Decálogo de banderas históricas para preservarlas en favor de las futuras generaciones

varios años por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH Conaculta) se prevé culminarla este año con la conclusión de dicho documento que será de utilidad para instancias como la Armada de México, el Ejército Nacional y los museos históricos que resguardan estas piezas de extrema fragilidad.

La restauradora Lorena Román, especialista de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, del INAH, informó que la definición de los diez puntos para la conservación de banderas históricas se trabaja de manera conjunta con los involucrados en el cuidado de las mismas: restauradores, historiadores, militares y museógrafos, e incluso público en general.

La también responsable del Seminario de Estudios de Conservación de Banderas Históricas de la ENCRyM, indicó que la conformación de este decálogo será producto del  cuarto módulo de este curso que se imparte actualmente. “En el primero, en 2008, se abordaron los conocimientos históricos; en el segundo la metodología de restauración, el estudio de telas, la identificación de fibras y colorantes, y el análisis de técnicas de factura; y el tercero, los procesos de deterioro.

“En este cuarto módulo se determinarán las propuestas de restauración y de conservación, entre las que destacan aspectos como los tiempos y las formas de exhibición de los lábaros, o la forma en que se deben de limpiar y guardar”.

La especialista destacó que las banderas no son cualquier tela, tienen una connotación y significado, y como tal deben ser conservadas. “Se trata de lienzos que representan las ideologías de distintas épocas y que han dado identidad a nuestro país.

“Por tal razón se elaboran en telas muy finas, como tafetas o rasos de seda, con bordados de alta calidad y a veces con hilo de oro y plata, además de una factura muy cuidadas”.

Los textiles, dijo, son uno de los materiales más difíciles de preservar de ahí que represente uno de los acervos culturales que requieren de un mayor cuidado. “El agente más dañino para estas piezas es la luz y, a la par, los dobleces con que acostumbran guardarse en tanto se trata de objetos de varios metros de longitud, lo cual dificulta su almacenamiento”.

Una bandera histórica, anotó, ya no puede ondear ni enarbolarse por la debilidad de sus tejidos, y por ende se debe tener mucho más cuidado en su manipulación, por eso los restauradores estamos obligados a dar nuevas soluciones de exhibición con menos riesgos, ya que por lo general los museógrafos tienden a colgarlas, pero ahora sabemos que no es  adecuado.

“En el Seminario también hemos llegado a la conclusión que deben fijarse los tiempos de exhibición y cambiar las piezas continuamente para que no estén expuestas a la luz de manera prolongada y jamás doblarlas, porque la tela se decolora en la parte que queda a la vista. Definimos a las banderas como un patrimonio cultural innegable ya que por sí mismas tienen una historia importante digna de respeto”.

Bajo esta premisa, comentó, en la ENCRyM se han restaurado lábaros del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, de museos regionales como el de Guadalajara e Histórico de Monterrey, y emblemas de la Armada y el Ejército; entre éstos destacan el del Batallón Activo de San Blas, y el del Batallón 10 de la Guardia de Matamoros, de la Universidad Nicolaíta de Michoacán.

La especialista del INAH señaló que a partir de estas experiencias de restauración se planteó la necesidad de estipular un conjunto de principios que permitan la mejor conservación de las banderas históricas. “Este conocimiento también nos ha permitido dar asesoría a instancias como la Escuela Naval Militar, el Colegio Militar, la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Marina que poseen acervos importantes, y que se han acercado a la ENCRyM”, concluyó.

Fuente: (INAH)

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