Restauran representaciones en estuco del señor 1 Temblor y la señora 10 Caña del sitio arqueológico de Lambityeco, Oaxaca

señor 1 Temblor y la señora 10 Caña, creada hace más de 1,300 años.

Las sales y la humedad comenzaron a dañar estas representaciones en estuco, realizadas alrededor del 700 d.C., célebres por su realismo, pues revelan los semblantes del matrimonio ya entrados en años; inclusivo la mujer lleva el cabello trenzado formando una diadema, a la usanza que hasta el día de hoy mantienen las mujeres zapotecas.

Fue así como arqueólogos y restauradores del programa Corredor Arqueológico del Valle de Oaxaca (CAVO), dependiente de la Zona Arqueológica de Monte Albán, se dieron a la tarea de restituir la estabilidad de la parte exterior de esta cripta familiar, que fue descubierta a fines de los años 60 por el experto John Paddock, convirtiéndose en un hallazgo sin precedentes por sus elementos arquitectónicos, que están decorados con mosaicos y frisos en estuco.

De acuerdo con la arqueóloga Berenice Villanueva Ruiz, miembro del CAVO, durante el Clásico Tardío (850 d.C.) y el Posclásico (950-1200 d.C.), Lambityeco fue un lugar importante como productor y exportador de sal, con el paso del tiempo la concentración de cloruro sódico en las piedras se ha convertido en un factor nocivo para la conservación de las antiguas estructuras.

En la fachada de la Tumba 6, las sales contenidas en las piedras estaban siendo expulsadas hacia el tablero y los mascarones. Para controlar esta situación, una de las medidas que se tomaron fue crear un cubo de aire en la parte trasera superior para permitir la salida de humedad acumulada en el interior de la cripta.

Durante estas labores, que se prolongaron durante cinco meses, también se dio un mayor soporte a los retratos en estuco del señor 1 Temblor y la señora 10 Caña, para ello el relieve fue rellenado con barro y tepetate, y también se le inyectó una porción de cal a fin de darle mayor resistencia.

Berenice Villanueva comentó que la prioridad en los trabajos de restauración en Lambityeco ha sido el uso de materiales locales; otro ejemplo de esto fue la sustitución de aplanados de cal-arena de los muros del Patio Norte, por recubrimientos a base de una mezcla de barro, baba de nopal y paja.

Por su parte, el arqueólogo Guillermo Ramón Celis, responsable del proyecto de investigación y conservación en esta zona arqueológica —ubicada a 25 kilómetros al sureste de la ciudad de Oaxaca—, dijo que este año se continuará con la restauración del par de mascarones de Cocijo (dios zapoteco de las tormentas); se trata de representaciones de piedra y lodo que fueron recubiertos con una delgada capa de estuco, ubicados precisamente en el Patio de Cocijo.

“Además de la conservación de la zona monumental, haremos recorridos extensivos con el propósito de definir con mayor claridad la poligonal de protección que actualmente es de 130 hectáreas, y de esta manera definir linderos y conocer los términos de propiedad en que se hallan algunos terrenos. Cabe citar que la parte excavada representa sólo 10 por ciento de lo que fue este asentamiento”, anotó el especialista.

La ocupación de Lambityeco (palabra híbrida de español y zapoteco que significa “Cerro de Alambiques”) comenzó alrededor de 700 a.C., antes de la fundación de Monte Albán, y terminó hacia 750 d.C. Sin embargo, su apogeo tuvo lugar entre 600 y 750 de nuestra Era, en una época en la que sucedieron cambios significativos en el Valle de Oaxaca, por el debilitamiento de Monte Albán.

Consecuencia de lo anterior fue el florecimiento de varios centros cívicos ceremoniales, entre ellos Lambityeco. Las representaciones escultóricas de este sitio a diferencia de las comúnmente encontradas en Monte Albán, documentan matrimonios de la clase gobernante, fuente de cohesión política muy importante en el Posclásico (950-1200 d.C.).

En la parte inferior de la Estructura 195, fue donde se encontraron —durante trabajos realizados entre 1961 y 1975 por John Paddock— los restos de seis residencias de alto estatus y tres tumbas asociadas a ellas.

El arqueólogo Ramón Celis anotó que de acuerdo con fechamientos de Carbono 14, esos aposentos fueron ocupados por un lapso aproximado de 115 años, cada uno habría sido utilizado por un periodo de 23 a 29 años durante cuatro o cinco generaciones.

“En los frisos que se hallan en el altar, frente a la Tumba 6, se menciona a otros miembros del clan familiar. En estas representaciones se observa que el fémur representaba un símbolo de cambio legítimo de poder, estas escenas coinciden con el dato arqueológico porque todas las osamentas descubiertas en la cripta carecían del fémur derecho”.

El arqueólogo del INAH concluyó que el abandono de Lambityeco probablemente estuvo relacionado con una época de inestabilidad y guerra que orilló a sus pobladores a residir en un lugar más seguro, como lo fue Yagul, y que se ubica a cinco kilómetros de ese sitio arqueológico.

Fuente: (INAH)

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