“Zoóngoro bailongo. Cuentos de raíz jarocha”, libro de Zenén Zeferino Huervo, ilustrado por Julio Torres Lara

artistas que son conocidos por miles de personas, aunque éstas para aquéllos son anónimas, amorfas, desconocidas. Además, Zenén es como un duende porque dondequiera se (me) aparece, como ya no recuerdo en cuál Festival de la Huasteca, o en Tlacotalpan con Quemayama, o años antes en un “México: Puerta de las Américas”, cuando, creo, aún estaba en Chuchumbé o en el programa televisivo de un payaso de cuyo nombre no quiero acordarme. Más recientemente, en el centro de esta gran ciudad, en septiembre de 2009, cuando participó en la presentación de “Sones compartidos” o dos meses después en Arcelia, Guerrero, donde condujo el “V Encuentro Son Raíz”, organizado por CONACULTA, ese Ayuntamiento calentano y Josafat Nava Mosso. Un excepcional duende jarocho, pues.

Todo lo anterior viene a cuento porque precisamente de éstos se trata el libro “Zoóngoro bailongo. Cuentos de raíz jarocha” (Ediciones El Naranjo, México, 2009), autoría de Zenén, un encantador de y por la palabra, a quien, espero, tendré el gusto de aparecérmele el próximo sábado 8, a las 11:30 horas, en el Teatro “Rafael Solana” del Centro Cultural Veracruzano, cuando presente un espectáculo musical basado en su libro. Para entrar un poco al universo jarocho contenido en aquél, paráfrasis, creo, de uno del poeta cubano Nicolás Guillén, entrevisté virtualmente a Julio Torres Lara, artista gráfico, apasionado de la cultura jarocha e ilustrador del libro de Zenén. También tiene la peculiaridad de conocer perfectamente ese entorno geográfico y cultural, y posee el poder de dotar de vida propia a sus creaciones, llenas de ánima y colorido, como lo muestra la portada diseñada para “Zoóngoro bailongo…”.

Julio, ¿cómo se dio tu participación en este proyecto?

El libro surge de la inquietud por acercar a los niños al entorno donde se originó el son jarocho: la zona del Sotavento. Lo anterior es importante, ya que esta música es un género netamente campesino, de ahí que, para entender sus letras y la relación de sus instrumentos con los intérpretes, es necesario conocer sus raíces y el ambiente que dio origen a esta expresión cultural.

Zenén es conocido como músico y decimista improvisador, en tu punto de vista, ¿cómo son sus cuentos?

Sus cuentos derivan en cierta forma de su temática decimera, pero sobre todo de sus orígenes campesinos, hecho que le da una cierta legitimidad a la hora de tratar el tema de la naturaleza y su relación con el son jarocho. De ahí que fuera importante que una persona como él escribiera los textos de este libro.

Para un artista como tú, ¿cuál es la importancia de ilustrar libros de son jarocho, como en este caso y en el de Caterina Camastra [“Ariles y más ariles. Los animales en el son jarocho”, Ediciones El Naranjo, México, 2007]?

Acercar a las nuevas generaciones a un concepto más completo del son jarocho de manera responsable. Actualmente, el término de “cultura jarocha” es complejo para explicarlo debido a que se han dado muchas interpretaciones míticas y confusas, ajenas a la realidad. El reto ha sido, a través de la ficción, acercar al niño a las bases genuinas del género; de ahí que con Caterina hayamos abordado el contenido de algunos sones para entender a la música desde sus letras y con Zenén hayamos profundizado en la geografía veracruzana y en los instrumentos jarochos como puente para entender los orígenes de esas letras.

En tu caso, ¿cuáles son las diferencias conceptuales antes de hacer cada ilustración, es decir, para “dar vida” a un personaje de sones y a uno de cuento?

En “Ariles y más ariles…”, la narración no era individual, sino más bien independiente, por eso sus imágenes están más centradas en el personaje y no tanto en su relación con el entorno, esto da por consecuencia el poder hacer con libertad una imagen más metafórica. En el caso de “Zoóngoro bailongo…”, el seguimiento de la historia es lineal, lo cual da pie para hacer una ilustración más narrativa, más ligada al entorno. Hay que citar que para reflejar lo mejor posible la narración visual de la zona del Sotavento, uno de los ecosistemas más complejos y ricos del país, tuve que hacer uso del detalle “naturalista” como forma de relato.

Julio, ¿deseas agregar algo más?

Este libro fue hecho para niños, pero lo pueden leer jóvenes y adultos, y sobre todo aquellas personas cercanas al son jarocho y que sientan curiosidad por entender el contexto rural como el principal protagonista del son jarocho. De este entorno emanaron muchas narraciones que para nuestros tiempos serían completamente anacrónicas, pero que, curiosamente, aún se cantan en varias ciudades del país y del mundo.

Bien, caro lector infantil, juvenil, adulto y senil, estás cordialmente invitado a conocer esas narraciones acompañadas del duende del son jarocho y de Zenén Zeferino Huervo el sábado 8 en el Centro Cultural Veracruzano, sito en avenida Miguel Ángel de Quevedo 687, en Coyoacán. Entrada libre.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: Atractivo cartel de un espectáculo donde la palabra y la música van de la mano.
Cortesía: Ediciones El Naranjo.

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