Es aprender a ser un consumidor racional y no un consumidor compulsivo que se deja guiar por sus pasiones en detrimento de su bolsillo y de su salario.
En buena medida, la gente acepta y busca el crédito de plástico porque prevalece la idea inequívoca de utilizarlo como una extensión del salario.
Cuando la nómina quincenal o mensual del trabajador es insuficiente para cubrir sus necesidades muchas veces se recurre al crédito de plástico a fin de compensar   el ingreso.
No hay nada más peligroso, en la bonanza como en la crisis, creer que una tarjeta de crédito complementa o alarga el salario.
En la  crisis, las personas y las familias pasan más problemas cuando tienen varias deudas en comparación con otras que no lo tienen.
Ya en esa situación cubrir el mínimo no es suficiente y es la antesala para que en dos o tres meses, el tarjetahabiente deje de pagar con las consecuencias en moratoria y comisiones que trae consigo.
A veces hay que vivirlo en experiencias cercanas para tomarlo de escarmiento.
Todavía recuerdo en 1994 cuando inicié mis pininos en el periódico El Financiero, un compañero con  apenas un año de contrato laboral presumía de sus ocho tarjetas de crédito bancarias,  tiendas departamentales y de autoservicio.
Afortunadamente yo no tenía ninguna y él tenía ocho cuando sucedió la debacle del peso respecto al dólar en diciembre de 1994 e irrumpieron  una serie de devaluaciones, fuga de divisas y las tasas de interés comenzaron hacia una escalada.
En  junio de 1995, mi compañero se declaró en bancarrota, debía dinero en todas las tarjetas,  su sueldo era insuficiente para cubrir el  mínimo de las primeras cinco tarjetas y la  deuda crecía exponencialmente producto de las tasas de interés que llegaron hasta el  110 por ciento.
Los costos por morosidad le dieron la puntilla, por no olvidar que temió perder el empleo cuando el periódico anunció el primer recorte de personal.
Finalmente, tras mucha tensión, las  decisiones que tomó fueron duras pero su urgencia personal lo demandaba: como no tenía ahorros y sus ingresos eran insuficientes para saldar sus deudas, recurrió a vender el coche regalo de graduación de sus padres y utilizar el dinero para cancelar la deuda de las tarjetas.
De la lección de la crisis de 1994 y 1995 aprendió que más de dos tarjetas de crédito son un problema latente, “una bomba de tiempo”, ningún crédito debe exceder el margen del 30% al 35% del ingreso mensual neto. Es una regla que toda persona debe recordar en tiempos de crisis y de bonanza cuando el espejismo hace que todo sea más fácil.
Y es que si el sueldo es de diez mil pesos mensuales y de entrada se deben tres mil pesos fijos cada mes para pagar el mínimo o los mínimos de las tarjetas, más  la mensualidad del coche pagado a plazos, el resto tiene que repartirse entre la manutención personal o en muchos casos familiar, más el pago del alquiler y de los otros gastos variables.
Por ende, una razón endeudamiento mensual/ingresos mensuales superior al 40% arroja un coeficiente que entre más se acerca a la unidad implica una mayor descapitalización de las finanzas personales, porque no basta entonces con el salario mensual sino que deben buscarse otras formas de ingreso incluyendo deshacerse de los bienes sujetos a depreciación que primeramente coadyuvan a reducir la tensión sobre de la liquidez personal.
Así es que el termómetro deudor de las personas sube en la medida en que el ingreso va debilitándose contagiado por la fiebre del  pago de varias deudas en tarjetas de crédito más el crédito hipotecario; crédito automotriz y otros créditos al consumo o la compra de electrodomésticos y ropa a plazos. Con todo, muchas personas tienen comprometido más del 70% de su ingreso mensual para pagar  lo que deben.
El manejo del crédito, la actitud de las personas frente a éste,  debería ser una lección a la que los bancos dediquen  mayor atención antes de conceder con total parsimonia una tarjeta de crédito.
En tiempos de mejor escenario macroeconómico suele suceder que a la oficina y  casas particulares llegan sobres de las instituciones financieras con publicidad para afiliar a nuevos acreditados.
Basta con rellenar los espacios de la solicitud, añadir una copia de la identificación,  copia del último estado de la nómina y del recibo de luz o agua para que el banco autorice la concesión del dinero plastificado.
Cuando hay  crisis, explota el mal uso de las tarjetas de crédito provocando una trampa para la liquidez de las personas y  muchas veces de las familias.
P.D.  Le invito a que opine del tema en mi blog  http//claudialunapalencia.blogspot.com.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado por  la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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