“Cunas, ramas y encuentros sonoros”, un libro para el debate en torno de las culturas musicales de México

patrimonio cultural inmaterial, tanto en término de los soportes para su resguardo, como de los diferentes fenómenos que giran a su alrededor.

Durante la presentación, realizada en el Patio Jacarandas del Museo Nacional de Culturas Populares, las especialistas, acompañadas por Fernando Híjar, coordinador del volumen editado por la Dirección General de Culturas Populares de Conaculta, coincidieron en que se trata de una obra de actualidad que puede ser discutida en muchos ámbitos.

Para la antropóloga e historiadora Marina Alonso, el libro tiene la virtud de integrar a un grupo plural de participantes, que en no pocas ocasiones expone argumentos encontrados, lo cual es de gran valor, porque en sí mismo, lo convierte en un espacio de debate, en el que lo importante no es tanto el planteamiento de conceptos sino el contexto en el cual se inscriben.

Esto viene a colación, dijo,  porque muchos de los autores proponen categorías del patrimonio musical en el seno de problemas específicos que abordan a las culturas urbanas, patrimonio emergente, patrimonio y resistencia, patrimonio germinal, huellas sonoras, etc. Pero, advirtió que en momentos en que la producción científica en torno a estos temas es prolífica, debemos tener cuidado de no abusar de ciertas nociones.

Afirmó que si únicamente cambiamos los términos con que se designan ciertos fenómenos, no avanzaremos. Preguntó si resulta útil seguir hablando de diversidad  y de interculturalidad a secas, de multiculturalidad, hibridismo, globalización, tradición o modernidad. Su respuesta fue que en principio, sirve para llenar vacíos del conocimiento y posicionarse como investigadores, pero si no se discuten, se convertirán en anacronismos que en el futuro poco podrán explicar, particularmente en un momento histórico  de transformación acelerada.

Para Marina Alonso, los datos que se presentan en los distintos trabajos son importantes per se y por la rigurosidad que implica la construcción de conocimiento, pero aclaró que los datos y su interpretación cobran mayor valor por la posibilidad de compararlo con lo que sucede en otras regiones y sociedades, pues la realidad fáctica no sólo es diversa sino ambigua, pero particularmente adquieren mayor relevancia ante la posibilidad de difundir los cuestionamientos y reflexiones en obras y espacios como este.

A manera de ejemplo, comentó que los estudios de caso que presentan los ensayos son interesantísimos y es la mejor manera de entender grandes procesos. Y apuntó que en ellos, el lector encontrará problemáticas locales y regionales de los usos sociales del patrimonio cultural.

Observó que de igual forma, si nos remitimos a la materialidad de las expresiones, en este libro hay trabajos que revaloran al objeto, la cultura material de estos fenómenos intangibles como son los instrumentos musicales. Tal es el caso del trabajo de Guillermo Contreras, quien propone la noción de huella como testimonio de un diálogo intercultural.

La también antropóloga Cristina  Amescua, expresó que los trabajos reunidos en las cuatro secciones que conforman Cunas, ramas y encuentros sonoros, plantean diversos problemas, en particular, la del cómo conservar de manera duradera un registro sólido que sea funcional, aún cuando las tecnologías digitales resulten en un futuro, tan obsoletas como lo son hoy las pinturas rupestres.

Desde su perspectiva, otro de los grandes retos que implican las discusiones actuales sobre patrimonio musical de México, es la necesidad de investigaciones más profundas y sistemáticas sobre las distintas culturas musicales del país, que incluyan no sólo a  las culturas indígenas sino también a las urbanas, las mestizas, las de clases populares, a las culturas juveniles y a las de las clases altas de la sociedad mexicana.

Amescua, refirió que ensayos como los de Patricia García y Rubén Luengas o el de Carlos Ruiz, muestran que todavía hay un largo camino por recorrer antes de poder afirmar que conocemos y reconocemos, la amplia diversidad de culturas musicales en México.

Por otro lado, resaltó que como lo muestran varios de los textos, todavía queda mucho por discutir en cuanto a los peligros de la descontextualización, la “folclorización” y la comercialización de manifestaciones del patrimonio inmaterial que al ser desvinculadas de sus sustratos originales de producción y reproducción, para insertarlas en los circuitos comerciales, pueden perder su sentido y su significado.

Más adelante, hizo notar que también se habla en el libro de algunas de las potencialidades de la noción de patrimonio inmaterial, para romper, por ejemplo, con las asimetrías valorativas que tradicionalmente se reproducen en un contexto de desigualdad económica, política y social como el nuestro.

“En efecto, entender que todo grupo humano tiene la capacidad de producir y reproducir prácticas y conocimiento que forman parte de su patrimonio, ayudan a desmontar las falsas diferenciaciones entre la música culta y la popular, por ejemplo. Y en ese sentido, puede contribuir a una mayor equidad, por lo menos valorativa, de la enorme diversidad que conforma el crisol mexicano”, destacó.

En su oportunidad, Fernando Híjar, coordinador del volumen, afirmó que no se pueden elaborar políticas culturales de salvaguarda de la música o de las culturas musicales de México, sin entender que hay patrimonios en riesgo; sin entender, también, que hay diferentes regiones culturales de México, que cada una tiene sus propias características y su propia forma de enfrentar una serie de situaciones, de preservar y recrear su patrimonio musical.

Cunas ramas y encuentros sonoros se divide en cuatro partes y reúne 12 ensayos realizados por musicólogos, etnomusicólogos y antropólogos, como Gonzalo Camacho, Carlos Ruiz Rodríguez, Benjamín Muratalla y Patricia García López, quienes abordan el tema de las diversidades sonoras y patrimonio no reconocidos.

Por su parte, Alfonso Muñoz, Rodrigo de la Mora y Enrique Jiménez López, resaltan la importancia de la música en el estado de Yucatán, la música contemporánea indígena, las neoculturas musicales y la identidad cultural de México.

A su vez, Jorge Héctor Velasco y Álvaro Alcántara analizan las vertientes del movimiento alternativo de música popular en México y hablan de los procesos de renovación que han enriquecido la música tradicional; mientras Juan Guillermo Contreras estudia los instrumentos musicales y la diferencia entre éstos y los objetos sonoros. 

Finalmente, María Eugenia Jurado y Camilo Raxá Camacho abordan el tema de la música huasteca y la interculturalidad regional; en tanto que Amparo Servilla desarrolla el tema del diálogo musical, entre otras regiones culturales.
AMS

Fuente: (CONACULTA)

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