Presentan “Celebración de la palabra”, libro que reúne textos de Eduardo Lizalde y José Emilio Pacheco, ilustrado por niños de 20 estados

estos autores, se dieron a la tarea de elaborar el conjunto de dibujos que los ilustran en el libro Celebración de la palabra: Eduardo Lizalde y José Emilio Pacheco para niños.

Durante la presentación de este volumen que forma parte de la Colección Biblioteca Infantil, de la Dirección General de Bibliotecas de Conaculta, en la que participaron ambos escritores y el también poeta Juan Domingo Argüelles, autor del prólogo, José Emilio Pacheco, afirmó que en Celebración de la palabra, se unen por un instante vidas que comienzan y otras que llegan a su última etapa. Y aclaró que “no importa que el individuo pase, porque la perduración y la continuidad del arte están garantizadas”.

En el Auditorio de la Biblioteca Vasconcelos y ante una numerosa concurrencia que rebasó su capacidad, el autor de Batallas en el desierto dijo a los niños y niñas artistas ahí reunidos, que “que me han dado el mejor regalo que podía ambicionar, esta serie de dibujos admirables que conservaré mientras viva”.

Visiblemente emocionado, el ganador del Premio Cervantes de Literatura 2009 agregó: “quiero que sepan que guardo para siempre sus nombres y aunque sea simbólicamente, expreso mi más sincera gratitud a cada una y cada uno de quienes han hecho posible este encuentro. Asimismo, intento cuando menos darle las gracias a Fernando Álvarez del Castillo, director general de Bibliotecas de Conaculta y a Juan Domingo Argüelles, autor de los muy generosos textos críticos del libro”.

José Emilio Pacheco señaló que otro motivo muy grande de orgullo y de alegría es compartir esta celebración con Eduardo Lizalde, quien por más de medio siglo ha sido su amigo y maestro, “un autor al que nunca dejo de leer y releer con admiración”.

El poeta, narrador, traductor y ensayista afirmó que Celebración de la palabra le conmueve por muchas razones: porque es muestra de la imaginación y  talento inagotables de los niños y las niñas mexicanos,  y de cómo la capacidad de hacer arte existe en todo ser humano, “a pesar de que la sociedad que hemos creado se empeña en destruirla conforme pasan los años”.

Pacheco resaltó que de norte a sur y de los seis a los 12 años, “estos niños son ya el siglo  XXI mexicano y gracias a ellos y  ellas, subsiste la esperanza aún en medio de la tragedia interminable en que vivimos. Me duele de verdad pensar que están expuestos a las diversas formas de violencia que nos agobian; pero también creo firmemente que ellos tienen el talento y la inteligencia para sobrevivir, para vencer y para edificar un país muy distinto a éste, por desgracia muy siniestro, que les legamos y por el que muy pronto van a exigirnos cuentas”.

Para cerrar su intervención, José Emilio Pacheco puntualizó que estos dibujos maravillosos son más fuertes que la violencia y el caos. De tal suerte que las obras de estas niñas y niños, son ejemplo irrefutable de que contra la muerte y el horror, prevalecerán la vida y el arte.

Por su parte, Eduardo Lizalde aseguró que este es uno de los libros que más gozo le ha provocado. Aclaró que ni él ni José Emilio Pacheco tuvieron intervención directa, más allá de proporcionar los textos que fueron ilustrados por los 104 participantes en los talleres infantiles de la Red Nacional de Bibliotecas, seleccionados de entre los 856 recibidos de 20 estados.

El ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 1988 y del Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde” 2002, entre muchos otros, externó su asombró por la decisión de ilustrar un viejo texto suyo que forma parte de un conjunto de 10 pequeños cuentos publicados hace 50 años en su  primer libro de cuentos, titulado La cámara, bajo el sello de la UNAM.

A manera de anécdota, Lizalde recordó que uno de los primeros cronistas y encomiadores de ese libro fue José Emilio Pacheco, quien  publicó una elogiosa reseña cuando tenía 20 años “Un texto que me honra, porque él me celebró como un narrador que tenía perspectiva y un poeta de dudosa perspectiva, algo que todavía soy. Hemos publicado tantas cosas, que uno nunca sabe lo que va  a pasar con los textos, hasta que se tiene enfrente un interlocutor que diga, estos textos son legibles”.

Se dijo impresionado de que los niños leyeran ese complejo texto titulado El tigre de Pablo, cuyo origen se remonta a su época de modesto cobrador en una compañía productora de ron y whisky. Rememoró que por tal razón, recorría los barrios proletarios de la ciudad de México (1953) y le tocó ser testigo de las enormes, putrefactas y terribles inundaciones que sufrieron colonias como la 20 de Noviembre, “que por desgracia se siguen inundando”.

El autor de Cada cosa es Babel, La zorra enferma y Tabernarios y eróticos, entre otros títulos, observó que esa miseria aún presente en la ciudad y el país,  le llevó a escribir esta historia protagonizada por un pequeño de cuatro años que tiene un gato llamado Andrés,  que cree que es un tigre porque nunca ha visto uno,  y que cuando las calles se inundan con aguas negras, piensa que el mar ha llegado y con sus amigos improvisa embarcaciones miserables para navegar por el supuesto mar que conducirá a la muerte del gato y que es reflejo de la miseria de esos barrios.

“Me sorprende entonces que los niños hayan leído e ilustrado con más profundidad que los propios cronistas, esos libros olvidados de mi pluma;  ese pequeño conjunto de textos que se titula El tigre en la casa, que escribí hace medio siglo y que yo mismo no había vuelto a leer. Gracias a nuestros editores y gracias a estos maravillosos niños que saben leer mucho mejor que los adultos”, remató el poeta.

En su oportunidad, Juan Domingo Argüelles, autor del prólogo de Celebración de la palabra: Eduardo Lizalde y José Emilo Pacheco para niños, puso de manifiesto su coincidencia con lo dicho por ambos escritores, quienes destacaron la recuperación de la imaginación, la fantasía y la capacidad de asombro de los niños, como herramienta para enfrentar la tragedia que, como señaló Pacheco,  vive el país.

Como prueba irrefutable, aludió a las inundaciones que hace 50 años atestiguó Eduardo  Lizalde y que hoy día persisten, pero que en sus textos testimonian la gran posibilidad que ofrece la literatura para enfrentar a la tragedia.

En cuanto a las imágenes reunidas en el libro, el poeta quintanarroense destacó que “nos remiten a esa posibilidad de recuperar no nada más la ciudad sino también nuestra capacidad de asombro”.

Sobre el contenido del libro, Argüelles aseveró que la hermosa y poética narración de Eduardo Lizalde (llena de tigres, y otros animales, plena de mares, naves y sorpresas del mundo real e imaginario) es la historia de alguien que ha conservado la fascinación y el vigor fantástico de la niñez, para transmitirla de un modo maravilloso.

A su vez, manifestó que los poemas de José Emilio Pacheco formulan las preguntas y describen las perplejidades que nos brinda el misterio de la vida y que nos llevan a concluir lo que el narrador de El principito asume como un hecho indudable: “Cuando el misterio es demasiado impresionante uno no se atreve a desobedecer”.

Por otro lado, subrayó que es de agradecer que los grandes escritores sean publicados en libros destinados a niños. “Aquí no se trata de escribir  para los niños, sino de compartir una espléndida escritura con los niños, que sin lugar a dudas, por intuición natural, saben distinguir entre algo espléndido y algo artificioso con lo que se les pretende tomar el pelo”.

La presentación de este libro, publicado con la intención de celebrar los 80 y 70 años de Lizalde y Pacheco, respectivamente, a través de la difusión de su obra entre los pequeños lectores, concluyó con una lectura musicalizada de los textos ahí reunidos, a cargo de Marcela Romero y el dueto musical La Libélula.
AMS

Fuente: (CONACULTA)

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