Adiós a Lorena Ochoa, la mejor de todos los tiempos

poner al golf en la agenda deportiva nacional

– Gana la historia…
Después de este fin de semana, sólo nos quedara en la memoria la viva imagen de Lorena Ochoa empuñando el palo para realizar ese maravilloso swing que hacía volar las pelotas hasta el green y luego, la suavidad del toque para hacerla caer en el hoyo. Cuántas veces vimos esto y cuántas otras la vimos coronarse en los mejores torneos del mundo.

Sin duda, Lorena Ochoa es la mejor golfista de la historia. Seguramente surgirán nuevas figuras en la ATP, tal vez  alguna la alcance, pero difícilmente se puede esperar que exista una atleta tan formidable en un periodo corto de tiempo.

Si bien cierto que el golf es un deporte de elite y destinado muchas veces a compartir un espacio donde el glamour forma parte de su esencia, en México tomó una dimensión diferente cuando surgió la figura de Lorena Ochoa. No cambió en mucho la manera en que se practica, pero sí cambió y mucho, la atracción hacia ese deporte.

Cualquiera conoce a un jugador de futbol, o incluso a un beisbolista famoso, pero que una golfista se volviera la figura del deporte mexicano nacional, es algo increíble. El Golf nunca va a ser un deporte que pueda practicar el ciudadano común y corriente, pero ahora ya es una actividad que forma parte de la memoria colectiva de todo aquel que guste de la actividad deportiva.

En pocas palabras, Lorena Ochoa puso al golf en la agenda del deporte nacional. Son muchos los factores que hicieron que está jalicinense se convirtiera en un símbolo del deporte mexicano. Una, su gran calidad como atleta profesional. Ser por tres años consecutivos la número uno del mundo es una gran hazaña que se podría comparar con lo hecho por Federer o Nadal en el Tenis, Shcumacher en la Fómula 1 y Lance Armstrong en el ciclismo.

Lorena Ochoa nació para el golf. Comenzó a jugar a la edad de 5 años en el Golf Guadalajara Country Club; un año después ganó su primer torneo estatal. A los siete años ganó un campeonato nacional; a los ocho años fue nombrada como la mejor Junior posicionada en México y a la edad de 10 años, Lorena comienza a trabajar con Rafael Alarcón, el golfista más reconocido de Guadalajara. 

Luego viene su viaje a la Universidad de Arizona, donde se convierte en una extraordinaria golfista universitaria. En 2001 ingresa a la ATP y fue nombrada la Mejor Jugadora Nacional y la Mejor Novata (en EUA) en el 2001 y 2002. Después, los grandes tours por el mundo, las grandes bolsas de millones de dólares y la fama de ser la número uno del mundo.

Ganó el Premio Nacional del Deporte en México y siempre fue una atleta comprometida con su país y co sus orígenes. Orgullosa de ser mexicana, trajo competiciones a nuestro país de clase mundial; buscó inversionistas para construir campos de golf y fomentar la práctica de este deporte y puso el nombre de México en la vitrina del mejor golf del mundo.

Pero lo que más hay que admirar es su sencillez como ser humano. Nunca protagonizó escándalos personales, su vida privada siempre estuvo al margen de su carrera y nuca perdió el piso. Como ella lo comentó alguna vez, se va siendo la número uno del mundo y con la conciencia tranquila de que puede volver algún día, pero no para recuperar algo que perdió en el camino, sino como una satisfacción personal.

Personas como ellas deberían de ser unos ídolos nacionales. Pero los ídolos también tienen sus debilidades personales y Lorena Ochoa superó esto con gran facilidad. Más allá de ser una figura deportiva, es una gran persona; con debilidades y problemas claro está, pero con la madurez suficiente de no hacerlos públicos. Cosa que los ídolos populares no pueden hacer.

Se va pues la mejor golfista de la historia y es orgullosamente mexicana. Tal vez nunca podamos empuñar un palo de golf, ni cubrir los 18 hoyos que componen un campo; pero seguramente el recuerdo Lorena Ochoa nos va permitir soñar con que algún día existan muchas como ella, porque México lo necesita.

Leave a Reply